Poetas

Poesía de Perú

Poemas de Artemio Ramírez Bejarano

Artemio Ramírez Bejarano, el primer poeta loncco arequipeño, nació el 12 de diciembre de 1913 en Tingo Grande, un pintoresco pueblo entonces parte de Socabaya, hoy conocido como el distrito de Jacobo Hunter. Este poeta singular falleció el 29 de mayo de 1975, mientras preparaba la publicación de su emblemático libro «Poemas Lonccos Arequipeños».

Hijo de los agricultores Manuel Ramírez L. y Zoila Bejarano de Ramírez, Artemio pasó sus primeros cinco años en las Salitreras de Tarapacá, Chile. A los seis años regresó a Arequipa, donde se familiarizó con la vida agrícola que tanto inspiraría su poesía. Contrajo matrimonio con Sara Del Carpio Prado, una dama arequipeña que acompañó su vida y su arte.

Desde muy joven, entre los 10 y 12 años, Artemio Ramírez Bejarano descubrió su inclinación por la poesía, escribiendo su primer poema «A mi madre». Entre 1939 y 1940, alternó con personajes del teatro, como «Los Ureta» y «La Sociedad Musical de Arequipa«. En 1941, su espíritu aventurero lo llevó a la región sur de la selva en Cusco, donde alternaba entre el machete y la pluma. De regreso a Arequipa en 1963, comenzó a producir sus famosos poemas «lonccos«, inspirados en la vida campesina y el costumbrismo arequipeño.

Artemio ganó reconocimiento en 1968 cuando participó en un concurso de poesía organizado por CARSA en Canal 6 de TV de Arequipa, donde se ganó el título de «El Poeta Loncco» gracias a su apego al costumbrismo mistiano. Su popularidad creció y realizó presentaciones en radioemisoras, la Asociación Nacional de Escritores y Artistas (ANEA), y otras instituciones. En Iquique, Chile, recibió un gran reconocimiento por sus presentaciones, consolidando su reputación internacional.

El legado poético de Ramírez Bejarano es vasto y variado. Entre sus obras destacan títulos como «Mi propósito«, «Mi saludo a Arequipa«, «Lamento minero«, «Yo y mi sombra«, y «Recuerdos de Mollendo«. Su poesía refleja un profundo amor por el campo arequipeño y una conexión íntima con la cultura local. Su poemario, «Poemas Lonccos Arequipeños«, fue publicado póstumamente en 1976, un testamento perdurable de su devoción y talento.

Artemio Ramírez Bejarano dejó una huella indeleble en la poesía peruana. Su capacidad para capturar la esencia del campo arequipeño y su gente, así como su habilidad para entrelazar la vida cotidiana con la lírica, lo convierte en una figura fundamental del costumbrismo y la poesía regional. Su obra sigue siendo una fuente de inspiración y un símbolo del patrimonio cultural de Arequipa.

AMOR OFENDIDO

Ya no hay amor, todo es engaño
fueron promesas las que me hacías,
burlándote de mí, me has causado daño
abriéndome una herida, que sangra noche y día.

Hoy vivo triste y huérfano del amor
de una infame mujer, que cruel me engaño
jugando con mi vida, sin tenerme compasión
dejándome atormentado y lastimado el corazón.

Ya no hay amor, todo es engaño
todo es falsía, todo es interés
todo es traición, todo es villanía,
esto es lo que albergas en tu pecho mujer.

Llevas en tu pecho ese remordimiento
que tu conciencia, acusa la negra falsedad
vivirás arrepentida por tu mal proceder
alimentada de mentiras, ¡oh fatídica mujer!
Irás por tu camino, recordando la felonía,
sabiendo que eres culpable de mi vida entristecida;
pero no hallarás sosiego, mientras yo esté vivo
y cruzaremos juntos, la ruta del destino.

“MAS QUI SEYA” UN ZAPALLO
Llegó la fecha esperada,
de mi amigo, es el santo;
bien temprano me levanto
pa’ver qué le regalaba;
recorrí «tuita» la «tablada»,
estaban verdes las habas;
los choclos recién en «cabello»
y las papas con la «helada».

«Caray» qué suerte pa’mala,
y yo que lo aprecio tanto,
de remate «tuavía» su santo,
cómo no «gua» llevarle nada;
él siempre’n mis cumpleaños,
se viene «dende’ la población,
trayéndome mi güen regalo
y pa’ mis «ccoros» la «colación».

«Verdá» pue’ que’n la quebrada,
sembré una mata’e zapallo,
al «güelo» monte’n mi caballo,
y llegando.allí la planta estaba;
cgan grande «jué» mi alegría
al encontrar lo que «deseyaba»,
no le había «caído» la «helada»,
estaba justo lo que yo quería.

Cogí un grande «coloráu»,
lo acaricié con mis manos,
es que somos hermanos,
porque la tierra nos ha «Dáu»,
y contento con el fruto,
gracias a la tierra que cultivo,
le hago presente a mi amigo,
«que’l ser ioneco» no e’ser Bruto.

«Tuitos» t’invitan cerveza
como si «juera» una dicha,
ya t’invito mi rica chicha,
la bebida de más pureza;
y con l’amistá más sincera,
«de’ste loncco» chacarero,
te canto como jilguero,
al son de la marinera.

Yo no te traigo diploma,
ni tampoco pergamino,
yo soy «loncco» campesino
que bajo desde la loma;
pa’ abrazarte como hermano
con mi «paccha» de cariño.
quizá con alma de niño
te traigo el corazón en la mano.

Le pido a la Providencia,
en’el día de tus cumpleaños,
que vivas por muchos años
pa’ nuestra complacencia;
y que «seyáis» el ejemplo,
De’ste lar tan querido,
«ande» se siente’l Latido
del corazón de tu pueblo.

¡Disculpen el atrevimiento;
quizás mi presencia molesta,
de repente les «áhugo» la fiesta
con mi «loncco» sentimiento;
pero no crean que me callo,
ni que te tampoco yo me alabo.
como chacarero, traigo mí regalo,
mas «qui’seya» un zapallo.