Resumen del libro:
La sociedad helenística estaba, en tiempos de Epicuro, gravemente enferma, aquejada de males orgánicos y psíquicos. Epicuro diagnosticó los males, coyunturales y permanentes, y puso toda su sabiduría y su empeño en encontrar una solución definitiva y eterna. Epicuro fue el primero que osó enfrentarse a los motivos de la postración de los hombres, inquirió sus causas, interpretó los hechos y alcanzó en esta empresa la victoria, convirtiendo con ello a los hombres en dioses.
EPICURO O EL DESTINO DEL HOMBRE ES LA FELICIDAD
Biografía de Epicuro
El arco cronológico que abarca la vida de Epicuro va del año 341 a. C., fecha de su nacimiento, ocurrido en Samos, al 270 a. C., año de su muerte, acaecida en Atenas. La primera impresión del mundo y de las cosas grabada en la mente del joven Epicuro se la debió al platonismo, filosofía entonces más en boga, cuyas nociones le llegaron, a la temprana edad de catorce años, de la mano de Pánfilo, allí en su natal Samos. Luego, como era de ley, a la edad de dieciocho años, suspendió sus estudios para cumplir sus deberes con la patria, y así, por su condición de hijo de ciudadanos atenienses, lo vemos en el 323 a. C. en Atenas prestando servicio militar, condición necesaria para alcanzar a su vez el pleno derecho de la ciudadanía. En el cumplimiento de tal cometido tuvo por camarada al poeta cómico Menandro, con quien estaba vinculado por sutiles lazos espirituales, tales como el buen humor, la sana alegría y una pasión ciega por la felicidad del hombre.
Al licenciarse de su obligado servicio a la patria regresó junto a su familia, que, por avatares de la política, no encontró ya en su primer hogar de Samos, sino que, forzada al exilio, había emigrado a la ciudad de Colofón, allá en la costa minorasiática, lo que sucedió sobre el año 321 a. C. Pero si la inevitable trashumancia familiar a Colofón debió de significar para él una experiencia desagradable, la proximidad entre esta ciudad y la vecina Teos hubo de contribuir a que el joven Epicuro acudiera a esta última a tomar por primera vez contacto con la filosofía del átomo, allí profesada por Nausífanes. Cabe pensar al respecto que los hados iban sabiamente trazando, en medio de las sinuosidades del exilio, en línea recta el futuro de nuestro personaje, como en otro tiempo y en circunstancias parejas trazaran el de Tucídides. Pues fue la ciudad de Teos y el maestro Nausífanes que en ella profesaba quienes, a lo que parece, determinaron la definitiva vocación de Epicuro. En Teos, y a través del no muy docto Nausífanes, topó Epicuro por vez primera con la noción del átomo, semilla fecunda que Epicuro acogió con entusiasmo e hizo suya, la que sabiamente cuidada y explotada por sus manos había de rendir copiosos y pingües frutos. Esto es, si la vida física de Epicuro empezó a palpitar en Samos, su hálito intelectual cuajó en Teos.
Entre Colofón y Teos pasó Epicuro diez años, los que median entre 321 y 311 a. C, y que corresponden a los años veinte y treinta de nuestro personaje. A esa edad dio por cerrado el ciclo de aprendizaje, iniciando entonces su propia singladura de maestro que elabora y propaga su propia doctrina. El lugar elegido para tal cometido fue Mitilene, ciudad de la isla de Lesbos de ricas tradiciones, en la que justamente cuarenta y cuatro años antes también Aristóteles había iniciado a su vez la carrera docente. Ambos, pues, Epicuro y Aristóteles comenzaron sus actividades académicas en Mitilene, humilde punto de partida que había de llevar a ambos con el tiempo a sentar cátedra, tras largo periplo, en la docta y universal Atenas.
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