Resumen del libro:
Viaje al Río de la Plata, de Ulrich Schmidel, es un libro que narra las aventuras y desventuras de un soldado alemán que participó en la expedición de Pedro de Mendoza a la región del actual Argentina y Paraguay entre 1535 y 1554. El libro es una fuente valiosa para conocer la historia, la geografía y la cultura de los pueblos originarios que habitaban esas tierras, así como los conflictos y las alianzas que se establecieron entre los españoles y los indígenas. El autor describe con detalle las costumbres, las creencias, el idioma y el arte de los guaraníes, los charrúas, los querandíes y otros grupos étnicos. También relata las dificultades que tuvo que enfrentar la expedición, como el hambre, las enfermedades, las rebeliones y los ataques de los nativos. El libro es un testimonio personal y veraz de un testigo privilegiado de una época de conquista y exploración.
El estilo de Schmidel es sencillo y directo, sin adornos ni exageraciones. Su relato se basa en sus propias experiencias y observaciones, sin recurrir a fuentes secundarias ni a mitos o leyendas. El autor no oculta sus opiniones ni sus sentimientos sobre lo que ve y vive, pero tampoco juzga ni critica a los demás. Su objetivo es informar y entretener al lector con sus aventuras y sus descubrimientos. El libro tiene un valor histórico y literario indiscutible, ya que es uno de los primeros escritos sobre el Río de la Plata y uno de los primeros testimonios de un viajero europeo en América del Sur.
ULRICH SCHMÍDEL
NOTAS BIBLIOGRÁFICAS Y BIOGRÁFICAS
I
SCHMÍDEL Y BERNAL DÍAZ DEL CASTILLO
Con motivo del famoso libro de Bernal Díaz del Castillo, hemos señalado la coincidencia de que los dos primeros historiadores de Méjico y del Río de la Plata hayan sido dos simples soldados, tan ingenuos como incultos, héroes y testigos presenciales en los sucesos que narran, y que el género a que sus obras pertenecen constituye una singularidad en la literatura histórica de todos los tiempos.
Los grandes capitanes antiguos y modernos han contado lo que hicieron, lo que vieron y lo que pensaron, complementando así la acción con la pluma; pero eran hombres de mando y de pensamiento, cuya palabra es una vibración del temple de sus almas, que miraban las cosas desde arriba y de su punto de vista, incorporándolas a la historia de su propia personalidad. Mientras tanto, ningún legionario de César, ninguno de los expedicionarios de las falanges macedónicas de Alejandro, ni uno solo de los diez mil de Jenofonte, ni veterano alguno de Federico o Napoleón, han escrito memorias geniales que trasmitan a la posteridad los sentimientos y las impresiones de las multitudes que acaudillaron, reflejando los juicios de la colectividad que obedecía.
Es un rasgo característico del descubrimiento del Río de la Plata y de Méjico, que sus dos primitivos y más genuinos historiadores sean dos obscuros soldados que, al contar lo que hicieron, se hayan hecho célebres por sus escritos, legando a la posteridad, no sólo un auténtico documento histórico, sino también una obra original, espontánea, hija del instinto y de la observación propia, y por lo mismo llena de la más imparcial y equitativa verdad, y uno de ellos, con una animación y colorido, cual el más consumado arte literario no ha podido jamás reflejar en sus páginas.
Las cartas de Hernán Cortés no nos darían una idea del espíritu de los aventureros que le seguían, si no tuvieran por comentario la Verdadera Historia, como la llama su autor, de Bernal Díaz del Castillo. Los comentarios del Alvar Núñez Cabeza de Vaca carecerían de sentido, si el Viaje de Ulrich Schmídel no nos suministrara los elementos de un juicio completo respecto del carácter de los primeros caudillos conquistadores del Río de la Plata, desde don Pedro de Mendoza hasta Irala, porque les faltaría la opinión que de ellos y de sus actos formaron los soldados colonizadores que los acompañaban.
Bien que la obra de Schmídel pertenezca al género de la de Díaz del Castillo, la de éste le es muy superior, como producto de un genio nativo, siendo única en la literatura universal. La del primero, alemán de temperamento flemático, observador atento y tranquilo de la naturaleza, sin imaginación y despreocupado aunque no exento de preocupaciones vulgares y de prevenciones personales, narra seca y concisamente los hechos, establece las fechas, determina las distancias, describe lo que ve como lo comprende, sin ornamentos de estilo ni divagaciones, y sólo de vez en cuando formula un juicio, hace una reflexión o consigna datos etnográficos, geográficos, estadísticos, astronómicos o de historia natural, que en breves rasgos nos dan un retrato, bosquejan una comarca, describen un animal o una planta, señalan un punto en el espacio o dan idea de razas y costumbres perdidas, suministrando a la vez elementos preciosos para la cronología y para la historia de la colonización inicial del Río de la Plata por la raza europea. La obra de Díaz del Castillo, español de temperamento nervioso, es abundante en la palabra, prolija, animada, llena de colorido y eclipsa, como narración, como descripción y como pintura, todas las crónicas e historias escritas antes o después sobre el mismo asunto.
Ambos libros tienen de común, el carácter militar de sus autores, la ingenuidad del relato, la libertad de los juicios respecto de los hechos, hombres y cosas; la pintura al natural de los caracteres sorprendidos en la acción; las pasiones de partido de que participan, y sobre todo, ser ellos la expresión fiel de la opinión de los soldados en guerra con los salvajes y envueltos en discordias civiles, que con el criterio de las multitudes, juzgaban las acciones de sus jefes y los hechos en que eran actores. Son documentos históricos a la vez que elementos morales, que explican los hechos y los ilustran, animándolos con cierto soplo democrático, que hace vibrar la fibra humana al través del tiempo.
II
BIBLIOGRAFÍA DE SCHMÍDEL
La obra de Schmídel fue escrita en alemán. La primera edición se publicó en 1567 en una colección de viajes en 2 volúmenes o partes, sin numeración de tomos, pero con distinta foliatura cada uno, en cifras arábigas y romanas. El título de la primera parte es como sigue:
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