Poemas:
Yo que no soy patriota…
Proscrito en este amable destierro, todavía
Me saluda la gloria con ruidosa ovación…
Mas, no siento el latido de aquella tierra mía
Que entre sus dos arterias, es como un corazón…
Allá, un íntimo orgullo que es único, sentía;
Me nombraban los niños como salutación,
Y las bellas mujeres al hallarme en la Vía
—¡Adiós, Poeta! — amaban decirme en tierno son…
¡Qué cerca y ya qué lejos del plácido cariño
De aquellos que me vieron nacer, me vieron niño,
Y me guardaron de hombre, su afecto familiar!
Y es hoy que en mi resuena con eco más profundo
La voz de las mujeres más hermosas del Mundo
Que, sonriéndose, amaban saludarme al pasar…
La lucha
Fuerza es luchar ¡palestra es el combate!
donde el alma del fuerte se agiganta
donde la fiebre del esfuerzo late
y una peana triunfal, la vida canta.
Quién ante el dolor, su pendón no abate
marche a la cumbre con segura planta
pues si cae en la lid por rudo embate,
más grande como Anteo se levanta.
Tal de la vida es la perpetua guerra,
que hasta esa madre pródiga, la tierra
leyes tiene despóticas y extrañas.
Pues para dar sus frutos con ser madre,
es preciso que el hombre la taladre
¡hundiéndole el arado en la entrañas!
Biografía:
Ángel Falco, nacido en Montevideo en septiembre de 1885, fue un poeta de alma inquieta y de espíritu revolucionario, cuya obra marcó un antes y un después en las letras uruguayas. Su trayectoria, tejida entre la poesía, la política y la exploración de los límites del deseo humano, lo posiciona como una figura singular y provocadora de la literatura latinoamericana. Murió en 1971, pero su voz sigue resonando como un eco vibrante de su época.
En sus primeros años, Falco ingresó a la Academia Militar en 1899, participando activamente como teniente en la Revolución de 1904. Sin embargo, el estruendo de las armas cedió paso al de sus ideas: tras la guerra civil, abrazó con pasión las doctrinas de izquierda, que lo llevaron a ser perseguido y encarcelado. En este marco de luchas y convicciones nace su poesía, cargada de una fuerte impronta anarquista y revolucionaria, como queda patente en Cantos rojos (1906). Su pluma se convirtió en un arma de combate, pero también en un vehículo de sensibilidad.
Falco no solo fue un poeta político; fue un visionario que se atrevió a explorar terrenos inexplorados en su contexto cultural. En una sociedad aún tímida ante ciertos temas, Falco aludió al homoerotismo de manera explícita y lírica, utilizando figuras históricas como Alejandro Magno para enmarcar la belleza de lo diverso. En su poema Flor neutra, incluido en Vida que canta (1908), logra sintetizar esa visión con una audaz combinación de sensualidad y clasicismo. Este libro, compuesto por más de 160 sonetos, evidencia su maestría formal y su capacidad de renovar los temas eternos de la poesía.
En 1916, Falco se traslada a Buenos Aires, donde su espíritu creador no se detiene. Allí funda los periódicos Proteo y La Rasa, extendiendo su influencia más allá de las fronteras uruguayas. Este nuevo escenario amplió el alcance de su voz, consolidándolo como un puente entre la poesía y la acción, entre el arte y la crítica social.
Ángel Falco es recordado como un poeta que desafió convenciones, un creador que supo cantar tanto a la revolución como a la esencia humana en todas sus formas. Su legado, vibrante y único, sigue siendo una invitación a explorar la belleza sin fronteras ni prejuicios.