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Técnicas de golpe de Estado

Resumen del libro:

«Técnicas de golpe de Estado» de Curzio Malaparte es un ensayo lúcido y provocador que disecciona con precisión quirúrgica los diferentes golpes de Estado que han marcado la historia europea, desde el 18 de Brumario de Napoleón hasta la «Marcha sobre Roma» de Mussolini. Publicado en 1931, este tratado tiene un propósito claro: advertir sobre el peligro latente que representan las fuerzas extremistas, tanto de derecha como de izquierda, que pueden aprovecharse de la legitimidad de un Estado moderno para coartar las libertades democráticas.

Malaparte no sólo describe las tácticas y estrategias empleadas en estos golpes, sino que también ofrece un análisis profundo sobre las condiciones sociales y políticas que los hacen posibles. Su enfoque es riguroso y despojado de cualquier romanticismo, mostrando cómo la manipulación del poder y la violencia pueden ser utilizadas para subvertir el Estado de derecho. Este texto, aunque polémico, es fundamental para comprender las dinámicas que han moldeado la historia reciente y sigue siendo relevante en un mundo donde la democracia sigue siendo frágil frente a las amenazas autoritarias.

Curzio Malaparte, seudónimo de Kurt Erich Suckert, fue un escritor, periodista y diplomático italiano, conocido por su aguda visión crítica y su capacidad para retratar con crudeza las realidades políticas de su tiempo. A lo largo de su carrera, Malaparte se mantuvo como una figura controversial, desafiando las convenciones literarias y políticas de la época. Su obra, caracterizada por un estilo incisivo y una notable profundidad analítica, sigue siendo estudiada y debatida, reafirmando su lugar como uno de los pensadores más influyentes del siglo XX.

«Técnicas de golpe de Estado» es un libro que, aunque fue prohibido en numerosos países, se ha convertido en un clásico del pensamiento político. Es una obra que sigue siendo pertinente para aquellos interesados en comprender las dinámicas del poder y las amenazas que enfrentan las democracias modernas.

PREFACIO

Siempre tenemos que defender la libertad

Odio este libro mío. Lo odio con toda el alma. Me ha dado la gloria, esa pobre cosa que es la gloria, pero también muchos disgustos. A causa de este libro he conocido la cárcel y el destierro, la traición de los amigos, la mala fe de los adversarios, el egoísmo y la maldad de los hombres. Con este libro nació la estúpida leyenda que me convirtió en un ser cínico y cruel, una especie de Maquiavelo disfrazado de cardenal de Retz cuando no soy más que un escritor, un artista, un hombre libre que padece más los males ajenos que los propios.

Mi Técnicas de golpe de Estado, publicado en París en 1931 (editado por Bernard Grasset en la colección «Les écrits» dirigida por Jean Guéhenno), se imprime ahora por primera vez en Italia y se reedita en Francia con motivo del centenario del Manifiesto comunista de 1848. Es ya un libro famoso, «un clásico», como afirmaban los críticos franceses y, por otro lado, es tan vigente y válido hoy en día como lo era ayer. Y quien me reprochase no haber añadido, ni en esta primera edición italiana ni en la nueva edición aparecida estos días en Francia, algún capítulo nuevo sobre la revolución republicana española, sobre la franquista, sobre las recientes «defenestraciones» de Praga (ni sobre los golpes de Estado que aquí y allí se preparan en Europa), demostraría no haber entendido que estos sucesos, posteriores a la primera aparición de este libro, no aportan nada nuevo a la técnica moderna del golpe de Estado. La técnica revolucionaria en Europa es, de hecho, todavía, la que yo estudié y describí en estas páginas. Sin embargo, se ha dado algún progreso en la técnica moderna de la defensa del Estado. Podría decirse que los gobernantes (si es que leen libros) se han leído estas páginas mías y han sabido sacar provecho de las enseñanzas que contienen. ¿Habrá que atribuir, pues, a mi libro el mérito de ese progreso? ¿O tal vez mejor a las lecciones que se derivan de los acontecimientos de estos últimos años?

El famoso Jean Chiappe, creador de la compleja maquinaria estatal francesa para la defensa de la República y de las libertades republicanas, al que envié como muestra de respeto, en 1931, un ejemplar de Técnicas de golpe de Estado con esta dedicatoria: «A Monsieur Jean Chiappe, técnico del contragolpe»,*[1] tuvo a bien contestarme que mi libro era tan peligroso en manos de los enemigos de la libertad, tanto de derechas como de izquierdas, como valioso en manos de los hombres de Estado, a quienes incumbía la responsabilidad de defender las libertades democráticas. «Usted enseña a los hombres de Estado —añadía— a prever los fenómenos revolucionarios de nuestro tiempo, a comprenderlos, a impedir que los sediciosos se hagan con el poder mediante la violencia».*

Es posible que los defensores del Estado hayan aprendido más de los acontecimientos que de la lectura de mi libro. Pero no debería ignorarse el mérito de estas páginas si sólo hubieran enseñado a los defensores de la libertad el modo de interpretar los acontecimientos y la lección que debe extraerse.

