Un Gil Blas en California
Resumen del libro: "Un Gil Blas en California" de Alejandro Dumas
En julio de 1851 Alexandre Dumas pasa unos días en una hostería de la localidad de Montmorency. Allí se encuentra con un joven viajero que acaba de regresar de la lejana California (cuando todavía no existía el Canal de Panamá). Era la época de la fiebre del oro.
Dumas se encierra con el joven y, con el apoyo de un prolijo diario del viaje, escribe esta apasionante crónica que, como si de una novela de Jules Verne se tratara, va narrando las peligrosas peripecias de una vida de aventura en esa nueva tierra prometida. De la mano de Dumas, el lector navegará por los mares del Atlántico sur, buscará oro en las Montañas Rocosas, cazará ciervos, jaguares y osos en los bosques de la sierra Nevada y vivirá peligrosos incendios en las casas de madera de la naciente ciudad de San Francisco.
Introducción
Mi querido editor:
Seguro estoy de qué os sorprenderá grandemente, cuando hayáis leído estas líneas, encontrar a su final la firma de un hombre que, según sabéis, si bien escribe muchos libros, es el menos aficionado a escribir cartas que puede encontrarse en todo el mundo.
Vuestra extrañeza cesará, sin embargo, y veréis explicado este fenómeno cuando fijéis la vista en el volumen que acompaña a la carta y que se titula: Un año en las orillas del Sacramento y del San Joaquín.
Pero, —me diréis indudablemente, —¿cómo puede ser que vos, a quien he visto hace ocho días en París, hayáis podido en tan corto espacio de tiempo realizar un viaje a California, permanecer un año en aquellas lejanas comarcas y regresar a Europa?
Tened la bondad de leer, mi querido amigo, y todo lo veréis explicado.
Me conocéis bastante, y sabéis, por consiguiente, que no hay en la tierra un hombre más aventurero y al mismo tiempo más sedentario que yo. Con la misma facilidad abandono a París para emprender un viaje de tres o cuatro mil leguas, que me encierro en mi casa para escribir ciento o ciento cincuenta volúmenes.
Por extraordinario, sin embargo, el 11 de julio último tomé la resolución, algo extraña en mí, lo confieso, de ir a pasar dos o tres días en Enghien. No creáis que me llevaba allí el pensamiento de divertirme, pues semejante idea no había pasado por mi imaginación. Lo que había únicamente era que, deseando consignar en mis memorias un suceso que tuvo lugar en Enghien hace veintidós años, tenía necesidad de visitar, a fin de no incurrir en errores, unos sitios que no había vuelto a ver desde aquella época.
Yo sabía perfectamente que se había descubierto una fuente de agua mineral en Enghien, como se ha descubierto después otra en Pierrefons y otra más tarde en Anteuil; pero ignoraba por completo los cambios, o por mejor decir, las mejoras que este descubrimiento había producido en la población, y por consiguiente, que Enghien estaba verdaderamente en camino de ser en el porvenir una ciudad importante, como Ginebra, Zurich o Lucerna, en tanto que empezaba a tornarse en un puerto de mar, como Asnières.
Partí, pues, dirigiéndome a Enghien, en el tren de las once menos cuarto de la noche, y quince minutos después me encontraba ya en la estación, preguntando por el camino que conducía a la villa.
¡Figuraos, mi buen amigo, un parisién, o lo que es con corta diferencia lo mismo, un provinciano que hace veinticinco años que habita en París, y que, sin embargo, preguntó en la estación de Enghien por el camino de Enghien!
Así fue que el empleado a quien dirigí mi pregunta, creyendo sin duda que trataba de burlarme de él, lo que estaba muy lejos de mis intenciones; el empleado, digo, sin dignarse mirarme y con esa política especial y tan conocida que tienen para el público los que del público dependen, se contentó con responderme:
—Llegad hasta el puente y tomad a la derecha.
Le di las gracias, salí de la estación y tomé el camino que me indicaba.
Llegué al puente, miré a la derecha y vi con sorpresa una villa cuya existencia ignoraba por completo.
Aquella población no se parecía en manera alguna a Enghien.
…
Alejandro Dumas. Nacido como Alexandre Dumas Davy de la Pailleterie el 24 de julio de 1802 en Villers-Cotterêts, Francia, fue un destacado novelista y dramaturgo cuya obra lo convirtió en uno de los escritores franceses más leídos y traducidos. Hijo del general Thomas-Alexandre Dumas, un mulato originario de Saint-Domingue (actual Haití), y de Marie-Louise Élisabeth Labouret, creció bajo la influencia de un legado familiar marcado tanto por el heroísmo militar como por las complejidades sociales de su ascendencia.
El inicio de su carrera literaria estuvo vinculado al entorno aristocrático gracias a los contactos que obtuvo trabajando para Luis Felipe I de Francia. Dumas alcanzó el éxito rápidamente con sus obras teatrales y, más tarde, con sus icónicas novelas históricas de aventuras. Entre sus títulos más célebres se encuentran "Los tres mosqueteros", "El conde de Montecristo", "Veinte años después", "La reina Margot" y "El tulipán negro". Muchas de estas novelas se publicaron en formato de serie y contaron con la colaboración del historiador Auguste Maquet, su negro literario. La vasta producción de Dumas incluye cerca de 100,000 páginas, además de artículos periodísticos y libros de viaje.
A lo largo de su vida, Dumas experimentó tanto la gloria literaria como la adversidad política. Con el ascenso de Luis Napoleón Bonaparte en 1851, cayó en desgracia y tuvo que abandonar Francia, viviendo en Bélgica, Rusia e Italia, donde fundó el periódico L'Indipendente para apoyar la unificación italiana. En 1864 regresó a París, aunque su influencia había comenzado a menguar.
A pesar de su matrimonio, Dumas tuvo numerosas amantes y al menos cuatro hijos ilegítimos, entre ellos Alejandro Dumas (hijo), quien también alcanzó gran renombre literario. Hacia el final de su vida, su personalidad exuberante y generosa, junto con su ingenio, lo convirtieron en una figura fascinante. Falleció el 5 de diciembre de 1870, dejando un legado cultural inmortal que sigue siendo objeto de admiración y estudio.