Poesía de Cuba
Poemas de Alex Fleites
Alex Fleites, nacido en Venezuela y de nacionalidad cubana, es un poeta, escritor y traductor cuya vida y obra se entrelazan con el panorama literario contemporáneo de Cuba. Graduado en Filología por la Universidad de La Habana en 1980, Fleites ha dejado una huella indeleble en diversas publicaciones culturales de la isla, como Juventud Rebelde, El Caimán Barbudo, Cine Cubano, Revista Unión y Arte Cubano, donde ha trabajado como crítico y editor.
La carrera literaria de Fleites comenzó con fuerza en 1974 con la publicación de “Primeros argumentos“, un libro de poesía que ya mostraba su destreza con el lenguaje y su sensibilidad poética. Dos años más tarde, “Dictado por la lluvia” consolidó su reputación como una voz lírica potente y evocadora. Con “A dos espacios“, que ganó el prestigioso Premio “Julián del Casal” en 1981, Fleites demostró una vez más su capacidad para capturar la esencia humana en sus versos.
La década de los ochenta fue particularmente prolífica para Fleites, con obras como “De vital importancia” (1984) y “El Arca de la serena alegría” (1985), esta última galardonada con el Premio “13 de Marzo”. “Memorias del sueño” (1989) y “Ómnibus de noche” (1995) continuaron su exploración poética, mientras que su incursión en la literatura infantil con “Las dos macetas de geranios” (2003) mostró su versatilidad como escritor.
Fleites no solo es reconocido por su poesía, sino también por su trabajo como traductor. Su antología “Balada feroz” (1991) incluye traducciones de poetas brasileños como Vinícius de Moraes y Cecilia Meireles, evidenciando su habilidad para captar y transmitir la esencia de otras culturas poéticas. Además, ha traducido a figuras prominentes como Fernando Pessoa y Chico Buarque, ampliando así el alcance de su influencia literaria.
En el ámbito internacional, Fleites ha sido incluido en importantes antologías como “L’isola che canta” (1998) y “Die Poetische Insel” (1998), reflejando su relevancia y reconocimiento más allá de las fronteras cubanas. Sus obras han sido traducidas y publicadas en diversas lenguas, mostrando la universalidad de su poesía.
“Un perro en la casa del amor” (2003) y “La violenta ternura” (2006) son otras de sus destacadas obras poéticas, mientras que “Canta lo sentimental” (2011) y su colaboración con Marjorie Evasco en “Fishes of Light/Peces de luz” (2013) destacan por su innovación y profundidad emocional.
Alex Fleites ha construido un legado literario sólido, caracterizado por su talento poético y su capacidad para conectar con lectores de diversas culturas. Su obra, tanto en la poesía como en la traducción, continúa siendo un faro en el paisaje literario cubano y una inspiración para futuras generaciones de escritores.
En ocasiones, trunco
¡Vaya que uno amanece, en ocasiones, trunco!
Roque Dalton
La noche anterior,
la de los azufres y los óleos,
doblé con amor los pantalones
pero, sin querer,
adentro me dejé las piernas
Ahora no puedo salvarme
de los cuchillos del invierno,
impedido como estoy
de amar la lejanía
Recorro con lentitud las fotos,
los grabados
buenos para ahuyentar
a la simuladora,
mas de regreso
ya no tengo los ojos,
perdidos en venturosos
laberintos,
en detonantes manchas de color
que invitan a saltar
quién sabe a dónde
En esta situación,
¿qué me queda
sino los dedos de golpear,
las cejas inocentes?
Con curioso terror
espero esta mañana a los amigos
Tras los poemas,
los abrazos,
después de inventariar
los odios candorosos
y las claras incitaciones
de la vida,
terminarán así, los distraídos,
echando en su equipaje
mis dos manos
Mujer danzando en una pieza de hotel
No va a poder con la mirada
cuando la luz que irradie su figura
haga estallar la oscuridad del cuarto
No va a poder con el arrobo
de quien la mira danzar,
isadora, ante el espejo,
mientras no acierta con el interruptor
que devolverá las prendas a su sitio
y hará del balcón suspendido sobre el puerto
un pasadizo directo hacia la noche
No va a resistir esa mirada
que descubre acordes a las manos
para que recorran el cuerpo
como si de la sabiduría de los dedos
pendiera la magia de su magia
Da el terral en el reloj de la garganta
en el momento en que no hace sino danzar
sobre la piel del hombre,
hasta no ser más
que una muchacha en movimiento,
un pobre pájaro proyectado
en la pared-cinematògrafo
Cae la sábana a sus pies,
y no hay aplausos
A la mañana, el mundo acogerá a dos mortales
Alguien enciende las luces del planeta
Para Zaida del Río
Entre tus manos
y este objeto retórico que es mi corazón
el viento del Caribe ha completado un círculo
En él se ve, como a través del agua,
la fronda que tu pulso dictó secretamente
para que mi palabra se echara a descansar
después de una larga jornada por el mundo
A veces sucede una llamada nocturna
y tengo que desandar la trama de las hojas
hasta llegar a ese punto donde sólo tú eres posible,
animal entrampado bajo su desnudez de miedo
Hay quienes padecen la más cruel belleza
Cierra al dormir, amiga, la ventana
Sería fatal que te inundaras de estrellas
En todo momento
un hombre enciende las luces del planeta
Basta para ello que dentro de su cabeza
alguien dibuje pájaros y árboles
Cuida de mi voz como de un pobre perro
Es lo que tengo para salvarte y salvarme
Nocturno
Mujer
Se ha visto
Que los sueños
Raramente
se cumplen.
