Poesía de Estados Unidos
Poemas de Bob Dylan
Bob Dylan (Duluth, Minesota, 24 de mayo de 1941), es un músico, compositor, cantante y poeta estadounidense, ampliamente considerado como una de las figuras más prolíficas e influyentes en la música popular del siglo XX y de comienzos del siglo XXI.
Tren viajero
Hay un tren de hierro, que ha estado rodando a lo largo de los años
Con una caja de combustible llena de odio y un horno lleno de temores
Si alguna vez le habéis oído, o habéis visto su carcasa rota de color de sangre.
Entonces habéis oído mi voz cantando y sabéis cómo me llamo.
¿Os habéis parado alguna vez a pensar en todo el odio que lleva?
¿Habéis visto alguna vez a sus pasajeros, a sus pobres almas confusas y enloquecidas?
¿Habéis empezado a pensar que tenéis que detener ese tren?
Entonces habéis oído mi voz cantando y sabéis cómo me llamo.
¿Os cansáis alguna vez de los sonidos sermoneantes del miedo
Cuando han golpeado vuestra cabeza y martilleado en vuestros oídos?
¿Habéis preguntado sobre ello y no os han contestado?
Entonces habéis oído mi voz cantando y sabéis cómo me llamo.
Me pregunto si los líderes de las naciones son conscientes
De este mundo asesino que me dejan en las manos
¿Os habéis quedado despiertos alguna noche preguntándooslo?
Entonces habéis oído mi voz cantando y sabéis cómo me llamo.
¿No habéis estado nunca a punto de decir, o habéis dicho para vosotros mismos
Que la persona que está a vuestro lado puede estar equivocada?
¿Acaso el delirio de los locos hace enloquecer vuestras tripas?
Entonces habéis oído mi voz cantando y sabéis cómo me llamo.
¿Os deprimen acaso los maniáticos asesinos y los que odian?
¿Os marean la política y los sermones?
¿Os duele el corazón con los incendios de autobuses?
Entonces habéis oído mi voz cantando y sabéis cómo me llamo.
Flotando en el viento
¿Cuántos caminos debe recorrer un hombre
Antes de que le llaméis hombre?
¿Cuántos mares debe surcar la blanca paloma
Antes de dormir sobre la arena?
¿Cuántas veces deben volar las balas de cañón
Antes de ser prohibidas para siempre?
La respuesta, amigo mío, está flotando en el viento,
La respuesta está flotando en el viento,
¿Cuántas veces debe un hombre mirar hacia arriba
Para poder ver el cielo?
¿Cuántos oídos debe tener un hombre
Para poder oír a la gente llorar?
¿Cuántas muertes serán necesarias para que comprenda
Que ya ha habido demasiados muertos?
La respuesta, amigo mío, está flotando en el viento,
La respuesta está flotando en el viento,
¿Cuántos años puede permanecer una montaña
Antes de ser arrastrada al mar?
¿Cuántos años pueden algunas gentes vivir
Antes de conocer la libertad?
¿Cuántas veces puede un hombre volver la cabeza
fingiendo no ver nada?
La respuesta, amigo mío, está flotando en el viento,
La respuesta está flotando en el viento.
Dama de los ojos tristes de las tierras bajas
Con tu boca de mercurio en la era de los misioneros.
Y tus ojos como de humo y tus rezos que parecen rimas,
Y tu cruz de plata, y tu voz de campanillas
¿Quién creen que podría enterrarte?
Con tu bolsillos por fin bien protegidos
Y tus visiones de tranvías que dejas sobre la hierba
Y tu piel de seda, y tu cara como el cristal
¿A quién crees que podrían convencer para que te llevara a cuestas?
Dama de los ojos tristes de las tierras bajas,
De donde dice el profeta de los ojos tristes que no viene nadie,
Mis ojos de almacén, mis tambores árabes
¿Debería tal vez dejarlos junto a la verja?
O, Dama de los ojos tristes, ¿debería acaso esperar?
Con tus sábanas como el metal y tu cinturón de encaje,
Y tu mazo de cartas sin la sota ni el as,
Y tus vestidos de sótano, y tu cara hueca,
¿Quién de ellos pudo pensar que podría adivinar lo que harías?