Prohibido en Italia por Mussolini, Técnicas de golpe de Estado constituye una novedad para el lector italiano actual, para el que la situación internacional y la interna de nuestro país añaden, por desgracia, un interés de rabiosa actualidad. No es inútil, en este momento, advertir al lector italiano que este libro no sólo ha sido prohibido en Italia, sino también en Alemania, Austria, España, Portugal, Polonia, Hungría, Rumanía, Yugoslavia, Bulgaria, Grecia y en todos aquellos Estados donde, o bien a causa de un dictador o bien por la corrupción de las instituciones democráticas, las libertades públicas y privadas fueron recortadas o suprimidas.

¡Un destino extraño y azaroso el de mi libro! Prohibido por los gobiernos totalitarios que veían en Técnicas de golpe de Estado una especie de «Manual del perfecto revolucionario»; puesto en el punto de mira por los gobiernos liberales y democráticos para los que no era otra cosa que un «Manual del arte de hacerse con el poder por medio de la violencia» cuando no, al mismo tiempo, un «Manual del arte de defender el Estado»; acusado de fascismo por los trotskistas, y por el propio Trotsky, y de trotskismo por ciertos comunistas, que no soportan ver mezclado el nombre de Trotsky con el de Lenin y, lo que es más importante, con el de Stalin. Asimismo, no es menos cierto que raramente un libro haya provocado tantas discusiones, tantas pasiones enfrentadas. Raramente un libro ha servido tanto, y de modo tan gratuito, tanto al Bien como al Mal.

Me conformo con recordar, a propósito de esto, un caso bastante único del que los periódicos de la época se hicieron bastante eco. Cuando, por orden del canciller austríaco Dollfuss, arrestaron en su castillo del Tirol al príncipe Stahrenberg, acusado de conspirar contra el Estado, encontraron en su casa, horresco referens, un ejemplar de mi libro. El canciller Dollfuss aprovechó este pretexto para prohibir Técnicas de golpe de Estado en Austria. Pero el día que Dollfuss fue asesinado por los nazis, los periódicos de Viena anunciaron que había aparecido un ejemplar de mi libro en su escritorio. Un ejemplar obviamente nuevo, dado que si Dollfuss hubiese leído mi libro, y hubiese sabido sacarle provecho, es probable que no hubiese acabado así.


Escribí Técnicas de golpe de Estado durante los últimos meses de 1930 en Turín, cuando todavía era director de La Stampa. El manuscrito llegó a París, al editor Bernard Grasset de Daniel Halévy, que había venido a recogerlo a Turín porque yo no me fiaba de cruzar la frontera con aquellas páginas encima. En marzo de 1931, cuando el libro estaba a punto de salir, fui a Francia siguiendo el consejo de Bernard Grasset y Halévy para ponerme a salvo de la posible reacción de Mussolini.

¿Cómo acogió Mussolini mis Técnicas de golpe de Estado? El libro le gustó pero no le acabó de gustar. Y por una de esas contradicciones propias de su carácter, prohibió la edición italiana pero permitió que los periódicos hablasen ampliamente de él. Un buen día, de repente, la prensa italiana recibió orden de no volver a hablar de mi libro, ni bien ni mal. ¿Qué había pasado?

Publicado en Alemania en 1932, es decir, mucho antes de la llegada de Hitler al poder (Des Staatssreichs, Tal Verlag, Leipzig y Viena, 1932), Técnicas de golpe de Estado, que fue el primer libro contra Hitler aparecido en Europa, constituyó un apoyo importante a la propaganda antinazi. Durante las elecciones alemanas de otoño de 1932, las paredes de todas las ciudades y suburbios de Alemania aparecieron empapeladas con enormes manifiestos del Frente Democrático Antinazi, en los que, bajo el título: «Cómo juzga el escritor italiano Curzio Malaparte a Hitler y el nazismo», se habían escrito en letras de imprenta las frases más insolentes del capítulo sobre Hitler. Como prueba de mi delito, se enviaron copias de aquel manifiesto al director de la oficina de prensa del jefe del gobierno, Lando Ferreti, acompañadas de estas simples palabras: «¡Mira lo que has hecho!». Yo me di cuenta de lo que había hecho tiempo después, en la celda número 471 de la cuarta galería de la prisión de Regina Coeli.

«Técnicas de golpe de Estado» de Curzio Malaparte

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