Middlemarch
Resumen del libro: "Middlemarch" de George Eliot
Middlemarch es la historia de tres parejas sujetas a los frágiles hilos del saber y el error, entretejida con la crónica minuciosa de los destinos de toda una comunidad en una época de cambios y reacción. Quintaesencia de la novela victoriana, George Eliot marcó con ella un hito en la historia de la literatura universal.
PRELUDIO
¿QUIÉN que se preocupe por la historia del hombre y cómo se comporta la mezcla misteriosa bajo los diversos experimentos del Tiempo, no se ha parado a examinar, aunque sea someramente, la vida de Santa Teresa; no ha sonreído con ternura ante la idea de la niña caminando una mañana de la mano de su hermano aún más pequeño, en pos del martirio en tierra de moros? Con paso incierto salieron de la escarpada Avila, desvalidos y asombrados como dos cervatillos, pero con un corazón humano que ya latía al son de una idea nacional, hasta que les salió al encuentro la realidad doméstica en forma de tíos, y les hizo desistir de su gran resolución. El infantil peregrinaje fue un inicio adecuado. La naturaleza apasionada e idealista de Teresa exigía una vida épica: ¿qué significaban para ella los volúmenes de novelas de caballerías y las conquistas sociales de una joven brillante? Su llama pronto quemó tan débil combustible y, nutrida desde dentro, se alzó tras alguna satisfacción sin límite, algún objetivo que no justificara nunca el abatimiento, que reconciliara la desesperación en sí misma con la conciencia arrobadora de una vida más allá del ser. Encontró su epopeya en la reforma de una orden religiosa.
Esa mujer española que vivió hace trescientos años, no fue en modo alguno la última de su especie. Han nacido muchas Teresas que no encontraron una vida épica en la que hubiera un constante desarrollo de acciones con amplias resonancias; tal vez sólo encontraran una vida cuajada de errores, el resultado de cierta grandeza espiritual mal avenida con la mezquindad de las oportunidades; o un trágico fracaso que no halló su poeta sagrado, y se hundió en el olvido sin que nadie lo llorara. Con tenue luz y enmarañada circunstancia intentaron aunar noblemente sus pensamientos y sus actos; pero finalmente, ante los ojos del vulgo, sus esfuerzos no fueron más que inconsistencias y borrones, pues estas Teresas posteriores no se vieron ayudadas por una fe social y un orden coherentes que pudieran cumplir la función del conocimiento para un alma ardientemente deseosa. Su ardor oscilaba entre un desdibujado ideal y el anhelo común de la feminidad, de forma que se desaprobaba el uno por extravagante y se condenaba el otro como un desliz.
Hay quienes piensan que estas vidas desperdiciadas se deben a la inconveniente vaguedad con la que el Supremo Poder ha modelado la naturaleza de las mujeres: si hubiera sólo un nivel de incompetencia femenina tan rígido como la habilidad de contar tres y no más, se podría tratar el sino social de las mujeres con certeza científica. Entretanto, la vaguedad persiste, y los límites de variación son en realidad mucho más amplios de lo que nadie pudiera deducir de lo similar del peinado femenino o las historias de amor en prosa y verso que prefieren las mujeres. Aquí y allí un cisne se cría, incómodo, entre los patitos del parduzco estanque y no halla jamás el riachuelo vivo en compañía de los otros de su especie de pies de remo. Aquí y allí nace una Santa Teresa, fundadora de nada, cuyo tierno palpitar de corazón y llanto por un bien hacer inalcanzado se va calmando y se dispersa entre los obstáculos, en lugar de concentrarse en un hecho que perdure largos años en el recuerdo.
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George Eliot. En la encantadora finca de South Farm, Mary Ann Evans, conocida como George Eliot, nació el 22 de noviembre de 1819, en Nuneaton, Warwickshire. Criada entre libros y la majestuosidad del Castillo de Arbury Hall, sus primeras letras declamaban a Shakespeare, Milton y Scott. Su curiosidad omnímoda la llevó a estudiar en escuelas diversas, donde floreció su amor por la literatura.
A los 16 años, el deber filial la llamó cuando su madre falleció, abandonando los estudios para cuidar a su padre. Su mente inquisitiva, sin embargo, no dejó de educarse, y a los 21 años, se sumergió en el agnosticismo. George Eliot, a pesar de las amenazas de su padre, mantuvo sus dudas religiosas y se sumergió en círculos intelectuales, encontrando en Charles Bray y Herbert Spencer compañeros de pensamiento.
Su encuentro con el filósofo y periodista George Henry Lewes marcó un capítulo trascendental. Aunque casado, Lewes y Eliot compartieron una relación íntima durante más de dos décadas. Convertida en escritora y crítica, George Eliot desafió las convenciones publicando bajo un seudónimo masculino para ser tomada en serio.
Sus novelas, desde la impactante "Adam Bede" hasta la magnífica "Middlemarch", cautivaron a lectores con su realismo, penetrantes percepciones psicológicas y detalladas descripciones. Tras la muerte de Lewes, contrajo matrimonio con John W. Cross en 1880.
George Eliot, la creadora de personajes femeninos inolvidables, dejó un legado literario que trasciende el romanticismo, influenciando a escritores como Proust y dejando un impacto duradero en la narrativa victoriana. Su vida, entre letras y amores, es una obra en sí misma, un testimonio de la fuerza creativa de una mente excepcional.