Con tu silueta cuando la luz del sol se va apagando
En tus ojos, donde nada la luz de la luna,
Y tus canciones de caja de cerillas y tus himnos gitanos,
¿Quién de ellos querría intentar impresionarte?
Dama de los ojos tristes de las tierras bajas,
De donde dice el profeta de los ojos tristes que no viene nadie,
Mis ojos de almacén, mis tambores árabes
¿Debería tal vez dejarlos junto a la verja?
O, Dama de los ojos tristes, ¿debería acaso esperar?
Los reyes de Tiro, con su lista de presos,
Esperan en fila sus besos de geranio.
Y tú no podías saber que ocurriría así
Pero, ¿quién de entre todos ellos desea realmente besarte?
Con las llamas de tu infancia en tu manta de medianoche.
Y tus modales a la española y las drogas de tu madre.
Y tu boca de vaquero, y tus elogios de toque de queda.
¿Quién de ellos crees que se te podría resistir?
Dama de los ojos tristes de las tierras bajas,
De donde dice el profeta de los ojos tristes que no viene nadie,
Mis ojos de almacén, mis tambores árabes
¿Debería tal vez dejarlos junto a la verja?
O, Dama de los ojos tristes, ¿debería acaso esperar?
Los granjeros y los negociantes decidieron entre todos
Enseñarte que lo que solían esconder eran los ángeles muertos.
Pero, ¿por qué tuvieron que elegirte a ti para que te pusieras de su lado?
¿Cómo pudieron equivocarse contigo de ese modo?
Hubieran querido que cargaras con las culpas de lo de la granja,
Pero con el mar a tus pies y la fingida falsa alarma,
Y con el hijo de un maleante recogido en tus brazos,
¿Cómo iban a poder convencerte?
Dama de los ojos tristes de las tierras bajas,
De donde dice el profeta de los ojos tristes que no viene nadie,
Mis ojos de almacén, mis tambores árabes
¿Debería tal vez dejarlos junto a la verja?
O, Dama de los ojos tristes, ¿debería acaso esperar?
Con tus recuerdos de la calle de los enlatadores como láminas de metal,
Y tu marido de revista que tenía que irse algún día,
Y tu delicadeza de ahora, que no puedes ocultar,
¿Quién de ellos crees que te daría empleo?
Ahora estás con tu ladrón, estás en su libertad bajo palabra
Con el medallón sagrado que acabas de doblar con tus propios dedos.
Y tu cara de santa, y tu alma de fantasma,
¿Quién de entre todos ellos pudo jamás pensar que te podrían destruir?
Dama de los ojos tristes de las tierras bajas,
De donde dice el profeta de los ojos tristes que no viene nadie,
Mis ojos de almacén, mis tambores árabes
¿Debería tal vez dejarlos junto a la verja?
O, Dama de los ojos tristes, ¿debería acaso esperar?
Blues hablados de la tercera guerra mundial
Hace tiempo tuve un sueño desconcertante
Soñé que me había metido en la Tercera Guerra Mundial.
Al mismísimo día siguiente fui a ver al médico
Para ver qué me podía decir.
Me dijo que había sido un mal sueño.
De todas formas yo no estaba preocupado en absoluto.
Eran mis propios sueños y sólo existían en mi cabeza.
Dije yo: «Un momento nada más, doctor, me ha pasado una guerra mundial por la cabeza»
Dijo él: «Enfermera, coja su libreta; este chico está demente»
Me cogió por el brazo. Yo dije ¡ay!
Según aterrizaba en el diván del siquiatra.
Me dijo: «Cuéntamelo todo».
Bueno, pues todo empezó a las tres en punto de la madrugada,
Y al dar y cuarto ya había terminado.
Yo estaba en una alcantarilla con alguna amiguita,
Cuando decidí echar un vistazo por una tapadera
Para ver quién podía haber encendido las luces.
Me levanté a dar una vuelta
Y recorrí la ciudad vacía,
Me pregunté dónde podría ir,
Encendí un cigarrillo en un parquímetro
Y seguí carretera abajo.
