Poetas

Poesía de Colombia

Poemas de Carlos Enrique Sierra Mejía

Carlos Enrique Sierra Mejía es un poeta, narrador, crítico, periodista cultural y editor colombiano, nacido en Itagüí en 1967. Su obra se caracteriza por la lucidez y originalidad de un lenguaje que explora temas como la ciudad, lo social, el amor, la muerte y la filosofía.

Desde el año 2001, edita y distribuye el periódico El Transeúnte, dedicado a la crítica y la difusión de la poesía y la literatura contemporáneas. También ha impulsado la publicación de libros de poesía, novela, cuento y ensayo de autores locales bajo el mismo sello editorial. Sus propios textos han sido incluidos en diversas antologías, revistas y libros de Colombia y el exterior. Ha colaborado con periódicos como El Colombiano y El Mundo de Medellín.

Entre sus obras publicadas se encuentran Habitación desnuda (1997), La estación baldía (1998) y Noticias del Espejo (2008). Su poesía ha sido traducida al portugués y publicada en Brasil bajo el título Antología poética Portugués-español (2015).

Ha recibido varios premios y distinciones por su labor literaria, entre ellos el Premio de Poesía León de Greiff (1997), el Premio de Poesía Ciudad de Itagüí (2006), la Beca de investigación en crítica literaria del Ministerio de Cultura (1998) y el Premio de Estímulos a Publicaciones Culturales de la Alcaldía de Medellín (2007).

ANTE LA RISA DE OTRO

Como aquel que ante el espejo
Viendo su rostro
Ha levantado la mano
Para quebrarlo
Y se ha visto desmoronarse

Ante la risa de otro
Que jugaba a ser reflejo

PETICIÓN

También el espejo
dirá lo suyo sobre mí

Me verá
hará el juicio
y será drástico en su amnesia

Trocará mi imagen
por outra

Lo hará reír
em frente a mí

“EN CIERTA MEDIDA EL VIERNES SEPULTA AL JUEVES”

Joyce

En cierta medida el viernes sepulta el jueves
Es Joyce

El agua del té crepita en la tetera
Piensa en Irlanda

Se acerca el día de los muertos
Las velas iluminan el cadáver de la página

Hay ventanas en el cielo
Azul mirada de la noche que truena

EL LABERINTO

Al cabo, después de llevar mucho rato corriendo
Saltando, arrastrándose entre sus muros
Se descubre el laberinto

Los neones dan paso al día
Y éste a los neones

Trenes sin rumbo emigran en cualquier dirección

Sin rutas, sin direcciones
Igual el paisaje, similar la gente
Y entre todo el muro. El olor a nada
Lo que resta de verdad es duda
Sin nombre y sin fecha

El recuerdo lo falsea todo
Nada era como era
El tiempo multiplica la memoria y ahonda
El laberinto
Que se repite en su desconocida fórmula

Y EL VERBO SE HIZO CARNE

En el principio
El primer poeta aulló como un lobo
Después apareció la sílaba
Y en su juego laberíntico
Fueron nombradas las cosas

En un amanecer
De un lugar sin cercanías
Donde el tiempo es materia vaga
Y no cuentan las horas
Asisto bajo el crepúsculo
A un nuevo rito
En el cual la carne se ha hecho verbo

LUNES

Uno se acusa en el espejo
se condena a muerte
se fusila

Luego,
abandona el cadáver
y se va impune

a otro lugar

FINAL DE VERANO

Afuera comenzó la lluvia
Y esta página danza una sombra
El poema es un viento que se hace delgado de palabras
Sobre la tierra, sobre las hojas, en el cuerpo
Llueve la lluvia del poema

Percute el rayo

Hace un instante el verano
Y ahora la lluvia
Derrite el poema

MIRADA

En el espejo de la charca
el frío de la mañana

La hora
es ahora
la deshora

Aparecerá esta vez
cada vez
con una señal nueva
el rostro que debo portar
cada día

Queda una puerta a las espaldas

Huellas de un gesto mal borrado

Sensación de ser víctima
de lo que vendrá

Me cubro el rostro
para que la desolación no me reconozca

Me limpio de la boca restos de un nombre
mientras caminho a casa