Tótem y tabú
Resumen del libro: "Tótem y tabú" de Sigmund Freud
Este ensayo con cuatro capítulos constituye el intento de Freud de aplicar la teoría y el método del psicoanálisis (ya antes descritos por él con fines clínicos) a asuntos de la antropología. La idea que motiva este trabajo es que se podría establecer una analogía entre el desarrollo de las sociedades primitivas y el desarrollo individual del psiquismo humano. La tesis central de este libro queda expresada en la hipótesis de que existiría un origen común del totemismo y la exogamia, determinados por el conflicto humano fundamental entre el deseo y la prohibición.
I. El horror al incesto
Conocemos los estadios que atravesó el hombre de la prehistoria por los monumentos y utensilios que nos legó, por los conocimientos que sobre su arte, su religión y su concepción de la vida hemos adquirido de manera directa, o a través de la tradición en leyendas, mitos y relatos, y por los vestigios que de su modo de pensar perduran en nuestros propios usos y costumbres. Pero, además, él es aún, en cierto sentido, nuestro contemporáneo; actualmente viven hombres que, según creemos, están todavía muy próximos, mucho más que nosotros, a los primitivos, y en quienes vemos a los descendientes directos y representantes de los primeros hombres. Tal es la opinión que nos formamos de los pueblos llamados salvajes y semisalvajes, cuya vida anímica cobra particular interés para nosotros si nos es lícito ver en ella un primer estadio bien conservado de nuestro propio desarrollo.
Si esta suposición es correcta, una comparación de la «psicología de los pueblos naturales», tal como nos la enseña la etnología, con la psicología del neurótico, tal como nos es ya conocida por obra del psicoanálisis, tendrá que revelarnos numerosas concordancias y nos permitirá ver bajo una nueva luz lo que ya conocemos de la una y la otra.
Por razones tanto extrínsecas como intrínsecas escojo para esta comparación aquellas tribus que los etnógrafos han descrito como las de los salvajes más atrasados y míseros: los aborígenes de Australia, el continente más joven, que también en su fauna nos ha conservado tantos rasgos arcaicos, extinguidos en cualquier otra parte.
Los aborígenes de Australia son considerados como una raza particular, sin parentesco físico ni lingüístico apreciable con sus vecinos más cercanos, los pueblos melanesios, polinesios y malayos. No construyen casas ni chozas estables, no labran la tierra y no tienen otro animal doméstico que el perro; ni siquiera conocen el arte de la alfarería. Se alimentan exclusivamente de la carne de todos los animales que pueden cazar y de las raíces que desentierran. No tienen reyes ni jefes, y una asamblea de hombres maduros decide sobre los asuntos comunes. Es harto dudoso que se les pueda atribuir alguna religión rudimentaria en forma de culto a seres superiores. Las tribus del interior del continente, que a consecuencia del clima desértico tienen que luchar con las más duras condiciones de vida, parecen ser, en todos los respectos, más primitivas que las que viven cerca de la costa.
De estos caníbales pobres y desnudos no esperaríamos, desde luego, que observen una moral sexual como la nuestra e impongan severas restricciones a sus impulsos sexuales. No obstante, nos enteramos de que se han impuesto con máximo rigor y escrupulosidad la evitación de las relaciones sexuales incestuosas. Y hasta toda su organización social parece servir a este propósito o estar orientada a su logro.
En lugar de todas las instituciones religiosas y sociales de que carecen, encontramos en los australianos el sistema del totemismo. Las tribus australianas se dividen en estirpes o clanes, cada uno de los cuales lleva el nombre de su tótem. ¿Qué es entonces el tótem? Por lo general, un animal comestible, inofensivo o peligroso, y temido; rara vez una planta o una fuerza natural (lluvia, agua) que mantiene un vínculo particular con el clan entero. El tótem es, en primer lugar, el antepasado del clan, pero también su espíritu guardián y auxiliador, que le envía oráculos y que, aunque sea peligroso, conoce a sus hijos y los respeta. Los miembros del clan totémico tienen a cambio la obligación sagrada, cuyo incumplimiento es castigado de modo automático, de no matar (aniquilar) a su tótem y abstenerse de su carne (o de aprovecharlo de cualquier otra forma). El carácter de tótem no es inherente a un animal individual u otro ser particular, sino a todos los individuos de su especie. De tiempo en tiempo se celebran fiestas donde los miembros del clan totémico figuran o imitan, en danzas ceremoniales, los movimientos y características de su tótem.
El tótem se hereda por línea materna o paterna; es posible que la primera modalidad fuera la originaria en todas partes y sólo más tarde fuese relevada por la segunda. La pertenencia al tótem es la base de todas las obligaciones sociales del australiano; por una parte, prevalece sobre la condición de integrante de una misma tribu y, por otra, relega a un segundo plano el parentesco de sangre.
El tótem no está ligado a un suelo ni a un lugar; los miembros de un clan totémico viven separados unos de otros, y conviven pacíficamente con individuos de tótem diferente.
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Sigmund Freud. El eminente médico neurólogo austriaco de origen judío, emerge como una de las mentes más influyentes del siglo XX en el ámbito de la psicología. Nacido el 6 de mayo de 1856 en Příbor, Moravia, Freud llevó a cabo una transformación revolucionaria en nuestra comprensión de la mente humana y su funcionamiento.
Su temprano interés en la neurología lo condujo a París, donde colaboró con el neurólogo francés Jean-Martin Charcot en la investigación de la hipnosis en el tratamiento de la histeria. A su regreso a Viena, Freud desarrolló el método catártico en colaboración con Josef Breuer, pero eventualmente lo reemplazó con la asociación libre y la interpretación de los sueños.
Freud es ampliamente reconocido por su obra más influyente, "La interpretación de los sueños" (1899), donde abrió las puertas a una nueva disciplina: el psicoanálisis. A través de la exploración de los sueños y la técnica de la asociación libre, Freud desentrañó los misterios de la mente subconsciente, redefiniendo la forma en que entendemos la psicología humana.
A pesar de la resistencia inicial a sus ideas revolucionarias y su exilio forzado de Viena debido a la persecución nazi, Freud continuó su trabajo incansablemente. Sus contribuciones en campos como la sexualidad infantil, la interpretación de símbolos y la psicología de masas han dejado una huella indeleble en la psicología moderna.
La obra completa de Freud, que abarca desde sus publicaciones prepsicoanalíticas hasta su análisis de la religión monoteísta en "Moisés y la religión monoteísta", ofrece una visión profunda de su evolución como pensador y su impacto en la cultura y la ciencia.
A pesar de las divisiones y críticas que sus teorías han generado, Sigmund Freud sigue siendo un faro en el mundo de la psicología, la cultura y la filosofía. Su legado perdura a través de su vasta obra, que continúa siendo objeto de estudio y debate en todo el mundo.