Era un día normal.
Toqué el timbre de un refugio contra la lluvia radiactiva,
Asomé la cabeza y pegué un grito,
«Dadme una judía verde, soy un hombre hambriento».
Una escopeta disparó y yo salí huyendo.
No les culpo demasiado de todas formas,
El no me conocía.
En la esquina de abajo, junto a un puesto de perritos calientes,
Vi a un hombre, le dije: «Hola, tú, amigo»,
Y supongo que algo de aquello debía haber,
Gritó sólo un poquito y salió escapado.
Pensó que yo era un comunista.
Localicé a una moza y antes de que se pudiera ir,
Le dije: «Juguemos a Adán y Eva»
La cogí de la mano y tuve un ataque de palpitaciones,
Pero ella me dijo: «Sí, hombre, ¿estás loco o qué?»
«¿No has visto lo que pasó la última vez que empezaron?»
Vi la ventana de tu Cadillac allá en la ciudad.
No había nadie por allí.
Me senté al volante
Y tiré por la calle cuarenta y dos abajo
En mi Cadillac.
Buen coche ése para conducir después de una guerra.
Bueno, pues como recordaba haber visto algún anuncio,
Puse la emisora de emergencia
Pero no había pagado la factura,
Y aquello no funcionaba ni medio bien.
Puse en marcha mi tocadiscos,
Era Rock A Day y Johnny cantaba,
«Dile a tu Pa, dile a tu Ma,
Que nuestros amores van en aumento, Ooh-wah, Doh-wah .»
Me sentí así como solitario y triste,
Necesitaba hablar con alguien,
Así que llamé al reloj de la Telefónica
Aunque sólo fuera por oír a alguien.
«Al oír la tercera señal
Serán las tres en punto».
Lo estuvo diciendo durante más de una hora
Y luego colgué.
Bueno, pues el doctor me interrumpió como por aquí
Diciendo: «¡Eh! Yo también he estado soñando eso mismo últimamente»
«Pero mi sueño era algo distinto, verás
Yo soñaba que el único que quedaba después de la guerra era yo,
Y no te veía por allí».
El tiempo pasó y ahora parece
Que todo el mundo sueña lo mismo.
Todos se ven paseando por ahí y no ven a nadie más.
La mitad de la gente puede estar a medias en lo cierto continuamente
Unos cuantos pueden estar en lo cierto alguna vez,
Pero nadie puede estar en lo cierto todo el tiempo.
Me parece que esto lo dijo Abraham Lincoln.
Os dejaré aparecer en mis sueños si me dejáis que aparezca en los vuestros.
Esto lo he dicho yo.
Hace mucho tiempo, muy lejos…
Predicar sobre la paz y la hermandad
¡Oh!, ¡cuál puede llegar a ser el precio!
Un hombre lo hizo hace ya mucho tiempo
y le colgaron de una cruz.
Hace mucho tiempo, muy lejos,
Estas cosas ya no pasan hoy en día.
Las cadenas de esclavos
Se arrastraban por el suelo
Con las cabezas y los corazones agachados
Pero esto fue en tiempos de Lincoln
Y eso fue hace mucho tiempo.
Hace mucho tiempo, muy lejos
Cosas como ésta ya no pasan hoy en día.
Las armas de guerra se dispararon salvajemente
El mundo entero sangró
Los cuerpos de los hombres flotaron en las orillas
De océanos de barro.
Hace mucho tiempo, muy lejos,
Cosas como ésta ya no pasan hoy en día.
Un hombre tenía mucho dinero
Otro no tenía ni para comer
Un hombre vivía como un rey
El otro mendigaba en la calle
Hace mucho tiempo, muy lejos
Estas cosas ya no pasan hoy en día.
Un hombre murió por un cuchillo muy afilado
Un hombre murió por la bala de un rifle
Un hombre murió de tristeza
Al ver el linchamiento de su hijo
Hace mucho tiempo, muy lejos
Cosas como ésta ya no pasan hoy en día.
