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Un misterio en París

Un misterio en París, una novela de Gastón Leroux

Un misterio en París, una novela de Gastón Leroux

Resumen del libro:

Tras unas vacaciones en Deauville que el distinguido periodista Joseph Rouletabille, y su esposa, la hermosa Ivana, comparten con el matrimonio Boulenger, se produce un doble asesinato profundamente impactante. La actitud ambigua de las dos víctimas, que coqueteaban abiertamente desde hacía tiempo, lleva rápidamente a la policía a considerar a Rouletabille como el principal sospechoso de ambos crímenes. El abatido reportero, brillante detective aficionado, necesitará toda su energía y sagacidad para probar su inocencia.

I

REFLEXIONES Y RECUERDOS DE UN AMIGO

Con qué insólita emoción —transcurridos ya más de diez años—, yo, Sainclair, retomo la pluma que narró el sensacional relato de El misterio del cuarto amarillo y las primeras hazañas del joven reportero de L’Époque, para dar a conocer —con todos sus insospechados detalles— este impactante caso conocido como El crimen de Rouletabille, una oscura tragedia envuelta en espantosas tinieblas y en cuyo umbral aparece el dulce monstruo con cabeza de esfinge: ¡el eterno femenino…!

¡Pobre Rouletabille! ¡A él, a quien problema alguno se le había resistido hasta entonces, a él, cuya inteligencia había sondeado todos los abismos abiertos ante la Razón, lo vi, por un instante, estremecido y desconcertado ante los ojos de una mujer como en presencia del caos…!

Ya fue relatado en otro tiempo el drama búlgaro en mitad del cual el joven reportero había ido en busca de aquella que debía convertirse en su esposa y a la que había vislumbrado por primera vez en el comedor de la Pitié, pues Ivana se había trasladado muy joven a París para estudiar medicina.

Ivana Vilitchkov, de singular belleza, pertenecía a una de las familias más ilustres de Sofía que se había visto involucrada de un modo atroz en la trágica desgracia de Stambolov y sus amigos. Este incidente es de sobra conocido; todos los periódicos reprodujeron el relato de las sangrientas escenas que, al margen del conflicto de los Balcanes, supusieron el siniestro prólogo de una exultante unión consagrada en la Madeleine, en el seno de la flor y nata de París.

Tras la Primera Guerra Mundial, Ivana regresó a sus trabajos de medicina y laboratorio. Podría decirse que lo abandonó todo para consagrarse por entero al Instituto Roland Boulenger. En mi opinión fue un desastre y muchos culparon a Rouletabille, pues, indignado ante la mala fe con la que todo estamento oficial intentaba silenciar los esfuerzos de un hombre a quien el Colegio y la Academia trataban de charlatán, se dejó convencer fácilmente por una Ivana que había tomado partido por el célebre especialista. ¡Ya conocen ustedes a nuestro Rouletabille! Siempre se entrega por completo. Sus artículos levantaron ampollas. Afirmó de modo audaz que el método de trabajo de Roland Boulenger triunfaba ya en América, y predijo que, a poco que Francia se mostrara —una vez más— ingrata con uno de sus compatriotas, este huiría para exiliarse como tantos otros, llevándose su ingenio al extranjero.

¿Era Roland Boulenger, en verdad, un genio? Tal vez lo descubramos pronto. Yo siempre le creí un poco pretencioso. Sin duda, no sabía ser humilde. Era un hombre muy apuesto y con facilidad de palabra. Su encanto estaba asegurado. Volvía locas a las mujeres, y sus conferencias —de las que nada comprendían— eran cita obligada para las damas más hermosas, como en tiempos de Cato. Con todo, era un hombre muy sociable, hecho que no le impedía trabajar doce horas al día. Su espíritu creativo abarcaba todas las áreas. Ese era su crimen. ¿Acaso no había provocado risas su novedoso fusil de percusión lateral? ¿O su innovador sistema de engranaje para los motores de los automóviles? ¿Y su nuevo método de champanización? Sin embargo, existían compañías que explotaban sus patentes y que en absoluto parecían haberse arruinado.

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