Poemas:
CANTO CORAL A TUPAC AMARU
Lo harán volar con dinamita.
En masa, lo cargarán, lo arrastrarán.
A golpes le llenarán de pólvora la boca,
lo volarán: ¡Y no podrán matarlo!
Le pondrán de cabeza.
Arrancarán sus deseos, sus dientes y sus gritos.
Lo patearán a toda furia.
Luego lo sangrarán.¡Y no podrán matarlo!
Coronarán con sangre su cabeza;
sus pómulos, con golpes.
Y con clavos, sus costillas.
Le harán morder el polvo.
Lo golpearán: ¡Y no podrán matarlo!
Le sacarán los sueños y los ojos.
Querrán descuartizarlo grito a grito.
Lo escupirán.
Y a golpe de matanza lo clavarán:
¡y no podrán matarlo!
Lo pondrán en el centro de la plaza,
boca arriba, mirando al infinito.
Le amarrarán los miembros.
A la mala tirarán:¡Y no podrán matarlo!
Querrán volarlo y no podrán volarlo.
Querrán romperlo y no podrán romperlo.
Querrán matarlo y no podrán matarlo.
Querrán descuartizarlo, triturarlo,
mancharlo, pisotearlo, desalmarlo.
Querrán volarlo y no podrán volarlo.
Querrán romperlo y no podrán romperlo.
Querrán matarlo y no podrán matarlo.
Al tercer día de los sufrimientos
cuando se crea todo consumado,
gritando ¡LIBERTAD! sobre la tierra,
ha de volver.¡Y no podrán matarlo!
EL CUERPO QUE TU ILUMINAS
Porque eres como el sol de los ciegos, Poesía,
profunda y terrible luz que adoro diariamente.
Mis ojos se queman como los ojos de las estatuas
mi corazón padece como una vaso de vino en un armario.
Tú eres un puente de agonía, un mar animado
de agua viva y palpitante. Tú te alzas y brillas:
yo giro alrededor de ti; alta y pura te miro
como los perros a la luna, como un semáforo para morir.
¡Oh Poesía incesante, mi buitre cotidiano,
me tocó servirte en el reparto de sufrimientos:
como un niño exploraba las tierras pálidas del sol.
¡Oh Poderosa! Yo soy para ti uno de los miembros
de esta numerosa familia sideral
compuesta de padres e hijos milenarios.
Yo soy para ti la noche: Tú me enciendes,
ardo en el vientre universal,
rabio con las olas y las nubes,
escribo al girasol que me ama diariamente deslumbrado.
Yo te devuelvo, amor mío, como un espejo desierto
en cuyas entrañas están las cenizas de donde Tú renaces.
Yo te devuelvo amor, mi vientre se renueva sin cesar.
Tú te ocultas y muerdes, entonces, como una ola gloriosa,
llena de dulzura y vigor.
¡Oh Poesía, mi rayo divino y cruel, clava tu pico,
devora el fuego que me abate, apaga esta zarza inmortal!
He aquí mi cuerpo, roído por las estrellas,
pálido y silencioso como un dios que ha cesado
y que Tú arrastras, borrándolo, como el mar o la muerte.
PERU EN ALTO
Según mi modo de sentir el fuego
soy del amor: sencillamente ardiendo.
Según mi modo de sufrir el mundo,
soy del Perú, sencillamente siendo.
Tierra de Sol, marcada al negro vivo,
llorando sangre por los poros, sombra
a media luz del bien, a media noche
del día por venir. Yo estoy contigo.
Golpe, furia, Perú: ¡Todo es lo mismo!
Saber, a ciencia incierta, lo que somos,
buscando, a media luz, otro destino,
con todo el cielo encima de los hombros.
Por eso quiero alzarte, recibirte
con los besos abiertos,
junto a la luz,
ardiendo de alegría.
A OTRA COSA
Basta ya de agonía. No me importa
la soledad, la angustia ni la nada.
Estoy harto de escombros y de sombras.
Quiero salir al sol. Verle la cara
al mundo. Y a la vida que me toca,
quiero salir, al son de una campana
que eche a volar olivos y palomas.
Y ponerme, después, a ver qué pasa
con tanto amor. Abrir una alborada
de paz, en paz con todos los mortales,
Y penetre el amor en las entrañas
del mundo. Y hágase la luz a mares.
Déjense de sollozos y peleen
para que los señores sean hombres.
Tuérzanle el llanto a la melancolía.
Llamen siempre a las cosas por su nombres.
Avívense la vida. Dense prisa.
Esta es la realidad. Y esta es la hora
de acabar de llorar mustios collados,
campos de soledad. ¡A otra cosa!
