PIROPOS
Una palabra en la distancia me golpeó de pronto.
Una palabra y un silencio que se borró a sí mismo
en el significado obsceno de la conjugación de un verbo.
La mujer contiene su ira contra el lenguaje
y se coloca los audífonos para no sentir nada,
para habitar en los espacios del sonido,
la tranquilidad paralela del sonido,
ajena a los disparates de su raza.
Limpia de la lujuria de las calles,
dentro de sí misma.
Protegida de todo y todos,
sin perfumes, ropas y sonrisas,
inocente, libre, todavía niña,
sin curvas o edades,
sin sexo.
LLUVIA DE ABROJOS
No cesará este rayo que me habita
el corazón de exasperadas fieras.
Miguel Hernández
No cesará este rayo que me habita
la muerte en el sagrado cautiverio
si la sangre domina otro misterio
en las alas de la ciudad chiquita.
Un ruiseñor febril al pueblo incita
abriéndole su triste monasterio.
Tras el barro, la pluma y el criterio,
sólo el dolor del canto resucita.
Nace un fulgor, herido en el develo
de un pasado indomable que se atreve,
abro el pecho al ardor de las higueras
donde el hombre en su surco es otro cielo,
cárcel, lluvia de abrojos que conmueve
el corazón de exasperadas fieras.
(MENCIÓN PREMIO REGINO PEDROSO 2018)
LOS QUE VENDRÁN
Los que han acabado de llegar
nunca sabrán de nuestra desesperación,
esa que ya ha sido inyectada a sus venas
con sueros de promesas y gloria,
y es difícil competir contra ese arte
desconocido para los verdaderos artistas.
Los que vendrán
serán los genios y mediocres del mañana
y llevarán sobre la espalda
el peso de sus falsas diferencias.
Aullarán como perros hambrientos
sus ambiciones en nuestros oídos,
nos creerán tontos,
perdedores del tiempo y la vida.
Nosotros solo observaremos
del lado más seguro de la pista,
y estaremos serenos, dispuestos,
cuando se dirijan a nuestra puerta a preguntar
lo que muchos años atrás nosotros preguntamos.