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Temor y temblor

Temor y temblor - Soren Kierkegaard - Filosofía

Temor y temblor - Soren Kierkegaard - Filosofía

Resumen del libro:

Temor y temblor es un escrito filosófico publicado en 1843 por Søren Kierkegaard bajo el seudónimo de Johannes de Silentio.
El libro empieza con la meditación de Abraham, donde él recibe la misión de Dios de sacrificar a su hijo Isaac, como es descrito en el capítulo 22 del Génesis. Sigue la “Problemata”, donde se plantean tres preguntas filosóficas que surgen a raíz de la historia de Abraham:
1.¿Puede Dios alterar el orden ético establecido? (Esto es, ¿puede ser considerado “bueno” el intento de Abraham de sacrificar a su hijo, dado que, a pesar que fue un mandato divino, el sacrificio humano es éticamente inaceptable?)
2. ¿Existe una obligación moral absoluta de cumplir con la palabra de Dios?
3. ¿Es defendible desde un punto de vista ético que Abraham quisiera esconder su propósito a Sarah, Eleazar e Isaac?

ESTUDIO PRELIMINAR

«Cuando yo haya muerto bastará mi libro Temor y Temblor para convertirme en un escritor inmortal. Se leerá, se traducirá a otras lenguas, y el espantoso pathos que contiene esta obra hará temblar. Pero en la época en que fue escrita, cuando su autor se escondía tras la apariencia de un flâneur, presentándose como la más perfecta encarnación de la conjunción entre extravagancia, sutileza y frivolidad… nadie podía sospechar la seriedad que encerraba este libro ¡Qué estúpidos! Pues nunca como entonces hubo mayor seriedad en aquella obra: precisamente las apariencias constituían la auténtica expresión del horror. Si quien lo había escrito hubiese dado muestras de comportamiento serio, el horror habría disminuido de grado. Lo espantoso de ese horror reside en el desdoblamiento. Pero una vez muerto se me convertirá en una figura irreal, una figura sombría…, y el libro resultará pavoroso.»

Así se expresaba Kierkegaard en una página de su Diario, en 1849, seis años más tarde de la publicación de Temor y Temblor. Esta obra, aparecida el día 16 de octubre de 1843, comenzaba con un epígrafe —una cita de unos versos del poeta romántico Hamann— con el que Kierkegaard quería dar a entender que Temor y Temblor encerraba un significado oculto que era preciso descifrar. Pero la alusión iba dirigida a una sola persona: era un mensaje personal y privadísimo a Regina Olsen, su ex prometida, con la que él mismo había roto el compromiso dos años antes, y a la que ya había dedicado con anterioridad, también crípticamente, otro libro suyo: Aut-Aut. Esta obra había visto la luz el 16 de febrero de aquel mismo 1843. Dos meses más tarde, el 16 de abril, día de Pascua, el autor vio en la Iglesia, durante la ceremonia religiosa, a la que había sido su prometida; no cambiaron una sola palabra, ni siquiera se acercó a ella, pero Regina le saludó desde donde estaba, dos veces, con un movimiento de cabeza. Las esperanzas que despertaba este gesto afectuoso produjeron un curioso efecto en el filósofo danés: pocos días después huía a Berlín, y allí, una vez a solas consigo mismo, comenzaba a escribir simultáneamente dos libros: Temor y Temblor y La Repetición. Estos libros, terminados en el increíble plazo de dos meses, eran también dos diálogos con Regina.

