Resumen del libro:
La novela muestra un espacio no descriptivo en el que se asientan los símbolos clave de la dialéctica entre fe y duda, el lago, la montaña, la nieve, la villa sumergida, etc. Don Manuel asume esta lucha y se convierte en mártir en tanto toma sobre sí la duda y la sufre por toda la comunidad que, sumida en el engaño, avanza cohesionada por esa supuesta verdad no cuestionada.
Prólogo
En 1920 reuní en un volumen mis tres novelas cortas o cuentos largos, Dos madres, El marqués de Lumbría y Nada menos que todo un hombre, publicadas antes en revistas, bajo el título común de Tres novelas ejemplares y un Prólogo. Este, el prólogo, era también, como allí decía, otra novela. Novela y no nivola. Y ahora recojo aquí tres nuevas novelas bajo el título de la primera de ellas, ya publicada en La Novela de Hoy, número 461 y último de la publicaC10n, correspondiente al día 13 de marzo de 1931 —estos detalles los doy para la insaciable casta de los bibliógrafos—, y que se titulaba: SAN MANUEL BUENO, MÁRTIR. En cuanto a las otras dos: LA NOVELA DE DON SANDALIO, JUGADOR DE AJEDREZ, y UN POBRE HOMBRE RICO O EL SENTIMIENTO CÓMICO DE LA VIDA, aunque destinadas en mi intención primero para publicaciones periódicas —lo que es económicamente más provechoso para el autor—, las he ido guardando en espera de turno, y al fin me decido a publicarlas aquí sacándolas de la inedición. Aparecen, pues, éstas bajo el patronato de la primera, que ha obtenido ya cierto éxito.
En efecto, en La Nación, de Buenos Aires, y algo más tarde en El Sol, de Madrid, número del 3 de diciembre de 1931 —nuevos datos para bibliógrafos—, Gregorio Marañón publicó un artículo sobre mi SAN MANUEL BUENO, MÁRTIR, asegurando que ella, esta novelita, ha de ser una de mis obras más leídas y gustadas en adelante como una de las más características de mi producción toda novelesca. Y quien dice novelesca —agrego yo— dice filosófica y teológica. Y así como él pienso yo, que tengo la conciencia de haber puesto en ella todo mi sentimiento trágico de la vida cotidiana.
Luego hacía Marañón unas brevísimas consideraciones sobre la desnudez de la parte puramente material en mis relatos. Y es que creo que dando el espíritu de la carne, del hueso, de la roca, del agua, de la nube, de todo lo demás visible, se da la verdadera e íntima realidad, dejándole al lector que la revista en su fantasía.
Es la ventaja que lleva el teatro. Como mi novela Nada menos que todo un hombre, escenificada luego por Julio de Hoyos bajo el título de Todo un hombre, la escribí ya en vista del tablado teatral, me ahorré todas aquellas descripciones del físico de los personajes, de los aposentos y de los paisajes, que deben quedar al cuidado de actores, escenógrafos y tramoyistas. Lo que no quiere decir, ¡claro está!, que los personajes de la novela o del drama escrito no sean tan de carne y hueso como los actores mismos, y que el ámbito de su acción no sea tan natural y tan concreto y tan real como la decoración de un escenario.
Escenario hay en SAN MANUEL BUENO, MÁRTIR, sugerido por el maravilloso y tan sugestivo lago de San Martín de Castañeda, en Sanabria, al Pie de las ruinas de un convento de bernardos y donde vive la leyenda de una ciudad, Valverde de Lucerna, que yace en el fondo de las aguas del lago. Y voy a estampar aquí dos poesías que escribí a raíz de haber visitado por Primera vez ese lago el día primero de junio de 1930. La primera dice:
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