Poesía de Cuba
Poemas de Ángela de Mela
Ángela de Mela. Poetisa, investigadora y crítica literaria. Graduada de Licenciatura en Historia General por la Universidad de La Habana y Master en Ciencias de la Familia, es miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba y forma parte del proyecto Ventanas, de la Asociación Valenciana de Escritores y Críticos Literarios. Creadora de espacios y tertulias literarias tales como “Agua Viva” y “Corcel de Fuego”, es también creadora y directora de la Orquesta de Poesía y Música de Cámara “IL Cántico”.
CANTO XIV
Entender
en pleamar el ascua del Océano
frutos las piedras de ignotas descenciones
curso engastado
la coralina y el zircón frente al liquen
joyero que abre a nuestra andadura
su puerta milenaria
colgantes de amonite una vez más regresan
y el rosetón del fósil
rehace sus colores frente al cuarzo
uniformes en la rara aspillera
en mi regazo joyas
que tus manos recogen a trasmundo
abalorios que apremian desde el fuego
cresta de pedrerías
berilos y obsidianas
es la hoguera la tarde
y el tiempo en lo insondable mece a los minerales
unánime el rumor de anfibia mansedumbre
parpadeo la ruptura del hueco en la ternura
definitivo pliegue la saga de las aguas
asida soy lo suyo
de su propia manera
recuerdos que adornarán mi cuello
e iremos zozobrando en el turbión de vuelta.
CANTO XV
Que tu risa y tu gracia
colmen todo motivo
ten sujeto tu nombre
será tu pie y es cierto
las estatuas exigen
nos volvimos en marcha
esbelto como nada
el rural que amontonas
–sereno de mi paz–
no sabría en qué forma
pero en estas canciones
ya te habrá perdurado
giras sobre la luz
anteayer Las Antípodas
el sepia es limpio y claro
el cuarto de la casa esta pared
el océano
apoyo de palomas
un frescor alabastro
nadie ha dicho soñar
pero será amor mío
la herida entre las hojas
el dragón ciñe poco
su garfio tintinea en el cristal nevado
giras sobre la luz
qué puede ser la luz sino nobleza
entrecejo que acepto
a borbotones regresará
y pasearemos juntos echadas las cortinas.
CANTO XVI
Transfigurar
el uso de las hendiduras
que acoraza en las sombras
latitud
dueñas de himnos para el tacto
anidan tras el borde las sirenas
túnicas insaciables
conducen a su riel de avistado hemisferio
oteamos la leve rozadura de la escama
el géiser
qué transparencia para dejarse intacto
corre el mundo por tu tez
y propone tatuar hacia lo hondo
lo anterior submarino
tú y yo espumamos el sitio que devora
la arena emerge la quilla de un velero
ya no será ese límite
–sobre mí las estrellas
miradas con fijeza el mundo muere–
como rueda de ángel
como viento a la rama
sin salir de raíz
asunta al firmamento
la luna del pinar
si nos salva
quedará de esa lumbre
en el rincón argenta
si eternizo
amor bajo palabras
que sea como gota
tras el índigo mago
retomar las distancias
aún de ese paisaje
espigar en los saltos
como los puentes
la pareja del polvo
y abrazados y solos existir
para no ser memoria.
CANTO XVII
De eternidad o de añoranza
el horizonte
que hizo comensales
y en el tercio ventanas y secretos
acertarán a ver
las aves del principio
rozaría un comienzo
el ver pasar el agua
el agua como ahora
llevará nuestros nombres
de flores bienvenida
pulirá su aguijón
en la oquedad que lame
al pie de los juncales
la gloria del vacío
donde la primavera
en lilas y heliotropos
lo transcurrido aguarda
y todo nacerá
el humo es un gigante
que te amansa y sonríe
mientras tenga palabras
sujetaré este junio
su filo desde un huerto
para no echarte nunca
y el jardín será claro
todo el tiempo siguiente
qué importa si concluye
la tierra en la península.
CANTO III
La casa
la yugular mordida
en la tromba de espumas
también era de nadie
la viga cavó al nácar
su castillo
de cadencia ignorada
al filo de los caños
gira desvencijado
en aluvión frenético
fenece la columna
combado el epicentro
su sismo en las astillas
y en abisal relieve
recala temerarios desnudos
al eje de catástrofe
contra la soledad
el afecto en la cal
que ilumina y esconde
enzarza en los escombros
el litoral
donde crujen mis venas
y regreso a tensar
uno a uno sus palos.
CANTO IV
La casa es un espacio
el temblor es más terco
donde las transparencias
en espinas de rocas
confunden a la suya
hará girar la grieta
lo que abisma y se yergue
en estampida
codiciosos postigos
cuando llegue la hora
las heridas
la piel
nada será olvidado
hará valer el tiempo
debajo de las cosas
el mar como a su encuentro
pondrá fin a un naufragio
el viento a su velamen
y a ese obstinado suelo
donde la luz padece
el ocre en los armarios
los pliegues de la blusa
el cajón que amontona
polillas en las dunas
temblorosos retratos
las pequeñas e inmóviles
ensenadas del polvo
como centros del agua
pasarán a ser gloria del sitio
mansamente
al sajuan perfumado
y al búcaro atendido.
CANTO IX
La casa en caracola
ahora que es tatuaje
soberana deslinda
el hogar de los sitios
amanece y es poco
los restos y las fibras
lo amargo de lo dulce
ella sabe que nombra
un tesoro de gesto
mar de leva ahora propio
que descubro entretanto
que oxidados los grifos
mal detienen
desdobladas las sábanas
el tropel del regreso
del amor
miro el copiado mar
y nada es comparable
a la bestia que puede
sostener su defensa
con las luces prudentes
las muñecas que íbamos
apartando del beso
regresan
con la simple costumbre de ser
igual las margaritas asoman
del desastre
y la herida no es grave
ni el perdón tarda o vence.
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