La esfera y el tiempo…
Pica y se extiende
Reseñar el libro La esfera y el tiempo (Editorial Unicornio, 2007), del historiador e investigador Félix Julio Alfonso, sea quizás tan difícil, y recurriendo a términos beisbolísticos, como remontar un marcador adverso, por mucho. Me explico, se trata de un volumen fundacional que inaugura —al menos en nuestro país—, un quehacer literario derivado de nuestro pasatiempo nacional donde la literatura que se desprende del béisbol ha sido hasta el momento tarea del periodismo y de recopiladores y publicistas de datos estadísticos. (Aunque en el campo de la poesía y la narrativa el tema ha ido tomando cuerpo como lo demuestran el cuaderno Infield hit de José Antonio Taboada y la recién publicada antología de cuentos Escribas en el estadio).
Por otra parte estamos ante una obra que adquiere su dimensión precisamente por la cantidad de sucesos, y eventos, deportivos o no, que reseña. Algo así como el clásico ir bailar en casa del trompo, o mejor, para entrar en ambiente, venir a darle lecciones de bateo a Agustín Marquetti o Antonio Muñoz.
La esfera y el tiempo nos devela que estamos ante un autor multifacético, cuyas armas se mueven entre la erudición y un cuidado del estilo realmente notable. Contar con semejantes recursos le ha permitido a Félix Julio poner a consideración del público una colección de ensayos, artículos y reseñas que gustarán lo mismo a interesados en las inevitables conexiones entre la historia, la cultura y la dinámica y el devenir de un pueblo que se ha hecho, entre otras cosas, jugando al béisbol. Que a los entendidos y cazadores de curiosidades relacionadas con el apasionante deporte.
En cuanto al béisbol como puerta abierta a la cultura en su sentido más amplio, una detenida lectura del ensayo que inicia la colección, “Arqueología del béisbol cubano” (el término usado aquí, aclara el autor, va más allá del lenguaje de las piedras o las ruinas y se enfila hacia el análisis de los “saberes” como estableció en una de sus obras el filósofo Michel Foucault), nos pone ante un descubrimiento tan asombroso como obvio. ¿Era la pelota el ingrediente que faltaba al ajiaco cubano? Nos agrada pensar que sí. De alguna manera el béisbol nos define y algo de lo mejor de la esencia y el espíritu del vecino del norte debía llegarnos y hacer furor. Algo que fuera lo necesariamente perdurable y que se aviniera con nuestra idiosincrasia.
No importa entonces cuándo y dónde se celebró el primer partido, oficial o no. Es exacto a lo que sucede con el danzón, el dato de la fecha de la primera vez que se tocó “Las alturas de Simpson” no ha resistido el rigor de una investigación profunda. Pero ahí están baile y pelota, y para más casualidad, implicando a la misma ciudad: Matanzas, que en este caso el alias de Atenas bien le vale.
Libro escrito en sentido cronológico, La esfera… toca aristas del béisbol que van desde la visión de la higiene y la salud de fines del siglo XIX, época “romántica y aristocrática” de este juego, hasta el reconocimiento a autores que entregaron su vida y obra al llamado juego de las bolas y strikes, como es el caso de Severo Nieto. Es en la selección de dichos aspectos donde el libro de Félix Julio podríamos decir, gracias otra vez al lenguaje prestado al pasatiempo que nos ocupa, que pica y se extiende:
¿Sabía usted que el acorazado Maine poseía un equipo de béisbol de cuidado, campeón de la marina norteamericana para más señas? ¿Cuán vieja es relación entre la pelota y el azúcar o entre el béisbol y la moda? ¿Qué atención le mereció a José Martí este deporte? ¿Existe una historia compartida, de pueblos hermanados por el béisbol, cuando hablamos de peloteros de lujo que jugaron en México y Venezuela? ¿Ha pasado la hora de las mujeres en el círculo de espera o ha reparado usted en la cantidad de frases robadas al lenguaje beisbolero que se usan en la vida cotidiana?
En diciembre de 2000 fui jurado del concurso literario Premio de la Ciudad, en Nueva Gerona, y tuve el honor de premiar un cuaderno titulado Infield hit, del poeta José Antonio Taboada. El ensayo titulado “Infield hit: una poética del béisbol”, es la mejor reseña que se le pueda hacer a dicho cuaderno. Cuaderno y reseña nos muestran que poeta e investigador optan por el texto y la experiencia, vida y deporte, en que no solo vale el batazo de cuatro esquinas, sino el pequeño toque o roletazo que te “lleve sigiloso a la primera almohadilla”, desde donde ya es “imposible retroceder”.
