Poesía de Cuba
Poemas de Bonifacio Byrne
Bonifacio Byrne. Matanzas, 1861-1936. Poeta y dramaturgo cubano, conocido principalmente por sus poemas de exaltación independentista. Estudió en Matanzas y en 1890 fundó los periódicos La Mañana y La Juventud Liberal. En 1896 tuvo que emigrar a Estados Unidos por razones políticas; en el exilio prosiguió sus actividades independentistas, fundando en Tampa el Club Revolucionario. En esta etapa escribió para periódicos como Patria y El Porvenir. Volvió a Cuba en 1899. Ocupó cargos administrativos durante los primeros años de la república y en 1909 creó el periódico El Yucayo. Su poema “A mi bandera” es uno de los más conocidos popularmente en Cuba por sus versos patrióticos y enérgicos: “si deshecha en menudos pedazos / llega a ser mi bandera algún día / nuestros muertos alzando los brazos / la sabrán defender todavía”. Entre sus libros poéticos se pueden mencionar Excéntricas (1893), Efigies. Sonetos patrióticos (1897) y Poemas (1903). Escribió también teatro, con piezas como El anónimo (1905) y Rayo de sol (1911).
ANALOGÍAS
Existe un misterioso sacramento
entre la mano, el bálsamo y la herida,
entre el lúgubre adiós de la partida
y las secretas ráfagas del viento.
Hay un lazo entre el sol y el firmamento;
e igual excelsitud, indefinida,
entre el ave, en el aire suspendida,
y el acto de nacer el pensamiento.
Hay un nexo entre el ósculo y el trino,
entre la copa, el labio y la fragancia
que se desprende de un licor divino.
Y hay una milagrosa consonancia
entre el árbol y el surco del camino
y el mensaje de amor y la distancia.
¡Déjalos!
¡Dejalos! Aunque el mundo te señale
con su dedo inflexible, ten valor;
que donde quiera que tu pie resbale,
para apoyarte encontraras mi amor.
Yo seré tu sostén, seré tu guía…;
todo lo que tu quieras yo seré,
porque has desenterrado mi alegría…
y has hecho más aún: ¡La has puesto en pie!
Hasta que no te vi temblé de frío;
¡No hay cosa que hiele más que el pesar!
Ya que estaba tan pálido y sombrío,
y al verte me sentí resucitar.
Mi vida es otra noche por lo oscura,
pero te pertenece aún siendo así;
vale mas que mi vida tu hermosura
y toda entera me la diste a mí.
¿Qué importa el mundo ni su juicio vano?
¡Su pequeñez no alcanza a nuestro amor!
¡La rosa que ha nacido en un pantano
aunque el mundo no quiera es una flor!
Mi bandera
Al volver de distante ribera,
con el alma enlutada, y sombría
afanoso busqué mi bandera
¡y otra he visto además de la mía!
¿Dónde está mi bandera cubana,
la bandera más bella que existe?
¡Desde el buque la vi esta mañana,
y no he visto una casa más triste!…
Con la fe de las almas austeras
hoy sostengo con honda energía
que no deben flotar dos banderas
donde basta con una: ¡la mía!
En los campos que hoy son un osario
vio a los bravos batiéndose juntos,
y ella ha sido el honroso sudario
de los pobres guerreros difuntos.
Orgullosa lució en la pelea,
sin pueril y romántico alarde:
¡al cubano que en ella no crea
se le debe azotar por cobarde!
En el fondo de obscuras prisiones
no escuchó ni la queja más leve,
y sus huellas en otras regiones
son letreros de luz en la nieve…
¿No la veis? Mi bandera es aquélla
que no ha sido jamás mercenaria,
y en la cual resplandece una estrella
con más luz, cuanto más solitaria.
Del destierro en el alma la traje
entre tantos recuerdos dispersos
y he sabido rendirle homenaje
al hacerla flotar en mis versos.
Aunque lánguida y triste tremola,
mi ambición es que el sol con su lumbre
la ilumine a ella sola —¡a ella sola! —
en el llano, en el mar y en la cumbre.
Si deshecha en menudos pedazos
llega a ser mi bandera algún día…
¡nuestros muertos alzando los brazos
la sabrán defender todavía…
Harén de estrellas
Del mar vecino hasta la margen llego
y lanzándome en alas de la mente,
antes de que se extinga el sol poniente,
monto de un salto en su corcel de fuego.
Evoluciono en el espacio…. Luego
cruzo como un relámpago el ambiente,
las águilas contemplo frente a frente
y mi bandera en el azul despliego….
Escribo un madrigal en una nube,
y, al ver que exangüe, mi corcel no sube
al asilo en que mueren las querellas,
un alcázar fabrico en un celaje,
y cada vez que vuelvo de ese viaje
torno feliz con un harén de estrellas.
¿Cual sería…?
¡Se fue del mundo sin decirme nada!
Cesaron de su pecho los latidos,
sin que su voz llegase a mis oídos,
triste, como una antífona sagrada.
En su alcoba revuelta y enlutada
quedaron sus recuerdos esparcidos,
como quedan las plumas en los nidos,
si el ábrego sacude la enramada.
Dios, para quien no existe un solo arcano,
únicamente contestar podría
esta pregunta, que formulo en vano:
“Su último pensamiento, cuál sería,
cuando, muriendo, me apretó la mano
y cruzó su mirada con la mía?”
Nuestro idioma
Hallo más dulce el habla castellana
que la quietud de la nativa aldea,
más deleitosa que la miel hiblea,
más flexible que espada toledana.
Quiérela el corazón como una hermana
desde que en el hogar se balbucea,
porque está vinculada con la idea,
como la luz del sol con la mañana.
De la música tiene la armonía,
de la irascible tempestad el grito,
del mar el eco y el fulgor del día;
la hermosa consistencia del granito,
de los claustros la sacra poesía
y la vasta amplitud del infinito.
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