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Manifiestos del surrealismo

Manifiestos del surrealismo - André Breton

Manifiestos del surrealismo - André Breton

Resumen del libro:

El año 1924 aparece en París el Primer manifiesto del surrealismo de André Breton, y desde ese momento se abre un camino para la poesía y el arte contemporáneo de consecuencias incalculables. Breton aparece como el conductor indiscutible de un nuevo movimiento que intenta trascender los límites del arte para invadir los problemas mismos de la vida y de la sociedad. El surrealismo se convierte así en una verdadera concepción del mundo.

PRÓLOGO

Después de más de cuarenta años de la publicación del Primer manifiesto del surrealismo aparece por primera vez en español la serie de manifiestos surrealistas que constituyen la clave de un movimiento artístico e ideológico de importancia excepcional. La presente traducción de los dos primeros manifiestos fue realizada hace más de treinta años, y fracasó siempre en las distintas tentativas de publicación. Relacionado este hecho con la casi monstruosa cantidad de imbecilidades que se traducen y publican, revela la calidad altamente subversiva de un texto que figura entre las expresiones fundamentales de este siglo. Y también porque este texto, esencialmente disconformista, da justamente en la llaga del conformismo y la domesticidad, cualquiera que sea su color o su posición, tanto de derecha como de izquierda.

La calidad subversiva de las ideas de Breton se concentra en una lucha contra las convenciones, en la que parte de la idea madre de que el hombre que comienza a vivir debe rever todos los esquemas heredados. Y en esta lucha actúa con la clarividencia de un profeta, pero un profeta cuya grandeza se hace mayor porque es esencialmente humano, con todas las debilidades del hombre, con toda la pasión, hasta con los errores, que por otra parte siempre está dispuesto a rectificar.

Las contradicciones forman la esencia misma del pensamiento de Breton, constituyen su dialéctica del pensar, y ellas lo hacen particularmente vivo; pero nada en estas contradicciones es gratuito; todas confluyen en una última coherencia; todas concurren a darle su sentido definitivo. Los tres manifiestos que aparecen en este volumen tiene una significación distinta. El primero es expositivo, en él se presentan los principios del surrealismo y se revela una particular técnica poética, mejor dicho una técnica general para la creación, la interpretación de la vida y la utilización de los verdaderos instrumentos del conocimiento. El Segundo manifiesto plantea la importancia del surrealismo como concepción ética, y es en gran parte polémico. Quizás esa polémica peque por demasiado violenta, y quizás haya en ella un exceso de interpretaciones de hechos ocasionales que el tiempo ha demostrado erróneas, pero de todos modos es el documento de un estado de espíritu, de un modo apasionado y viviente de ser testigo del mundo y de lo que en él acontece. Este modo de vivir con pasión lúcida es el lema de un hombre que todo lo ha sacrificado a esa pasión y a esa lucidez. Los Prolegómenos a un tercer manifiesto significan finalmente un balance del surrealismo en sí, y del surrealismo en su confrontación con el estado de la sociedad actual.

De la lectura de los manifiestos surge claramente que el surrealismo no es simplemente una escuela literaria o artística; representa ante todo una concepción del mundo. En esa concepción son los valores vitales del hombre los que se jerarquizan en más alto grado, y entre éstos, la imaginación, con sus resultantes, la acción creadora y el amor. Todos estos valores sólo pueden realizarse cuando el hombre goza de la plenitud de su libertad.

En el desarrollo de estos textos se encadenan diversas ideas fundamentales de tipo general. Una de ellas es la desconfianza en los sistemas cuando se toman como objetivo y no como instrumento. En este sentido nunca se señalará lo bastante la lucidez con que, en los Prolegómenos a un tercer manifiesto, muestra el destino de toda gran ideología o sistema que resulta fatalmente corrompida y desfigurada por los epígonos.

Manifiestos del surrealismo – André Breton

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