Y si hablamos de pelota y literatura no podemos dejar de mencionar el ensayo “El viejo (DiMaggio) y el mar”. En esta ocasión Félix Julio recrea el relato de Hemingway a través de la analogía de este con el béisbol. El resultado es más que sorprendente, no hay relectura más perspicaz. El pescador, su soledad, y la magnitud de su lucha contra el pez son más de una clave que nos propone revisitar una y otra vez a la gran estrella, no en su hora divina, sino en la otra, la humana, esa en la que uno se mira los palos de la vida en sus propias manos. Confieso que leyendo este ensayo experimenté, casi intacta, la emoción juvenil que me produjo en su momento la lectura de El viejo y el mar.
Pero aún hay más, el tema conecta a autores tan dispares como el imprescindible Alejo Carpentier y el oscuro recluso común devenido escritor Eladio Bertot. Al primero se le debe una de sus páginas más curiosas y frívolas, Félix Julio nos la refiere en su texto “Carpentier y la moda”, disección en la que el investigador nos permite tomar el pulso de la pasión por el béisbol que reinaba en La Habana de la juventud del autor de El Siglo de las Luces.
El cuento de Eladio Bertot titulado “La venta de los esputos” ha dado lugar a uno de los ensayos más interesantes de La esfera… En “Béisbol, violencia y presidio”, Félix Julio incursiona en el mundo de los presos comunes del Presidio Modelo del capitán Pedro Abraham Castell, procónsul en funciones lombrosianas del general Machado en Isla de Pinos. Un mundo en el que los esputos de un tuberculoso, mano de algún fanático mediante, podían acabar en la leche condensada del mejor de los lanzadores reclusos, vencedor cada domingo en los partidos celebrados al pie de las circulares.
Sin embargo, La esfera y el tiempo aún no es un libro perfecto. En términos de investigación y producción literaria derivada la obra perfecta es aquella que debe causar más de una sospecha porque no es susceptible a enriquecerse. En este sentido estamos en presencia de un libro vivo por sus omisiones y como toda obra fundacional por la cantidad de caminos y temas que propone.
Para terminar debemos mencionar la notoria influencia del escritor Roberto González Echevarría en la obra de Félix Julio. Huella que está en la mirada múltiple, omnívora, hacia el grande tema del béisbol, el deporte del que según González Echevarría decía, como si se tratara del coach de todos los filósofos, y que cita Félix Julio como exergo de La esfera y el tiempo: “…me maravilla pensar en cuantos juegos de pelota se han celebrado en Cuba desde que Nemesio Guilló volvió a la isla con un bate y una pelota en su baúl de estudiante, y en cuantos días han caído desde entonces en el abismo del tiempo.”
Francisco García González. La Habana, 1963 Narrador, guionista de cine y periodista
Licenciado en Historia por la Universidad de La Habana (con especialidad en Historia de América). Tiene publicado los volúmenes de cuentos Juegos Permitidos (Editorial José Martí, 1994); Color local (Editorial Extramuros, 2000); Presidio Modelo: temas escondidos (Centro Pablo de la Torriente Brau, 2002); ¿Qué quieren las mujeres? (Editorial Unicornio, 2003); Historia sexual de la nación (Editorial Unicornio, 2005); Leve Historia de Cuba (Pureplay Press, 2007); Escribas en el estadio, antología de cuentos de béisbol (Editorial Unicornio, 2007); La cosa humana (Editorial Oriente, 2009); Todos los cuentos de amor (Editorial Letras Cubanas, 2009); y La reja entreabierta, antología sobre el tema de la cárcel (Ediciones UNIÓN, 2009). Ha obtenido los premios en concursos de cuentos nacionales: Pinos Nuevos 1993; Hemingway 1999; Revolución y Cultura 1995; Luis Rogelio Nogueras 1997; Cuentos de Amor de Las Tunas 1995; Aquelarre 2003; Premio Oriente de Narrativa 2008 y La Pupila Insomne 2009. En concursos internacionales: Giribilla International Association of New York, 1998, y de la Huber Bals Fund, Holanda, 2002. También ha recibido menciones en los Concursos de Narrativa Ítalo Calvino 1997; La Gaceta de Cuba 1993 y 1996; así como Casa de Teatro 2003 y 2005. Es autor de los guiones de las películas Lisanka, del director Daniel Díaz Torres; Boleto al paraíso, del director Gerardo Chijona (ganadora del Premio a la Mejor Película Latinoamericana del Festival de Málaga 2011 y propuesta a los Premios Goya 2012); y del cortometraje Efecto dominó, del director francés Gabriel Gauchet.