Basta ya de gemidos. No me importa
la soledad de nadie. Tengo ganas
de ir por el sol. Y al aire de este mundo
abrir, de paz en paz, una esperanza.
SI ME QUITARAN TOTALMENTE TODO
Si me quitaran totalmente todo
si, por ejemplo, me quitaran el saludo
de los pájaros, o de los buenos días
del sol sobre la tierra
me quedaría
aún
una palabra. Aún me quedaría una palabra
donde apoyar la voz.
Si me quitaran las palabras
o la lengua
hablaría con el corazón
en la mano,
o con las manos en el corazón.
Si me quitaran una pierna
bailaría en un pie.
Si me quitaran un ojo
lloraría en un ojo.
Si me quitaran un brazo
me quedaría el otro,
para saludar a mis hermanos,
para sembrar los surcos de la tierra,
para escribir todas las playas del mundo, con tu nombre
amor mío.
TAMBOR DE SAUDADE
Bajo la luna y bajo el sol, en la maleza delirante,
Bembo golpea la tierra como si fuera un gran tambor,
y el vuelo de las garzas lleva el aire de los presagios.
Como si fuera un baile, todo el universo se agita:
los viejos flamencos, las hojas, las orquídeas
y el grito de los pájaros es un augurio.
Vestido de gala, sin su collar de blancos dientes,
sin piel de lagarto ni plumas de papagayo,
Bembo toca el tambor oscuro de los delirios.
En la sala de baile, bajo las luces hirientes,
y el saxofón que sopla como un elefante enloquecido,
las trompetas anuncian el juicio final de la tristeza.
Y de su caja de música, que es una caja de sorpresas,
Bembo, el brujo, hace surgir las melodías futuras.
Los tambores del Brasil suenan lentos como la vida que empieza
o como la muerte que empieza su prodigioso nacimiento,
y el mágico tam-tam de su corazón emocionado
llena el pecho del hombre de una palpitación indescriptible
y el vientre de la hembra de un ruido sofocante.
Biografía:
Alejandro Romualdo Valle Palomino (1926-2008) es una figura insigne en la literatura peruana del siglo XX, especialmente en la denominada generación del 50. Nacido en Laredo, Trujillo, el 19 de diciembre de 1926, Romualdo fue un poeta multifacético que dejó una marca indeleble en la poesía hispanoamericana.
Tras cursar estudios de Literatura en la Facultad de Letras de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, el joven poeta ganó el Premio Nacional de Poesía en 1949 con su primer libro, “La torre de los alucinados“. Esta obra marcó el inicio de una carrera literaria impresionante que abarcó diversas etapas creativas.
Durante su estancia en España, entre 1952 y 1953, Romualdo profundizó su conocimiento de la poesía, pero al regresar a Lima, su poesía tomó un giro político y social. Se convirtió en un firme defensor del marxismo y de la lucha revolucionaria, y su poesía reflejó esta transformación. Su poema más conocido, “Canto coral a Túpac Amaru, que es la libertad“, fue aclamado como un alegato poético de liberación en tiempos de represión bajo el gobierno dictatorial de Manuel A. Odría.
Romualdo también se destacó como docente y periodista, colaborando con diarios como La Crónica y La Prensa, así como con revistas culturales y literarias. Su enfoque político en la poesía no pasó desapercibido, y se convirtió en una figura prominente en el ámbito literario y político de la época. Además de su labor poética, Romualdo dejó su huella en la música, ya que en 1976 ganó el premio del Festival OTI con su poema “Quiero salir al sol“, que fue musicalizado y ampliamente difundido.
Alejandro Romualdo Valle Palomino dejó una profunda influencia en varias generaciones de escritores y periodistas peruanos a lo largo de su destacada carrera como docente en la Universidad de San Martín de Porres.
Su poesía, ecléctica en cuanto a influencias, mezcló elementos del modernismo, las preocupaciones existenciales de César Vallejo y una visión cósmica de la naturaleza que recuerda a Pablo Neruda. Su obra es una manifestación de incontenible energía lírica y compromiso social, lo que lo convierte en una de las voces literarias más poderosas y emblemáticas del Perú y de América Latina.
Entre sus obras más destacadas se encuentran “La torre de los alucinados“, “Cuarto mundo“, “El movimiento y el sueño“, y “Mapa del paraíso“, que reflejan su evolución poética y su compromiso con los problemas y las aspiraciones de su tiempo. El legado de Alejandro Romualdo sigue siendo relevante en el panorama literario del Perú y más allá, continuando inspirando a nuevas generaciones de poetas y lectores.