Resumen del libro:
Los Mabinogion son una colección de cuentos medievales galeses que reúnen mitología, leyendas heroicas y una narrativa épica que remonta al lector a un mundo antiguo, poblado de dioses, héroes y seres sobrenaturales. Estos relatos, escritos en galés y recopilados en el siglo XIII, alcanzaron una fama significativa tras su publicación en inglés en 1838, gracias a la traducción de Lady Charlotte Guest. Su trabajo convirtió al Mabinogion en una obra de referencia para los estudiosos de la literatura celta y lo introdujo a un público más amplio y diverso. Su publicación permitió no solo preservar estos relatos, sino también ofrecer una ventana única hacia la vida y valores de la sociedad galesa de la época medieval.
La importancia de los Mabinogion radica tanto en su valor literario como en su relevancia histórica. Son historias de aventuras, honor y magia, que, a través de personajes míticos como Pwyll, Rhiannon, y el famoso guerrero Peredur, revelan las tradiciones y el pensamiento de un pueblo que, durante siglos, se vio influido por la coexistencia entre el mundo pagano y el cristiano. Esta colección aborda temas como la lealtad, la nobleza y el destino, inmersos en una narrativa que fusiona la crudeza de la época con la riqueza de sus creencias místicas. En los cuentos, se exploran los elementos de la vida cotidiana y las leyes de aquella sociedad, mostrando un fuerte sentido de comunidad y respeto por la naturaleza y los poderes místicos.
Aunque el autor de estos relatos es desconocido, el estilo refleja una tradición oral que fue pasando de generación en generación, hasta finalmente ser recopilada en forma escrita. Lady Charlotte Guest es la responsable de haber traído estos relatos a la luz en el mundo anglosajón, proporcionando además un análisis contextual de gran profundidad que ha permitido a los lectores comprender mejor el universo simbólico galés. Su traducción y trabajo de interpretación dieron vida a un texto que, de otro modo, habría quedado relegado a la academia, sin alcanzar la relevancia cultural y literaria que hoy posee.
Los Mabinogion siguen siendo un ejemplo insigne de la literatura medieval celta, destacándose por su capacidad de entrelazar el realismo de una sociedad histórica con la fantasía y el misticismo. Su lenguaje poético y evocador permite al lector sumergirse en un viaje hacia el pasado de Gales, un pasado marcado por la lealtad y el heroísmo, donde los límites entre lo humano y lo sobrenatural se diluyen. Es un texto imprescindible para aquellos interesados en la mitología celta, pero también para cualquier lector que busque en la literatura la magia de descubrir otros mundos, otras vidas y otros tiempos.
INTRODUCCIÓN
Los Mabinogi constituyen una de las mejores obras en prosa de la literatura céltica medieval. Conocidos y estudiados desde el siglo pasado en Inglaterra y Francia, nadie duda hoy día de su coherencia interna, riqueza y calidad literarias. Al mismo tiempo, estos relatos poseen un gran interés como documento histórico, ya que se suman a las escasas fuentes que nos informan de aquella sociedad instalada en los límites occidentales de Europa, concretamente en el País de Gales. Esta región, a pesar de haber mantenido estrechos contactos con la Francia del Norte desde mediados del siglo XI, permaneció en cierto modo recluida en su tradición. Junto con Irlanda y la Península de Armórica, el País de Gales poseyó una fuerte unidad y homogeneidad cultural, y si bien todo parece indicar que siguió la evolución y ritmo del resto de las sociedades medievales de la Europa occidental, también conviene señalar que estas tres regiones constituyeron el último reducto de la civilización celta.
LA CIVILIZACIÓN CELTA
Los conocimientos acerca del mundo celta se encuentran en estrecha relación con el carácter y la naturaleza de las fuentes que lo documentan. En muchos aspectos la imagen que poseemos del mundo celta resulta parcial y poco objetiva. Ello se debe de modo especial a la escasez de fuentes escritas propiamente celtas. En lo que respecta a los celtas continentales, solamente se dispone de fuentes indirectas, de modo que para el estudio de la Galia en época romana se ha tenido que recurrir a historiadores como Tito Livio, Julio César o Tácito. Por su parte, los celtas insulares nos han legado una abundante producción literaria que posee un inapreciable valor documental, pero que exige del constante desciframiento por parte del historiador entre mito y realidad, lo cual constituye una tarea difícil. En este sentido, la civilización celta se ha convertido en un tema de estudio que ha despertado la imaginación de ciertos eruditos e historiadores, guiados en ocasiones más por afanes nacionalistas que por el rigor histórico. Por otro lado, la civilización celta no puede entenderse como una estructura estática, ajena a la evolución histórica y a las distintas influencias que habría de sufrir a lo largo de su historia. A pesar de la existencia de un sustrato religioso y lingüístico común a las múltiples tribus celtas y a la permanencia de lo tradicional, estos pueblos acusaron profundos fenómenos de aculturación y de inculturación, de modo que su civilización no puede entenderse desligada de las circunstancias históricas de su entorno.
No debe olvidarse que al hablar de civilización celta nos referimos a una cultura de más de mil quinientos años de duración. En efecto, al final de la época de Hallstatt tuvo lugar la primera gran convulsión de los pueblos celtas. Procedentes del ángulo sudoeste de Alemania (Turingia), comenzaron las primeras migraciones en dirección oeste, hacia Italia y España. Algunos historiadores fechan la aparición de los celtas en un período anterior. