Ciclo Piratas de las Antillas

Yolanda, la hija del Corsario Negro

Resumen del libro: "Yolanda, la hija del Corsario Negro" de

“Yolanda, la hija del Corsario Negro” es una de las novelas más emocionantes de Emilio Salgari, un autor italiano conocido por sus relatos de aventuras exóticas que marcaron generaciones de lectores. Salgari, maestro de la narrativa épica y creador de figuras legendarias como Sandokán y el Corsario Negro, combina en sus historias una acción trepidante con descripciones vívidas de lugares y personajes. Aunque nunca viajó a los escenarios que describe, su habilidad para construir mundos a partir de una intensa investigación y su imaginación desbordante lo han convertido en un referente de la literatura de aventuras.

En esta continuación de la saga del Corsario Negro, Salgari traslada a los lectores a las peligrosas aguas del Caribe, donde Henry Morgan, antiguo lugarteniente del Corsario Negro, lidera una tripulación de filibusteros. Ahora capitán de “El Rayo”, Morgan mantiene vivo el espíritu rebelde de su predecesor, enfrentándose a los enemigos de siempre: los españoles. Cuando se entera de que Yolanda Ventimiglia, hija del legendario Corsario Negro y la noble Honorata Wan Guld, ha sido capturada por el ambicioso conde de Medina y Torres, Morgan no duda en reunir a sus hombres para embarcarse en una misión de rescate.

La figura de Yolanda, joven heredera atrapada en un conflicto de poder y legado, añade una dimensión profundamente humana a esta historia de corsarios y batallas navales. Su valentía y determinación contrastan con las intrigas del conde, cuyo plan de apoderarse de su herencia subraya la codicia y la traición como fuerzas motrices del antagonismo. Los personajes secundarios, como los leales Carmaux y Wan Stiller, aportan dinamismo y camaradería, enriqueciendo la narrativa con momentos de humor y sacrificio.

La novela no solo ofrece acción a raudales, sino también una reflexión sobre el honor y la lealtad, valores que Salgari explora a través de sus héroes. Con un estilo ágil y una trama que no da respiro, “Yolanda, la hija del Corsario Negro” es un relato vibrante que captura el espíritu de aventura y heroísmo que define la obra de Salgari. Una lectura indispensable para quienes buscan revivir el romanticismo de los mares caribeños y las hazañas de los corsarios.

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Capítulo I. La taberna del Toro

Aquella noche, contra lo acostumbrado, la taberna del Toro hervía de gente, como si algún importante acontecimiento hubiese acaecido o estuviera próximo a ocurrir.

Aunque no era de las mejores de Maracaibo y solía estar concurrida por marineros, obreros del puerto, mestizos e indios caribes, abundaban, la noche de que hablamos —cosa insólita—, personas pertenecientes a la mejor sociedad de aquella rica e importante colonia española: grandes plantadores, propietarios de refinerías de azúcar, armadores de barcos, oficiales de la guarnición, y hasta algunos miembros del Gobierno.

La sala, bastante grande, de ahumados muros y amplios ventanales, mal iluminada por las incómodas y humeantes lámparas usadas al final del siglo decimosexto, no estaba llena.

Nadie bebía y las mesitas adosadas a la pared estaban desiertas.

En cambio, la gran mesa central, de más de diez metros de largo, estaba rodeada por una cuádruple fila de personas que parecían presa de vivísima agitación, y que hacían apuestas que hubieran maravillado hasta a un moderno americano de los Estados de la Unión.

—¡Veinte piastras por Zambo!

—¡Treinta por Valiente!

—¡Valiente recibirá tal espolonazo, que caerá al primer golpe!

—¡Será Zambo quien caiga!…

—¡Veinticinco piastras por Valiente!

—¡Cincuenta por Zambo!

—¿Y vos, don Rafael?

—Yo apostaré por Plata, que es el más robusto de todos y ganará la victoria final.

—¡Canario! ¡Ese Plata es un poltrón!

—Como queráis, don Alonso; pero yo espero su turno.

—¡Basta!

—¡Adelante los combatientes!

—¡No va más!

Un toque de campana anunció que habían terminado las apuestas.

A los ensordecedores clamores de antes sucedió un silencio tal, que se hubiera podido oír volar una mosca.

Dos hombres habían entrado en la sala por distintas puertas y se habían colocado en los dos extremos de la mesa.

Llevaban entre los brazos dos robustos gallos: el uno, todo negro, con plumas de reflejos azulados y dorados; el otro, rojo y con estrías blancas y negras.

Eran dos careadores, o sea criadores de gallos de pelea, profesión aún hoy día muy lucrativa y apreciada en las antiguas colonias españolas de la América meridional.

En aquella época, la pasión por ese bárbaro deporte alcanzaba los límites del fanatismo, y puede decirse que no pasaba un día sin que hubiera riña de gallos.

Como en los pugilatos ingleses, se usaba la esponja mojada en aguardiente para galvanizar a los combatientes, y las balanzas para pesarlos, y no faltaban hasta jueces de campo, cuyos juicios eran inapelables.

Se apostaba con furor, con verdadero frenesí, cruzándose a veces quinientas y hasta mil piastras, y los combatientes estaban reglamentados en evitación de cualquier fraude.

“Yolanda, la hija del Corsario Negro” de Emilio Salgari

Emilio Salgari. (Verona, 1863 - Turín, 1911). Escritor italiano, autor de numerosas novelas de aventuras que han gozado siempre de gran éxito, sobre todo entre el público juvenil, por el dinamismo casi cinematográfico de la acción, que evoca sugerentes atmósferas fantásticas y épicas.

Inició sus estudios en el instituto técnico y naval de Venecia, aunque no llegó a terminarlos. En ese período sus experiencias como hombre de mar se limitaron a breves excursiones a lo largo de las costas del Adriático. En 1882 regresó a Verona, donde organizó una biblioteca ambulante y se dedicó al periodismo. Sus primeras producciones literarias fueron pequeñas composiciones líricas, relatos breves y memorias, pero un año después se inició en la novela con «I selvaggi della Papuasia» (1883), publicada por entregas en el periódico milanés La valigia.

Dio comienzo así a una intensa actividad que le llevó a publicar 130 cuentos y 85 novelas, que desde el primer momento obtuvieron gran acogida pública y han sido traducidas a muchísimas lenguas. En 1892, después de casarse, se trasladó a Turín y escribió La cimitarra de Buda (1892), Los pescadores de ballenas (1894) y Los misterios de la jungla negra (1895). Tras una estancia de dos años en Sampierdarena, donde entró en contacto con los ambientes marítimos de la Liguria para obtener nuevas ideas para sus libros, regresó a Turín y produjo los llamados ciclos de «los piratas de Malasia» y de «los corsarios del Caribe».