Resumen del libro:
Dick y Nicole Diver, una glamurosa pareja norteamericana, llegan a la Riviera francesa de los felices años veinte, época en que allí se daba cita la beautiful people de todo el mundo. Son ricos, inteligentes, elegantes, irresistiblemente atractivos. Pero algo se oculta tras su aparente perfección: Nicole tiene un secreto, Dick una debilidad, y juntos se dirigen irremediablemente hacia las rocas contra las que su aventura parece abocada a estrellarse.
Suave es la noche es una de las cumbres de la obra de Francis Scott Fitzgerald, su novela más intensa y de mayor carga autobiográfica. En palabras de su esposa Zelda, «hay mucho de su propia vida en este atormentado retrato de opulencia destructiva e idealismo malogrado».
PRÓLOGO
Corazones rotos
En 1925, tras la publicación de El gran Gatsby (que recibe buenas críticas pero no revalida los resultados comerciales de sus anteriores obras, A este lado del paraíso y Hermosos y malditos), Francis Scott Fitzgerald comienza a trabajar en su cuarta novela. Tan sólo han pasado cinco años desde su deslumbrante irrupción en el panorama literario norteamericano, pero en ese intervalo han sucedido muchas cosas, quizá demasiadas: su matrimonio con Zelda Sayre, el éxito, el dinero y la fama, viajes por Europa, largas estancias en París y La Riviera, un hijo, las primeras grietas en la relación, infidelidades, ríos de alcohol e indicios de un creciente desequilibrio en Zelda (que desemboca en un intento de suicidio). Por lo demás, la pareja vive un exilio dorado en Francia, rodeados por la crème de la comunidad norteamericana expatriada y relacionándose con los más importantes artistas de su tiempo: Hemingway, Gertrude Stein, Picasso, Isadora Duncan…
En el primer esbozo de lo que será Suave es la noche, un joven técnico de cine, Francis Melarkey, y su dominante madre, se unen a ese círculo de expatriados, americanos ricos y encantadores que ponen de moda La Riviera como lugar de veraneo y pasan la vida entre fiestas y cenas glamurosas. Francis iniciará entonces un camino de degradación que, finalmente, le llevará a asesinar a su madre. Fitzgerald llegará a escribir varios capítulos de esta historia, pero dos años después no ha logrado avanzar, en parte porque la necesidad de procurar el sustento familiar —o más bien mantener su suntuoso tren de vida— le obliga a concentrarse en la escritura de lucrativos relatos para las revistas. En 1927, los Fitzgerald deciden regresar a América y Scott comienza a escribir guiones para Hollywood.
Será en los platós cinematográficos donde conocerá a Lois Moran, una joven actriz con la que vive una apasionada aventura extramatrimonial. Ella será la inspiración para un nuevo personaje, Rosemary Hoyt, que sustituirá a Francis Melarkey en la trama de Suave es la noche. Fitzgerald recupera así mismo la mayoría de las situaciones y personajes de la versión original, incluyendo a los Diver, a los North y a Tommy Barban, contrafigura a su vez de un amante de Zelda de los días de París, el aviador francés Edouard Jozan. Entre tanto, la familia ha vuelto a Europa. Allí, a principios de 1930, Zelda sufre un colapso nervioso y es internada en un sanatorio de Suiza con el diagnóstico de esquizofrenia. Un año después se instalan de nuevo en Estados Unidos, en Baltimore, donde Scott reemprende la escritura definitiva de Suave es la noche. Esta vez la historia se centra en Dick y Nicole Diver, un prometedor psiquiatra y su esposa —que es también su paciente—, y la progresiva aniquilación de aquél. El trasfondo es claramente autobiográfico: los problemas mentales de Zelda; el creciente alcoholismo de Scott; las aventuras de la una y el otro con Lois Moran y Edouard Jozan, respectivamente; los deslumbrantes periplos por Europa; el grupo de americanos expatriados…
La novela aparece finalmente en 1934. Dos años antes, Zelda ha publicado su propia versión de esos años europeos, Resérvame este vals (Save Me the Waltz), que enfurece a Scott, el cual considera que Zelda ha robado material que él iba a usar en su libro. La obra de Zelda pasa sin pena ni gloria. Suave es la noche tampoco convence a los críticos ni se vende bien. Fitzgerald, que ya no terminará ninguna otra novela (El último magnate quedará inconclusa), se recluye en Hollywood y muere, alcoholizado, seis años después. Zelda pasará el resto de sus días en diversas instituciones psiquiátricas hasta su muerte en 1948, al incendiarse su habitación del hospital.
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