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Simplemente perfecto

Resumen del libro:

“Simplemente Perfecto” de Jostein Gaarder es una novela que nos sumerge en la conmovedora historia de Albert y Eirin, una pareja que se encuentra ante el desafío más monumental de sus vidas. Gaarder, reconocido por su capacidad para explorar las complejidades filosóficas y humanas, nos presenta una obra que va más allá de la mera narrativa, invitándonos a reflexionar sobre la naturaleza efímera de la existencia.

Albert, el protagonista, se ve confrontado con una noticia devastadora mientras Eirin está lejos en un congreso en Melbourne. Ante la inmensidad de la situación, decide buscar respuestas en la Casa de Cuento, una cabaña idílica a orillas de la laguna Glitretjern. Aislado y enfrentándose a la oscuridad de su propia vida, se otorga un plazo de veinticuatro horas para reflexionar y revelar todos los aspectos, incluso aquellos que ha mantenido en secreto hasta la fecha emblemática del 23 de abril de 2009.

El autor, Jostein Gaarder, conocido por su obra maestra “El mundo de Sofía”, demuestra una vez más su habilidad para tejer tramas que van más allá de la superficie narrativa. Con una prosa cautivadora, Gaarder nos sumerge en la mente de Albert, explorando su pasado, presente y la incertidumbre del futuro. La Casa de Cuento se convierte en un espacio simbólico donde la introspección se fusiona con la búsqueda de la luz en medio de la oscuridad.

A lo largo de la novela, Gaarder nos lleva a través de las aguas profundas de la vida de Albert, recordándonos que incluso en los momentos más oscuros, hay un rincón para la luz. La metáfora del lago y el abismo cobra vida, ofreciendo una profunda reflexión sobre la búsqueda de significado en medio de la adversidad.

“Simplemente Perfecto” no es simplemente una historia de amor, sino un viaje emocional y filosófico que invita al lector a cuestionarse sobre la esencia de la vida, el tiempo y la trascendencia. Gaarder, con su maestría narrativa, logra crear una obra que perdura en la mente del lector mucho después de haber pasado la última página. Una experiencia literaria que captura la complejidad de la existencia y la belleza de encontrar la luz en los momentos más oscuros.

GLITREVIK

23 DE ABRIL DE 2009

Queridos todos:

Acabo de salir de la consulta de Marianne y sé que a partir de este momento todo se ha transformado. Estoy muy alterado y, de una u otra manera, lo que ocurra a partir de ahora dejará huella en todos nosotros. No hay camino de retorno a un estado normal de la situación. Duele pensar en ello.

Llegué aquí hace un rato. Solo me acerqué a la laguna para meter la barca en el agua. Siempre hay que hacerlo, antes de que dé comienzo la temporada, para que el lugar esté perfecto y listo para su uso.

Alrededor de la laguna se ven ventisqueros dispersos que parecen pesados testigos del largo asedio invernal. La temperatura del aire ronda, por el momento, el punto de congelación, pero no hay rastro de hielo en el agua, ni siquiera en la parte más profunda.

Saco la llave, abro la puerta y, antes de ponerme con las contraventanas, dejo en el suelo una bolsa con la compra. Luego enciendo el fuego en las estufas. Por la ventana que da al oeste veo que el disco solar descenderá sobre la laguna en el transcurso de una hora.

Debo hacer casi todo con una mano, al menos lo que requiere una precisión motriz. Así llevo ya unos meses. Por fin hoy conozco la razón.

Tengo los pies fríos porque no pasé por casa a coger unas botas y algo de ropa de abrigo, no soportaba la idea de entrar en ella; no había nadie para recibirme. Fui a Joker y compré los víveres más indispensables. Para veinticuatro horas.

Aquí hay botas de agua y jerséis gruesos, también encontré un par de tupidos calcetines de lana. Con fuego en las dos estufas, esto no tardará en calentarse. Esa es la ventaja de una cabaña pequeña; a veces la austeridad merece la pena.

Al salir de la consulta de Marianne, sentí una repentina necesidad de estar solo, de aislarme por completo.

No pienso con claridad, bullo por dentro, estoy horrorizado, consternado, pero hay algo que tengo que solucionar, he de tomar una decisión, lo que significa que tengo que escribir. Esa es ahora la única manera de pensar sistemáticamente. Tendré que procurar que los pensamientos sean concisos antes de llegar al papel. Creo intuir un hilo rojo en medio de todo el caos, pero no veo adónde me llevará.

Me doy cuenta de que no solo escribo para mí, ni quizá tampoco solo para mis seres más allegados. Puede que llegue a encabezar una especie de razonamiento en nombre de toda la humanidad.

¿Qué es un ser humano? La pregunta puede parecer ingenua. Pero se me ocurre que jamás he pensado en ella siguiendo un método.

No hay nada en mi situación que sea único; todo lo contrario. Solo soy uno de nosotros, y para desempeñar ese papel me quedaré escribiendo toda la noche. Me he dado un plazo de veinticuatro horas.

Somos increíble e infinitamente ricos en impresiones vitales, reconocimiento, recuerdos y relaciones entre nosotros. Y, cuando nos marchamos, todo se descompone, desaparece y se olvida.

El mundo tiene goteras, sangra. Y ahora me toca a mí. Este momento tenía que llegar algún día. Llegó como una bofetada. O como un puñetazo brutal.

Sin embargo, voy a empezar desde una perspectiva más amable. Antes de acercarme al último acto del drama, incluiré algo del dulce preludio.

“Simplemente perfecto” de Jostein Gaarder

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