Siete cuentos góticos
Resumen del libro: "Siete cuentos góticos" de Isak Dinesen
“Siete cuentos góticos” de Isak Dinesen es una obra que destaca por su densidad y sensibilidad, características que definen la narrativa de la autora, conocida por su vida en África y las colinas del Ngong. La densidad se refleja en la profundidad de los temas abordados, donde la reflexión, la narración de historias ejemplares y la meticulosa caracterización de personajes, paisajes y situaciones eclipsan la acción pura y simple. En muchos casos, la trama se limita al desplazamiento de los personajes de un lugar a otro.
Esta densidad se traspasa al estilo, donde los cuentos fluyen pausada y sinuosamente, llevando al lector por un viaje a través de una prosa impregnada de los vastos conocimientos culturales de la autora. Este estilo transporta al lector a una época de escritura poco común en la actualidad, otorgando a los cuentos un aire de antigüedad y una rica amalgama de elementos románticos.
Cada cuento de esta colección es una pieza maestra independiente, teñida con una atmósfera gótica única que conjuga lo sobrenatural, lo oscuro y lo misterioso. Dinesen crea mundos vívidos y evocadores, habitados por personajes complejos y fascinantes que exploran los límites de la realidad y la fantasía. A través de su prosa exquisita, la autora nos invita a sumergirnos en un universo donde los sentidos y las emociones se entrelazan de manera magistral.
En resumen, “Siete cuentos góticos” de Isak Dinesen es una obra que cautiva por su riqueza conceptual y estilística. A través de la densidad de sus contenidos y la sensibilidad que impregna cada página, la autora nos regala una experiencia literaria que perdura en la memoria del lector, transportándolo a un mundo donde lo gótico y lo romántico se entrelazan de forma sublime.
Prólogo
La baronesa Karen Blixen (1885-1962) utilizó este seudónimo —Isak Dinesen— para dar a conocer su fértil y exquisita obra literaria. Exquisita, no por su sofisticación, sino por la sencillez y naturalidad de su estilo, y por el placer de narrar que se respira en toda ella. Un placer que se comunica de forma inmediata al lector; quien, iniciado un libro de Isak Dinesen, ya no puede dejarlo, como el rey que escuchó a Sherezade durante mil y una noches.
Isak Dinesen es una verdadera maga de la narración. Conocida en estos tiempos, sobre todo, por sus Memorias de África, sobre la que se basó la película que lleva el mismo título, tiene en su haber otras narraciones, menos conocidas e igualmente asombrosas, deslumbrantes. Hay que repetirlo: Isak Dinesen es heredera directa de Sherezade y, cuando narra, sabe ir abriendo cajas que contienen otras narraciones, otros narradores. Los relatos de Dinesen podrían ser inacabables. Cuando terminan, dejan al lector con el deseo de otro relato, porque ya ha caído en sus redes, ya está atrapado, ya prefiere leer, escuchar un cuento, a hacer cualquier otra cosa, o, como el rey de las mil y una noches, irse a dormir.
Fue precisamente al regreso de África, tras dejar atrás el lugar que más amó y perder al hombre de sus sueños, enferma y desanimada, cuando la literatura cobró en la baronesa Blixen toda la fuerza que había ido incubando en su interior. Las narraciones de Isak Dinesen, el sobrenombre que escogió para publicar su obra, perfectas en su forma, transmiten el amor que siente por la vida una persona que se ha entregado a ella sin reservas y que sabe, finalmente, que aunque haya historias que en la vida terminan, en la literatura pueden ser interminables y, por tanto, tampoco acaban en la vida. Con ellas, la baronesa Blixen se convirtió en una autora popular y celebrada y consiguió, con toda justicia, el Premio Nobel.
Estos Siete cuentos góticos que se reeditan en esta colección suponen siete vías por donde discurre la inagotable fantasía de Dinesen, su profunda y benevolente sabiduría, y el discurrir es tan ameno que, cuando llegamos al final de uno, nos entregamos apenas sin descanso al otro y, al terminar el libro, sin duda buscaremos otro libro de Dinesen. Ya lo he dicho, es una verdadera maga de la narración.
