Salvo alguna excepción, escasos son los poetas que como Arthur Rimbaud (Francia, 1854-1891) se atreven a cruzar el límite de la cordura y abrazar el lado salvaje de la creación. Así, su imagen de poeta-niño se asocia indisolublemente con el del furioso iconoclasta, el ángel exterminador. Una temporada en el infierno es una composición de ruptura: el adolescente incomprendido y excesivo se debate entre su pasión y su vieja conciencia religiosa; poesía y vida están ferozmente entrelazadas. Rimbaud pertenece a la clase de los brujos y los exiliados; es un vagabundo, un marginal, un «negro». Es decir, se sabe irrecuperable.
Antaño, si lo recuerdo bien, mi vida era un festín donde se abrían todos los corazones, donde todos los vinos corrían.
Una noche, senté a la Belleza en mis rodillas. —Y la encontré amarga. —Y la injurié.
Me armé contra la justicia.
Hu. ¡Oh hechiceras, oh miseria, oh collera, a vosotras os he confiado mi tesoro!
Logré desvanecer de mi espíritu toda esperanza humana. Sobre toda alegría para estrangularla di el salto sordo de la bestia feroz.
Llamé a los verdugos para morder, mientras agonizaba, la culata de sus fusiles. Llamé a las plagas, para ahogarme con la arena, la sangre. La desdicha fue mi dios. Me revolqué en el fango. Me sequé con el aire del crimen. Y le di buenos chascos a la locura.
Y la primavera me trajo la horrenda risa del idiota.
Ahora bien, hallándome hace muy poco a punto de lanzar el último ¡cuac! soñé recuperar la llave del antiguo festín, en donde tal vez recobraría el apetito.
Esta llave es la claridad. ¡Tal inspiración prueba que he soñado!
«Seguirás hiena, etc.…», exclama el demonio que me coronó con tan amables adormideras. «Gana la muerte con todos tus apetitos, y tu egoísmo y todos los pecados capitales».
¡Ah! Estoy harto de eso: —Pero, querido Satán, os conjuro, ¡una mirada menos iracunda! y a la espera de algunas pequeñas vilezas repagadas, para quienes aprecian en el escritor la ausencia de facultades descriptivas o instructivas, desprendo estas pequeñas aborrecibles hojas de mi carnet de condenado.
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Sobre el autor:
Arthur Rimbaud. Nacido el 20 de octubre de 1854 en Charleville, Francia, fue uno de los poetas más influyentes e innovadores del siglo XIX. Desde una edad temprana, mostró una inteligencia y creatividad excepcionales, lo que lo llevó a destacarse en la escritura y en la poesía en particular. A la edad de quince años, Rimbaud ya había escrito varias obras que dejaban entrever su prodigiosa habilidad literaria.
A los dieciséis años, Rimbaud envió algunas de sus poesías al famoso poeta simbolista Paul Verlaine, quien quedó asombrado por la madurez y la originalidad de su escritura. Este encuentro marcaría un hito en la vida del joven poeta, ya que comenzó una intensa relación amorosa y literaria con Verlaine, que se convertiría en uno de los episodios más tumultuosos de su existencia.
El estilo poético de Rimbaud se caracterizaba por su audacia y su búsqueda de nuevas formas de expresión. Sus obras, como "Una temporada en el infierno" y "Illuminations", se convirtieron en referentes del simbolismo y el decadentismo literario. Rimbaud exploró temas profundos y trascendentales, como el amor, la espiritualidad y la búsqueda del yo interior, lo que lo llevó a desarrollar una prosa poética única y rupturista para su época.
Sin embargo, la intensidad de su relación con Verlaine y las tensiones emocionales y creativas que enfrentaron, llevaron a una ruptura dolorosa y una separación definitiva. A los veinte años, Rimbaud decidió retirarse de la escritura poética y se embarcó en una serie de viajes aventureros, explorando diferentes países y culturas.
Durante los últimos años de su vida, Rimbaud se estableció en África, específicamente en Harar, Etiopía, donde trabajó como comerciante y traficante de armas. Aunque dejó atrás la poesía, su legado literario siguió creciendo en importancia, y su influencia continuó siendo reconocida por las generaciones venideras.
Arthur Rimbaud falleció a la edad de 37 años el 10 de noviembre de 1891, debido a complicaciones relacionadas con un tumor en la rodilla. A pesar de su corta vida y su retirada temprana de la poesía, su obra dejó una profunda huella en el panorama literario y se convirtió en una fuente de inspiración para innumerables escritores y artistas a lo largo del tiempo. Su visión creativa y su valiente búsqueda de nuevas formas de expresión continúan siendo una referencia para aquellos que buscan explorar los límites del lenguaje y la imaginación.