Poemas:
Me siento y coso
Me siento y coso -una tarea que parece inútil,
mis manos crecen cansadas y mi cabeza cargada de sueños-
escenas de guerra, el paso marcial de los hombres,
de rostro sombrío, de duras miradas, divisando más allá del conocimiento
las almas de los más pequeños, las de aquellos cuyos ojos aún no han visto la muerte,
ni tampoco han aprendido a mantener sus vidas, tan solo a respirar,
pero yo tengo que sentarme y coser.
Me siento y coso –mi corazón anhela y sufre-
ese terrible espectáculo, que el fuego feroz ofrece
sobre campos devastados, y hombres retorcidos que adoptan
posturas grotescas. Mi alma llena de compasión
grita suplicante, sólo anhelando ir
allí, hacia ese holocausto infernal, esos campos de aflicción,
pero tengo que sentarme y coser.
Pequeñas y estériles costuras, inútiles remiendos;
¿Por qué sueño yo aquí, bajo el techo de mi hogar,
mientras los muertos y los heridos yacen en el barro bajo la lluvia,
llamándome lastimeramente?
¡Tú me necesitas, Cristo! Esto no son señales
en un sueño rosa -esta costura tan inútil
me está ahogando- Dios, ¿debo sentarme y coser?
El ocioso
Un tiempo muerto en la carretera,
Recoge su trabajo y bosteza;
Un poco más, antes de la carga pesada.
Debe reducirse a cenizas o arcilla.
No importa si el mundo ha caminado
Y despreciaba su lentitud cuando pasaba rápidamente;
No importa, si en medio de la multitud ocupada,
Él saluda una cara finalmente infantil.
Su misión? Bueno, solo hay uno
Y si es una misión, él lo sabe, no,
Para ser un ocioso feliz, para relajarse y tomar el sol,
Y sueña, pasa tus largos días.
Entonces sueña, su vida feliz pasa
Contenido, sin ambición, suspiros dolorosos,
Hasta que las arenas fluyan hacia el vidrio;
Él sonríe, feliz, impasible y muere.
Y sin embargo, con toda la pena que sientes
Por esta pobre sofocación de esta llama, el mundo;
¿Eres el mejor para tu trato desesperado,
¿Cuándo se proyectan, como él, en el infinito?
PENSAMIENTO
Una veloz, sucesiva cadena de cosas
Ese destello, como un caleidoscopio ahora adentro, ahora afuera.
Ahora recto, ahora arremolinándose en anillos salvajes,
Sin orden, ni ley, empuja sus movimientos.
Pero incesante, persistente, siempre vaga apresurado.
[…]
MUERTE
Un viajante quien ha oído siempre
Que en esta travesía un día él se irá,
Sí se estremece ahora, cuando con la palabra fatal
Él se inicia en el camino solitario y triste,
El pasado, una página de alegría y aflicción, –
el futuro, nadie puede decir.
FE
Ciego aferrarse a una popa, cruz de piedra,
O puede ser de frágil hechura;
Ojos cerrados, oídos cerrados a la triste mugre de la tierra
Inamovible, serena, el mundo lejos
De los pensamientos- la mente indiferente a otro día.
Biografía:
Alice Ruth Moore Dunbar Nelson (Nueva Orleáns, 19 de julio de 1875 – Filadelfia, 18 de septiembre de 1935) fue una poeta, periodista y activista política estadounidense. Formó parte de la primera generación de negros nacidos libres en el Sur tras la Guerra Civil. Fue una afroamericana destacada en el florecimiento del llamado Renacimiento de Harlem. Su primer marido fue el poeta Paul Laurence Dunbar; después de él se casó con el médico Henry A. Callis; y al final se casó con Robert J. Nelson, poeta y activista por los derechos civiles.