Poetas

Poesía de Perú

Poemas de Augusto Tamayo Vargas

Augusto Tamayo Vargas (Lima, Perú; 6 de septiembre de 1914 – Lima, Perú; 6 de mayo de 1992) fue un faro luminoso en el firmamento de la literatura peruana. Como poeta, narrador e historiador, dejó una huella imborrable en la cultura de su país. Su carrera académica y su pasión por la enseñanza lo llevaron a ser catedrático, decano, y rector de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, además de desempeñarse como director de la Academia Peruana de la Lengua y del Instituto Nacional de Cultura. En 1968, juramentó como Ministro de Educación del Perú, aunque no pudo ejercer debido al golpe militar de ese año.

Nacido en una familia culta, con padres como Augusto Tamayo Moller y Berta Vargas Moller, Tamayo Vargas mostró tempranamente su talento académico. Egresado del Colegio Jesuita de La Inmaculada en 1930, continuó sus estudios en la Universidad Nacional de San Agustín, donde obtuvo su Bachillerato en Humanidades y su Doctorado en Literatura. Su amor por el conocimiento y la literatura lo llevó a ser redactor principal de la Oficina de Informaciones de Palacio de Gobierno y a desempeñar diversos cargos en el ámbito de la información y la cultura.

La pluma de Tamayo Vargas es un testimonio de su espíritu incansable y su devoción a la literatura. Entre sus publicaciones más destacadas se encuentran poemarios como “Ingreso lírico a la geografía” (1939), “Poemas de muerte y esperanza” (1944), y “Camino de Poesía” (1945). Sus versos, cargados de sensibilidad y reflexión, le valieron el reconocimiento nacional e internacional. Su obra narrativa incluye novelas como “Búsqueda” (1953) y “Puerto pobre” (1979), donde explora con maestría la condición humana y los paisajes internos de sus personajes.

Viajar fue otra de sus grandes pasiones. Sus estudios y conferencias lo llevaron a recorrer Europa, Estados Unidos, Chile, Brasil y Puerto Rico, enriqueciendo su visión del mundo y alimentando su obra literaria. Su influencia y prestigio se extendieron más allá de las fronteras peruanas, siendo condecorado con la Orden del Sol en el grado de Gran Cruz, y recibiendo el Premio Nacional de Periodismo y el Premio Nacional de Literatura, además de las Palmas Magisteriales en el grado de Amauta.

El legado de Augusto Tamayo Vargas vive en sus escritos y en las generaciones de estudiantes y lectores que continúan admirando su obra. Su matrimonio con Aida de San Román Aguirre y sus hijos, Aida, Cecilia, Lilian y Augusto, completaron su vida personal. Falleció el 6 de mayo de 1992, dejando tras de sí un vasto e invaluable legado literario que sigue iluminando el panorama cultural del Perú y del mundo.

ESPERANZA EN LOS DÍAS QUE VIENEN

Yo tengo el corazón puesto sobre el futuro,
puesto sobre los hijos que de mis hijos vengan,
puesto en el corazón de los que vengan luego,
puesto en los miles que han de vivir mañana.
Tengo puestos mis brazos en las calles del mundo,
puesto en los hijos que de mis hijos vengan
cuando vengan hacia la tierra las mieses del aire,
cuando giren los astronautas en torno de las rosas.
Tengo los ojos puestos en los números del calendario próximo,
puestos en los hijos que de mis hijos vengan
cuando vengan marcando con su ritmo el rojo de las fiestas
Y tengan en sus manos tréboles de diez hojas.
Yo tengo mis pies puestos en el camino del tiempo que se viene
¡Y he llegar a verlo!
A pesar de todo.
A pesar de los que hablan y mienten.
A pesar de los que mienten y callan.
A pesar de los que ven y son ciegos.
A pesar de los sordos que oyen.
A pesar de los que aun quieren hacer pasar un camello por el ojo de una aguja.
A pesar de los fabricantes del odio y la miseria.
A pesar de los mercenarios de la muerte.
A pesar de los que desesperan.
Tenemos esperanza en los días que vienen.