Sor Juana ocupa en el campo de la lírica el lugar más destacado del periodo final del Barroco hispano. Dedicó su vida al estudio, derecho que reivindicó como mujer frente a las persecuciones en que por este motivo se vio envuelta: su verdadera vocación no fue religiosa, sino intelectual. Heredera de una cultura que había llegado a su apogeo supo transmitir lo mejor de las corrientes poéticas de su época: la brillantez culterana de sus versos gongorinos junto al ingenio conceptista de Quevedo y Calderón.
En perseguirme, mundo, ¿qué interesas?
Quéjase de la suerte: insinúa su aversión a los vicios y justifica su divertimiento a las musas.
En perseguirme, mundo, ¿qué interesas? ¿En qué te ofendo cuando solo intento poner bellezas en mi entendimiento y no mi entendimiento en las bellezas?
Yo no estimo tesoros ni riquezas, y así, siempre me causa más contento poner riquezas en mi entendimiento que no mi entendimiento en las riquezas.
Y no estimo hermosura que, vencida, es despojo servil de las edades ni riqueza me agrada fementida;
teniendo por mejor en mis verdades consumir vanidades de la vida que consumir la vida en vanidades.
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Sobre el autor:
Sor Juana Inés de la Cruz. Religiosa, dramaturga y poeta nacida en México el 12 de noviembre de 1651, durante la época colonial española, Sor Juana Inés de la Cruz fue una de las figuras literarias más importantes del Barroco. Formada de manera sólida en el estudio de los clásicos, algo no demasiado común en las mujeres de la época, la joven Juana creció en el ambiente del virreinado en Ciudad de México, algo que le valió un cierto contacto con la élite del país. Tras una primera época en las Carmelitas, Sor Juana ingresó en la orden religiosa de las Jerónimas, en teoría de una regla menos estricta.
Su actitud, alejada del aislamiento monástico, ya que escribía y tenía contacto con la alta sociedad, le produjo no pocos enfrentamientos con las autoridades eclesiásticas, aunque el conflicto más duro lo tuvo al defender su posición como escritora e intelectual y posicionarse a favor de la educación de las mujeres.
Tras varios años de desencuentros, en los que la poeta desarrolló la mayor parte de su obra, Sor Juana cesó en su trabajo literario sin que hoy en día se tenga clara la razón que motivó su retirada, aunque todo apunta a un aumento de la presión que ejercía su confesor para que abandonara.
En su obra hay que destacar sus poemas galantes, los tres Autos sacramentales que escribió y dos comedias, Los empeños de una casa y La segunda Celestina.
El estudio de su trabajo pasó de la admiración y éxito popular al desprecio a partir de finales del siglo XVIII, para ser de nuevo estudiada como referencia barroca a partir del siglo XX.
Sor Juana Inés de la Cruz murió en Ciudad de México el 17 de abril de 1695.