Poemas:
Enigma I
Tropezándonos con los enigmas
de la aurora y las tinieblas
del instante y el después
En el espanto o el ardor
creamos obras
labramos senderos
inventamos fábulas
gravamos máximas
prescribimos dogmas
engendramos mentiras o verdades
Víctimas o victimarios
rozamos la trama del mundo
Mientras el hogar
arde del otro lado del silencio
en el revés de las palabras
y los pensamientos.
Poesía II
Lo que es más que la palabra
pero que la palabra libera
Lo que es perecedero
pero renace más adelante
Lo que naufraga profusamente
pero sin cesar se construye
Lo que siempre nos sobrepasa
pero de su pasar somos semilla
Lo que tiene nombre de vida
pero que los días apartan
Lo que es evidencia
pero permanece en suspenso
Soledad
Soledad
almena sobre las llanuras inauditas
La sombra cesa de blandir sus oropeles
La ausencia ya no derrama sus torpores
Los pozos ya no engullen la estrella
Las cenizas ya no alteran el arroyo
A través de los árboles opacos
Se filtra el claro
Nacer
En el cruce de los tiempos
De los corazones y del azar
Naciste vivo
En lo más vivo de los vivientes
Se te dio gritos y habla
Goce alientos muerte
Y el canto inaudible
Que atraviesa las edades
Injertado al antes
Hacedor de futuros
Fundas la esperanza
En todo el medio de las desesperanzas.
Traducción Alfredo Silva Estrada
Mareas II
En marea alta
ejecutando
sus escalas
de gris o de calma
el océano versátil
se une al litoral
Testigos de estas maniobras
las casas recuerdan
marinos ahogados
Un niño llora
su fortaleza de arena
Y para aquel que pasa
según la hora
según el alma
la ensenada lleva a las riberas
o devela lo desconocido.
El viaje liberado
No hay muros
Te lo he dicho no hay muros
Estemos donde estemos canto y permanezco
Estemos donde estemos el presente no tiene edad
Si me despierto con la aurora
Y estás en mi vida
Estemos donde estemos las fuentes se desatan
El ancla no es del viaje
Te lo digo
El poema
Sin cesar
En lo vivo de sí mismo
Se acomete el poema
Espejos del instante
Fragmentos del deseo
Ecos del grito
Hurgando el hueso hasta la médula
Atravesando el hábito hasta el alma
Volviendo a abrir las puertas del espacio
Aliviando los desórdenes del espíritu
El poema
Se precipita sobre nuestras páginas ávidas
Explorando a la vez
Toda la llama
Y todo el agua.
Te amo, pájaro hostil
No es de morir de lo que morimos
Sino de llevar el día en mil astillas
De ser la presa de uno solo de nuestros rostros
De tener nuestras casas como el lugar
No es de morir de lo que morimos
Sino de la espuma que pierde memoria
De sus sienes de océano
De la hierba violentada en su guarida
De las llanuras que la hora endurece
Ahítas de selvas insondables
Por develar sólo una de sus ramas
Y del azar,
Atolón que se reduce
Vida atigrada sobre nuestras vidas
¿Con qué red apresarte?
Te amo, pájaro hostil
La otra mirada
Si te tropiezas con los muros de carne
Si tus palabras naufragan antes de nacer
Si tu sangre se aferra a tus huesos
Y tu mirada pierde el sendero
¡Haz un llamado a la otra mirada!
La mirada que transgredí el mundo
Y distancia el tiempo singular
En la angostura de los días
Cuando se abisma la penumbra
¡Amotina la otra mirada!
Su brillo te buscaba.
Biografía:
Andrée Chedid (El Cairo, 20 de marzo de 1920 – París, 6 de febrero de 2011) fue una escritora francesa de origen cristiano libanés. Estudió en la Universidad americana de El Cairo, donde se graduó en periodismo en 1942, año en el que se casó con Louis Chedid, por aquel entonces estudiante de medicina y con quien se fue a vivir al Líbano en 1943, donde publicó su primer poemario en inglés On the Trails of My Fancy ese mismo año.
En 1946, se instalaron definitivamente en París, su marido comenzó a trabajar en el Institut Pasteur y ambos adquirieron la nacionalidad francesa. Es madre del cantante Louis Chedid y de la pintora Michèle Chedid-Koltz, su nieto Matthieu Chedid, también es cantante. Falleció en París el 6 de febrero de 2011.
Fue galardonada con la Legión de Honor en 2009 y con el Premio Goncourt de poesía en 2003.