Los gladiadores se mataban los unos a los otros
Esto fue en tiempos de los romanos
La gente les vitoreaba con los ojos inyectados en sangre
Mientras los ojos y la mente se cegaban
Hace mucho tiempo, muy lejos
Cosas como ésta ya no pasan hoy en día.
Y hablar de paz y hermandad
¡Cuál puede llegar a ser el precio!
Un hombre lo hizo hace mucho tiempo
y le colgaron de una cruz.
Hace mucho tiempo, muy lejos
Cosas como ésta ya no pasan hoy en día. ¿No?
La huida del vagabundo
Ayudadme en mi miseria
Oí al vagabundo decir
Cuando le sacaban del tribunal
Y se lo llevaban
«Mi camino no ha sido agradable
Y me queda poco tiempo,
Y sigo sin saber
Qué mal le he hecho yo a nadie»
El juez se quitó la toga,
Sus ojos se llenaron de lágrimas
«Jamás lo comprenderías», le dijo,
«¿Por qué tienes que intentarlo?» ,
Fuera el público alborotaba,
Se le podía oír desde la puerta,
Dentro el juez bajaba del estrado
Mientras el jurado clamaba pidiendo más.
«¡Oh!, callen ya a ese maldito jurado»,
Gritaron el asistente y la enfermera.
El juicio ya fue bastante malo,
Pero esto es diez veces peor.
Justo entonces, un rayo,
Reventó el Juzgado,
Y mientras todo el mundo caía de rodillas a rezar,
El vagabundo escapó.
Sólo un vagabundo
Al ir caminando un día, en un rincón
Vi a un viejo vagabundo tumbado en un portal
Su cara se apretaba contra el frío suelo de la acera
Y calculé que debía llevar allí toda la noche o más.
Era sólo un vagabundo, pero ya falta uno más
No deja atrás a nadie que cante su triste canción
No deja atrás a nadie que le lleve a casa
Sólo un vagabundo, pero ya falta uno más.
Una manta de papeles de periódico cubría su cabeza.
El escalón era su almohada, la calle era su cama
Una mirada a su cara permitía ver el largo camino que había recorrido
Y un puñado de dinero dejaba ver las monedas que había mendigado.
Era sólo un vagabundo, pero ya falta uno más
No deja atrás a nadie que cante su triste canción
No deja atrás a nadie que le lleve a casa
Sólo un vagabundo, pero ya falta uno más.
¿Hace falta acaso ser muy hombre para ver toda la vida derrumbarse?
¿Para mirar al mundo desde un agujero en el suelo?
¿Para esperar el futuro como un caballo que se ha quedado cojo?
¿Para yacer en el arroyo y morir sin un nombre?
Soñé que veía a San Agustín
Soñé que veía a San Agustín
Tan vivo como tú y yo,
Atravesando a toda velocidad estos cuartos
En la más absoluta de las miserias.
Con una manta bajo el brazo
Y un abrigo de oro macizo
Buscando precisamente las almas
Que ya habían sido vendidas.
«Despertad, despertad», gritó con fuerza,
Con voces desmesuradas
«Salid talentudos reyes y reinas
Y escuchad mi triste queja.
No hay un solo mártir entre vosotros
Al que podáis llamar vuestro,
Pero seguid vuestro camino con conformidad,
y sabed que no estáis solos”.
Soñé que veía a San Agustín,
Vivo y echando fuego por la boca
Y que yo era uno de los que
Le echaron a morir a la calle.
Y me desperté encolerizado
Tan solo y aterrorizado,
Que apoyé los dedos contra el cristal,
Y agaché la cabeza y lloré.
- Felipe Novoa
- Manuel del Cabral
- Rafael Alcides Pérez
- Angelina Muñiz-Huberman
- Rodolfo Alonso
- José Cruz Camargo
- Plácido
- Carlos Augusto Salaverry
- Germain Nouveau
- Gómez Manrique
- Arnaldo Calveyra
- Ulalume González de León
- Vicente Quirarte
- William Carlos Williams
- Juan Clemente Zenea
- Domingo F. Faílde
- Amalia Iglesias
- Gabriela Mistral
- Ricardo Jaimes Freyre
- Fausto Burgos