El universo que nos muestran estos relatos es romántico, húmedo y crepuscular; todo parece suceder en eternos atardeceres, cuando empiezan a encenderse las luces de las velas en los quinqués. Muchos de los escenarios son nórdicos y es curioso que las referencias a España sean bastante frecuentes. Todo indica que la autora estaba bastante interesada en nuestra historia y nuestros mitos, lo cual no es tan frecuente en los novelistas extranjeros.
Los personajes que protagonizan o aparecen en estos cuentos encierran siempre una verdad o, al menos, la persiguen. Hay ancianos, caballeros decadentes que rememoran maravillosas historias de amor, de traiciones, duelos y misterios nunca desvelados del todo. El enigma es la atmósfera que envuelve a estos siete relatos. Por eso son góticos, como las espaciosas naves en penumbra de las grandes catedrales, como el olor de ese aire impregnado de incienso, de cera, de ropa de sacristía, de flores marchitas.
El caballero de «Las carreteras de Pisa» se ve enredado en su viaje con vidas extrañas y muertas. Un desconcertado joven de «El mono» nos introduce en un convento de costumbres inauditas. Un desconsolado caballero y una misteriosa joven pasan una noche de pasión que luego será recordada para construir una pieza mágica de la vida de todos. Un falso cardenal y una alocada ricachona nos sitúan, en «La inundación», en un escenario sofocante en cuyas paredes ha quedado impregnado el olor de un crimen.
Las hermanas De Connik, de «Cena en Elsimore», solteras por vocación, hablan con su hermano muerto con la mayor naturalidad del mundo, demostrando al lector que la demencia es algo muy respetable entre la buena sociedad de Copenhague, que cabe a la perfección dentro de las buenas costumbres. «Los soñadores», que se desarrolla en una embarcación que va de Lamu a Zanzíbar una noche de luna llena, constituye el ejemplo más acabado de un encadenamiento de relatos. A una historia le sucede otra que, aún siendo en principio muy distintas —los escenarios, por de pronto, cambian— producen en el lector la sensación de que van a confluir, porque la autora está moviendo los hilos precisos para que el misterio lo vaya invadiendo todo. En «El Poeta» se nos muestra la intrincada e irracional red que forman las simpatías, las atracciones, el amor, la necesidad de compañía y el temblor omnipresente de la poesía.
Son, en fin, relatos en los que lo fantástico es siempre una posibilidad, donde lo extraordinario se trata como si fuese perfectamente natural. Son relatos de luces y sombras, de personajes que huyen, buscan, se esfuman. Los que se han ido para siempre, vuelven a aparecer, los que se quedan pueden hacerse casi invisibles. La luz que ilumina estos Siete cuentos góticos es la débil y cambiante que nace de las velas. Cuando la realidad es contemplada a esa luz, las sombras se agrandan, corren, trepan por los muros, y lo irreal cobra vida y consistencia.
El lector debe detenerse muchas veces para volver a leer una de las muchas frases sabias que salpican estos relatos que rezuman conocimiento y gusto de vivir. Los personajes, muchas veces a punto de naufragar, aprenden a deambular con el peso terrible de la realidad y todos sus misterios, no desesperan, relatan sus vidas, sus historias, se escuchan unos a otros, se convierten, como su creadora, en Sherezade, porque necesitan que el tiempo se detenga, que se haga eterno. Y lo consiguen, porque se han puestos en las manos de una maga.
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Isak Dinesen. Escritora danesa, fue el seudónimo utilizado por Karen Blixen para desarrollar su carrera literaria. Dinesen es conocida principalmente por su novela Memorias de África (1937), obra de éxito internacional que fue adaptada al cine por Meryl Streep y Robert Redford. La novela, basada en sus propias experiencias en África, donde Blixen era la dueña de una plantación de café, sigue siendo todo un clásico contemporáneo.
Además, Blixen publicó varias antologías y dos novelas más, sin el mismo éxito que con su obra más famosa.