Resumen del libro:
Sonia de Rogatino o Sonia la Roja, la «diablesa pelirroja», «feroz como una pantera», hermana de Roxelana, la favorita del sultán Solimán el Magnífico, es una heroína de fantasía creada por Robert E. Howard, el famoso autor de Conan el Bárbaro. A escondidas, Sonia practicaba de noche el uso de la espada por su propia cuenta, algo inadecuado para una mujer, y llegó a convertirse en un aguerrido espadachín que defendió los muros de Viena del ataque de los turcos.
La Sonia de Robert E. Howard
The Shadow of the Vulture (La Sombra del Buitre), título original de Sonia la Roja, es uno de esos relatos de Robert E. Howard que, en lugar de fantasía épica o heroica, debemos catalogar como ficción histórica, pues no incluye elemento fantástico o sobrenatural alguno en sus páginas. La acción transcurre en 1529, en Viena, capital del Archiducado de Austria, durante el sitio a la ciudad por las tropas del Imperio Otomano de Solimán el Magnífico; pero los hechos narrados se retrotraen varios años antes, desde el sitio de Rodas (1522) hasta la batalla de Mohács (1526) junto al Danubio, donde las tropas húngaras fueron prácticamente aniquiladas y su rey, Luis II, murió en batalla sin dejar descendencia. El trono es reclamado por Fernando I de Habsburgo, hijo de Felipe el Hermoso y de Juana I de Castilla y, por tanto, hermano de Carlos I de España (Carlos V de Alemania); pero el conde Juan de Zápolya, voivoda de Transilvania, quien mantiene contactos con los turcos (y que terminará arrodillándose ante Solimán), se hace coronar como Juan I de Hungría.
Es en este entorno donde Howard sitúa los hechos y sus protagonistas: Gottfried von Kalmbach, caballero germano de la Orden militar de San Juan (Orden de Malta), desencantado, pendenciero y borrachín, y la guerrera rusa Sonia la Roja (Red Sonia) de Rogatino, aunque ésta no aparecerá hasta mediada la novela (pero cuando lo hace, se adueña de la escena y la narración). Von Kalmbach, a quienes los tártaros llaman Gombuk, forma parte de la embajada que Fernando I envía a negociar con Solimán mientras se hace con la corona; pero éste, que prefiere a Zápolya, los encarcela «mientras toma una decisión». Serán puestos en libertad nueve meses después, poco antes del asedio a Viena, momento en el que el Sultán reconoce el rostro del caballero… Ambos se han enfrentado antes, en Rodas, sirviendo entonces von Kalmbach bajo el mando de Philippe Villiers de L’Isle-Adam. Pero cuando ya han partido, Solimán le recuerda también de Mohács: aquel caballero que estuvo a punto de segar su vida y le dejó una cicatriz en el hombro; y ordena a su visir acabar con la vida del infiel que se atrevió a verter su sangre. El visir hace llamar a Mikhal Oglu, líder de los akinji, cuerpo de élite de la caballería ligera otomana que siembra el terror y la desolación en los campos de batalla y entre la población civil. Oglu es apodado «El Buitre» por las alas con que adorna su armadura, y Solimán le exige acabar con Gombuk. «Si no te traigo su cabeza, que él te envíe la mía», será su respuesta premonitoria.
Tras escapar en última instancia de las tropas akinji que le persiguen, von Kalmbach consigue entrar en Viena poco antes de que se inicie el asedio. Y es allí donde Howard vuelve a revestir el relato de panoplia histórica y despliega su conocimiento de los hechos que acontecieron, describiendo la situación de las tropas (unos 20 000 defensores austríacos, con 1000 lansquenetes o mercenarios alemanes dirigidos por el conde Nicolás de Salm, y 700 arcabuceros españoles bajo el mando de Felipe Palgrave) frente a un ejército muy superior (entre 100 000 y 200 000 atacantes, además de los jenízaros, el cuerpo de élite otomano, la guardia pretoriana del sultán), y las tácticas de defensa que organiza un viejo guerrero como Salm. Asimismo, hace que von Kalmbach conviva y luche junto a los oficiales Wilhelm von Roggendorf, Nicolás Zrinyi y Pál Bakics.
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