Poesía de Francia
Poemas de Aimé Césaire
Aimé Fernand David Césaire (Basse-Pointe, Martinica, 26 de junio de 1913-Fort-de-France, ibídem, 17 de abril de 2008) fue un poeta y político francés. Fue el ideólogo del concepto de la negritud y su obra ha estado marcada por la defensa de sus raíces africanas.
Cuaderno de un retorno al país natal (fragmento)
1
Partir.
Así como hay hombres-hiena y hombres-pantera, yo
seré un hombre-judío,
un hombre cafre
un hombre-hindú-de-Calcuta
un-hombre-Harlem-sin-derecho-a-voto
El hombre-hambre, el-hombre -insulto, el hombre-tortura
se le podría
prender en cualquier momento, molerlo a golpes-matarlo
por completo
sin tener que rendirle cuentas a nadie.
2
Un hombre judío
un hombre-progom
un perro de caza
un pordiosero.
Pero, ¿es que puede uno matar el remordimiento, bello
como la cara de sorpresa de una dama inglesa al encontrar
en su sopa un cráneo de hotentote?
Yo reencontraría el secreto de las grandes comunicaciones
y de las grandes combustiones. Diría tempestad, diría río.
Diría ciclón. .Diría hoja. Diría árbol, mejorarían todas las
lluvias, me humedecerían todos los rocíos.
Me revolcaría como sangre frenética sobre la lenta corriente
del ojo de las palabras,
en caballos locos, en niños tiernos, en toques de queda en vestigios
de templo, en piedras preciosas, lo bastante lejos como para
descorazonar a los menores.
Quien no me comprenda no comprenderá el rugido del tigre
Supervivencia
Te evoco
bananero patético que agitas mi desnudo corazón
en el día salmodiante
te evoco
viejo hechicero de las montañas sordas por la noche
justamente la noche que precede a la última
y sus redobles de tedio golpeando en la poterna loca de las ciudades
enterradas
pero no es sino el preludio de las selvas en marcha sobre el cuello
sangrante del mundo
es mi odio singular
llevando a la deriva sus témpanos de hielo en el aliento de las
verdaderas llamas
dadme
ah dadme el ojo inmortal del ámbar
y sombras y tumbas de granito cuadriculado
pues la barrera ideal de los planos húmedos y de las hierbas
acuáticas
escucharán en las zonas verdes
los intérpretes del olvidos anudándose y desanudándose
y las raíces de la montaña
exaltando la estirpe real de los almendros de la esperanza
florecerán por los senderos de la carne
(la penuria de vivir pasando como una tempestad)
mientras que bajo el cartel del cielo
un fuego de oro sonreirá
al canto ardiente de las llamas de mi cuerpo
Sol serpiente
Sol serpiente ojo fascinador ojo mío
el mar piojera de islas crujiendo en los dedos de las rosas
lanza-llamas y mi cuerpo intacto de fulminado
el agua eleva las osamentas de luz perdidas en el corredor sin pompa
torbellinos de hielo aureolan el corazón humeante de los cuervos
nuestros corazones
es la voz de los rayos domesticados que giran sobre sus goznes de lagartija
traslado de anolis al paisaje de vidrios rotos
son las flores vampiros que suben a relevar las orquídeas
elixir del fuego central
juego justo fuego mango nocturno cubierto de abejas
mi deseo un azar de tigres sorprendidos en los azufres
pero el despertar estañoso se dora con los yacimientos infantiles
y mi cuerpo de guijarro que come pescado que come
palomas y sueños
el azúcar de la palabra Brasil en el fondo de la ciénaga
Tam-tam de noche
manada de okapis dado al llanto el río de los dedos carnudos
hurga en el cabello de las piedras mil lunas espejos giratorios
mil mordiscos de diamantes mil lenguas sin oración
fiebre almocárabes de arco oculto al remolque de manos de piedra
cosquilleando la sombra de los sueños sumergidos en los simulacros
del mar
Entre otras matanzas
Con todas sus fuerzas el sol y la luna se estrellan
los luceros caen como testigos demasiado maduros
y como una lechigada de ratones grises
no temas nada prevé tus crecidas aguas
que si bien se llevan la ribera de los espejos
han salpicado lodo en mis ojos
y veo veo terriblemente yo veo
que de todas las montañas de todas las islas
sólo restan los pocos dientes cariados
de la impenitente saliva de la mar
Blues de la lluvia
Aguacero
bello músico
al pie de un árbol desvestido
entre las armonías perdidas
cerca de nuestras desencuadernadas memorias
entre nuestras manos de derrota
y pueblos de extraña fuerza
dejamos colgar nuestros ojos
y naciente
desenrollando el cordón de un dolor
sollozamos.
Traducción de José Luis Rivas
Pasajes
(la necesidad de la especiación
no siendo aceptada más que en la medida
en que legitime las más audaciosas
transgresiones)
pasar dice él
y que dure cada moretón
pasar
pero no sobrepasar las memorias vivas
pasar
(pensar es muy rápido)
de cada paisaje guardar intenso el trance
del paso
pasar
anábasis diabasa
ya
se revela desde el revoltijo a lo lejos
tribulación de un volcán
el alto de un vivo termitero
Traducción de Christian Anwandter
- Fanny Rubio
- Juan José Lora
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