Vida de Dante

Resumen del libro: "Vida de Dante" de

Giovanni Boccaccio, el insigne autor del «Decamerón», demuestra una devota admiración y un amor profundo por Dante Alighieri en su obra «Vida de Dante» o, como él prefería llamarla, «Trattatello in laude di Dante». Esta biografía no solo se centra en la vida y obra del célebre poeta de la «Comedia», sino que también ofrece un retrato espiritual y un elogio sincero de su figura.

En «Vida de Dante», Boccaccio presenta una visión personal y apasionada de Dante. El libro ofrece al lector una ventana a la compleja personalidad del autor de la «Divina Comedia», y al mismo tiempo, actúa como un testimonio revelador del propio Boccaccio. A través de esta obra, se descubren los secretos del espíritu de Boccaccio y la cultura de su tiempo, lo que resulta atractivo tanto para los lectores interesados en la figura de Dante como para los estudiosos de la historia cultural.

La «Vida de Dante» es una obra innovadora para su tiempo, que inaugura una rica tradición en el campo de los estudios históricos y biográficos. La biografía de un poeta, enfocada en su dimensión artística, establece un precedente que influirá a muchos, incluyendo a Vasari en sus «Vidas de los más excelentes pintores, escultores y arquitectos» y a Samuel Johnson en sus «Vidas de poetas». Boccaccio, con su espíritu poético y a veces paradójico, logra reordenar la interpretación de las vidas pasadas según los principios de su época, contribuyendo a modelar y definir la cultura de su tiempo.

Este breve opúsculo es una obra polifacética que ofrece diversas razones para su disfrute. Encierra una visión particular de Dante que, sin duda alguna, es una de las muchas posibles interpretaciones de su compleja personalidad. Además, constituye un aliciente y un estímulo para los estudiosos interesados en el análisis histórico de la cultura.

En resumen, «Vida de Dante» de Giovanni Boccaccio es una obra esencial para comprender no solo la figura de Dante Alighieri, sino también el espíritu y la cultura del Renacimiento italiano. La devoción y el talento literario de Boccaccio se reflejan en cada página, haciendo de esta biografía una lectura obligada para amantes de la literatura y la historia.

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Introducción

1. BOCCACCIO Y DANTE

Cuando apenas contaba catorce años, Giovanni Boccaccio abandonó Florencia y se trasladó con su padre —importante banquero y hombre de negocios— a Nápoles: era el año 1327; el muchacho comenzaría a cursar Derecho poco tiempo más tarde (1330), en el importante Estudio napolitano, en el que figuraban a la sazón los mas prestigiosos juristas y canonistas. Allí impartió clase, en 1330 y 1331, Cino da Pistoia, famoso por sus conocimientos de leyes y conocido como uno de los amigos más cercanos de Dante Alighieri, al que había seguido en sus innovaciones poéticas, llegando a ser uno de los más destacados autores del Dolce Stil Novo.

El encuentro de Boccaccio y de Cino da Pistoia puede considerarse como algo más que una referencia simbólica en la vida del autor del Decameron: gran parte de la formación literaria y de los gustos poéticos del joven Boccaccio fueron moldeados según las preferencias de Cino, que de este modo se convertía en el eslabón necesario entre Dante, Petrarca y el mismo Boccaccio. Quizá no sea ocioso recordar que Cino era el único stilnovista que aún vivía bien entrado el siglo XIV: Guido Guinizzelli —el precursor— ya había muerto en 1276; Guido Cavalcanti murió en 1300; Dino Frescobaldi, en 1316; Dante —alejado desde hacía tiempo de aquellas modas poéticas— se extinguía en 1321. Sólo Cino sobrevivió hasta 1336 o 1337, contando con el respeto que le había atestiguado Dante en reiteradas ocasiones y con la admiración de Boccaccio. A su muerte el mismo Petrarca le dedicó un soneto de marcado carácter stilnovista, con claros recuerdos de Dante, y una elogiosa cita en el Triunfo de Amor.

Cino da Pistoia fue algo más que un maestro de leyes para Boccaccio; su figura quedaría asociada al efecto por Dante: basta recordar que la epístola de Dante a Cino («Exulanti Pistoriensi Florentinus exul inmeritus») se conserva en copia única, realizada con sumo cuidado por el joven Boccaccio en los años napolitanos.

En Nápoles, Boccaccio conocerá a otro de sus maestros. En 1338, cuando Cino ya había muerto, llegó a la ciudad un monje agustino llamado Dionigi da Borgo San Sepolcro, que orientará el interés poético de Boccaccio hacia Petrarca, que será a partir de este momento su otro gran modelo, junto a Dante. Mientras tanto, nuestro autor reunía una pequeña colección de epístolas de Dante, y utilizaba materiales de la Commedia, de la Vita Nuova, de las Rimas y de la epístola a Moroello Malespina en el Filocolo, obra en la que daba vida a fray Hilario, sabio anciano, de origen ateniense, ahijado del emperador Justiniano, que se hará religioso después de haber sido caballero, y que será el ficticio compilador en griego de los anales con las gestas del rey Floriodo.

El regreso a Florencia, en el verano de 1341, reforzará el influjo sobre Boccaccio de los dos poetas florentinos, Dante y Petrarca, y, sobre todo, permitirá a nuestro autor reunir más informaciones y nuevos materiales —anécdotas, escritos, etc.— referentes a su admirado maestro Dante, mientras que la relación con Petrarca va aumentando y adquiriendo firmeza e intimidad.