Aut-Aut, Temor y Temblor y La Repetición son, pues, el fruto de una experiencia autobiográfica: su desgraciado amor por Regina Olsen. Quien conozca la vida de Kierkegaard podrá encontrar sentido a todas las veladas alusiones que llenan estas obras. En las tres nos cuenta su vida y su historia con Regina y nos expone sus ilusiones futuras (más adelante, en 1845, en su ensayo ¿Culpable? ¿No culpable?, tuvo la falta de tacto —llamémoslo así— de incluir el texto auténtico de la carta que había enviado a Regina cuando rompió con ella); pero todo esto no es obstáculo para que Aut-Aut sea una magnífica exposición de su filosofía de los tres estadios de la existencia y del concepto de mediación hegeliano, ni para que Temor y Temblor represente la ruptura total con Hegel, ni tampoco para que La Repetición fuese cumplidamente lo que prometía su subtítulo: un ensayo de Psicología Experimental.

Lo dicho para estas tres obras vale aplicado al resto de la producción kierkegaardiana. Por eso, cuanto más profundamente se conoce su vida tanto más provechosa resulta la lectura de sus obras. Respecto a su biografía contamos con una fuente muy valiosa: Kierkegaard comenzó a escribir su Diario en 1834 con la intención de arrojar luz sobre sus procesos y motivaciones más íntimas. Es un Diario que no está escrito con el propósito de publicarlo en vida sino que va dirigido a las generaciones venideras —ya hemos visto que estaba seguro de pasar a la posteridad— Algunos comentaristas de la obra de Kierkegaard han afirmado una y otra vez que no merece la pena recurrir a la vida del autor, que sus obras valen por sí mismas (eso nadie lo discute) y que se pueden leer con el mismo provecho aún sin tener la más triste noticia sobre la vida de este filósofo. Esta afirmación es dos veces falsa. Falsa en primer lugar, porque en todo libro de nuestro autor hay alusiones, exclamaciones, etcétera, muy significativas pero que carecen de pertinencia y hasta de sentido consideradas por alguien que no está informado de las circunstancias de su vida privada. Falsa en segundo lugar, porque hoy sabemos muy bien que no sólo en el caso de Kierkegaard sino en el de cualquier otro hombre, la vida explica la obra, considerando la palabra vida en el sentido más lato —no existencia íntima y particular del autor—, es decir, en su contexto socio-político-económico.

Y en su caso resulta más urgente que nunca, pues quienes quieren desengancharlo de esos supuestos (tan ridículos como quienes explican su obra como una consecuencia de su joroba, de su poca estatura, de su mala salud y… hasta de su impotencia), lo hacen con pretensiones sospechosamente metafísicas: la filosofía del existente concreto brotaría de un hontanar donde —a poco que se profundice— aparecen esencias idealistas. Situar a Kierkegaard en el marco adecuado (tarea todavía no hecha), nos permitiría aprender mucho de su vida y de su obra, porque nos encontramos con un modelo claro —de claridad casi pedagógica— de cómo la concatenación de circunstancias históricas, políticas, sociales y familiares —amén de una constitución física— pueden acabar produciendo un ejemplar humano único, que, en su rareza, está reflejando su época con mayor perfección aún que el consabido ciudadano medio. Nadie supondrá que Kierkegaard se sacó de la manga su filosofía de la existencia. Y si ha de esperar casi un siglo para ser redescubierto —hasta que llega el momento operante de su filosofía—, más tuvo que esperarle a él San Agustín.

Hay todavía un tercer motivo para que la mejor introducción a la lectura de un libro de Kierkegaard sea la biografía del autor: éste no pretendía ser un filósofo, es más, le disgustaba oírse denominar con ese epíteto. Partía del dato irracional del existente concreto que soy yo y lo consideraba irreducible —pese a cuantos esfuerzos se pudiesen hacer— a un esquema o a un sistema. Su método era el de la experiencia subjetiva, que evidentemente resulta imposible de intercambiar: él no podía saber más que de sí mismo, de lo que le ocurría o de lo que provocaba. Por eso para entender a Kierkegaard se requiere seguir el hilo de su acontecer interno, pues, allí en lo íntimo, lo objetivamente diminuto puede producir efectos colosales. Y también podemos observar como convertía en escritura sus experiencias.

Temor y temblor – Soren Kierkegaard

Sobre el autor:

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