Mejor
Será
Defender
Este insomnio.
El hijo prodigo
Y heme aquí en el punto del comienzo
Cabalgué como un predestinado
Cabalgué como un renuente
Cabalgué con la inocencia
de quien pierde la lumbre,
el sosiego que sólo fija el mar.
Aquí estuvo el hogar. Aquí, la mesa
sobre la que cantaba la hermanita
Aquí, los instrumentos de triturar olores
Aquí hubo una mujer cuidando el fuego
Aquí, los hijos, sus manos todavía inhábiles,
nos prevenían, nos incitaban, nos exigían más
Quien padece la salmodia del viento
no teme llamar a los postigos
Sólo entrever –la humildísima hendija–
Adentro se oyen pasos similares a los míos
Adentro, los murmullos, las caricias invisibles
Adentro, el tigre que desgarra los sueños
He vuelto, oidlo bien, he vuelto
Puedo pasar un día o un siglo ante el templo
con la apariencia de un borracho ciego
Terminarán por aceptar mi rostro
cruzado de verdes cicatrices
Visione laterale di nudo femminile
Para Roberto Fabelo
La noche aún no ha descendido
hasta el momento en que se funda
con el negro de los ojos
Es la peor hora
para la vista lateral de un cuerpo
que la luz resolvía con generosidad
Tan fina es la nariz
Exactos los volúmenes del seno y la pierna
La lúbrica mano justo en el lugar
El pobre Albert la entrevió
cercana y distante como el fruto
en la rama más alta del ciruelo
Y es rotunda como la verdad
Y es implacable como la venganza
Y es irrebatible como el tiempo
Y es sensible como el llanto
Y es, en resumen, como las grandes palabras
que nunca servirían para develar,
en su perfecta imperfección,
el amado perfil de una mujer desnuda
De un griot para sus hijos
Voy nombrando las partes
al tiempo que las toco
La lanzadera, el huso,
la fragua donde duermen
con ligerísimo sueño
el viento, el fuego y la materia
Purificado el cuerpo,
pasado el tiempo
del aprendizaje silencioso,
voy diciendo los nombres
que la noche me puso en los labios:
Gubia para extraer
el corazón de la madera
Escalpelo furioso
Pensativa reja del arado
Digo, nombro, tomo posiciones,
me apropio de lo que
siempre estuvo allí
para dolor y regocijo
Junto el barro del amanecer
Su forma ya no imita
Sólo quiere ser barro
Para que no se sequen,
expongo las palabras
sobre la hierba de la isla
En su oscura esencia
todo queda dicho
Comience el día, cada cosa
ocupe el espacio de su nombre
Pasado este momento,
pueden tocar mi túnico y mi carne
Dispongan del pan
que les dejo servido
Y no me reverencien
Después de todo
no soy más que un hombre,
irreconocible entre tantos
que a esta hora, en rebaño,
se agolpan a la entrada
de las usinas,
los estacionamientos
y los ministerios
- Michel Bulteau
- Eliza Roxcy Snow
- Daniel Gutiérrez Pedreiro
- Florencia Pinar
- Claudio Martínez Paiva
- Marco Antonio Campos
- Juan Gregorio Regino
- Leopoldo de Trazegnies Granda
- Gabriel Celaya
- John Galán Casanova
- Georges Lafenestre
- Jorge Cáceres
- Luzmaría Jiménez Faro
- Bob Perelman
- Manuel José Quintana
- Manuel Puga y Acal
- Sandro Cohen
- Claudia Rankine
- Cintio Vitier
- Juan Lozano y Lozano