La visita a las cortes de los Polenta en Ravenna y de los Ordelaffi en Forli reaviva las informaciones sobre los últimos años de vida de Dante y, posiblemente, le permite conseguir la correspondencia en latín cruzada entre el poeta y el maestro de Retórica boloñés Giovanni del Virgilio, que constituye uno de los últimos escritos de Dante.

Para Boccaccio, el comienzo de su largo aprendizaje literario está en el mundo de las Artes dictaminis, es decir, en la redacción de epístolas cuidadas y bien elaboradas, de las que se conservan ejemplos de 1339. Marcan el camino como guías, también en este terreno, Dante y Petrarca. Y, de hecho, nuestro autor va a imitar a su maestro en varias ocasiones, desarrollando la misma estructura en la exposición de los pensamientos, siguiendo el mismo esquema en la presentación de las «autoridades» citadas o utilizando materiales del propio poeta… Sólo Dante, y algunos pálidos destellos de Petrarca.

La afición de Boccaccio por Dante no se limitó al trabajo de imitación: el lento aprendizaje incluyó también la lectura detenida de las obras de su maestro y, sobre todo, la copia de las mismas; quedan algunos manuscritos autógrafos del propio Boccaccio en los que transcribió con paciencia extrema, una tras otra, obras del florentino: entre el verano de 1351 y el mes de mayo de 1353, Boccaccio le envió a Petrarca un códice que contenía la Commedia, acompañado por un poema (Ytaliae iam certus bonos) que hacía las veces de dedicatoria y de elogio hacia Dante; aunque este manuscrito no fue copiado por el mismo Boccaccio, es un claro testimonio de la admiración que tenía por su maestro. Otros cuatro códices con obras de Dante son de mano del autor del Decameron} y todos ellos fueron copiados durante sus últimos veinte años de vida, es decir, entre 1357 y 1375. Gracias a ese esfuerzo, largo, tenaz, tres epístolas de Dante han pervivido hasta nuestros días, y debido también a las copias de Boccaccio, quince poesías de Dante fijaron su orden, que se mantuvo con el paso del tiempo.

Lector, imitador, copista. No se detienen ahí los vínculos de Boccaccio y Dante. Los biógrafos del cuentista se complacen en recordar que el año 1350 fue enviado por el Comune de Florencia a Ravenna para que entregara a sor Beatrice, hija de Dante, la suma de diez florines de oro, como reconocimiento público y restitución simbólica de los bienes que habían sido confiscados a su padre en los turbulentos años de comienzos de siglo. Y la misma ciudad le encarga en 1373 una serie de lecturas públicas de la Commedia, que debían tener lugar a diario —salvo festivos— durante un año; unos dos meses después del comienzo, Boccaccio tuvo que interrumpir indefinidamente sus lecciones por enfermedad, y porque al poco tiempo se reavivó en Florencia la epidemia de peste que había causado estragos ya en 1348 (a la vez que había inspirado el marco del Decameron). De aquellas lecciones nació el comentario incompleto a la Commedia, que se interrumpe en el canto XVII del Inferno: entre el público asistente se encontraba Benvenuto da Imola, que será uno de los grandes comentaristas de la obra de Dante.

Boccaccio fue, pues, el mayor conocedor de la obra de Dante en el siglo XIV, junto con los hijos del mismo poeta, y en gran medida debe ser considerado el responsable de la fama alcanzada por el autor de la Commedia entre sus contemporáneos, incluido Petrarca, que en principio se había mostrado reticente acerca de los valores poéticos del exiliado florentino.

«Vida de Dante» por Giovanni Boccaccio

Giovanni Boccaccio. Se desconoce el lugar de nacimiento de Giovanni Boccaccio, si bien se piensa que pudo ser París, en 1313. Falleció en Certaldo, Italia, el 21 de diciembre de 1375. Hijo ilegítimo de un banquero y una mujer desconocida, se crió en Florencia, desde donde marchó a Nápoles a estudiar comercio. Dejó sus estudios de comercio para dedicarse al Derecho Canónico, área que también abandonó para entregarse al mundo de las letras, influido sobre todo por su autor favorito, Dante Alighieri.

Su contacto con la corte napolitana de Roberto de Anjou, y con la mujer llamada Fiammetta (probablemente se tratara de Maria dei Conti d‘Aquino, hija ilegítima del rey de Nápoles) inspiró sus primeras obras, si bien la figura de la Fiammetta estaría presente a lo largo de su vida literaria.

Por asuntos familiares tuvo que regresar a Florencia, donde un brote de peste en 1348 le inspiró a escribir el Decamerón, un compendio de relatos cuyos narradores esperan en una villa a que receda la peste que amenaza sus casas de ciudad, y considerada como una de las primeras obras realmente humanistas, al huir de temas religiosos y espirituales para concentrarse en la condición humana.

El éxito de esta obra le llevó a obtener varios cargos públicos de tipo diplomático, lo que le sirvió para entrar en contacto con el poeta Petrarca, con quien mantuvo una gran amistad hasta la muerte de éste.

Tras una breve y decepcionante estancia en la corte de la reina Juana I de Anjou en Nápoles, se retiró a su casa de Certaldo, donde residió hasta su muerte en 1375.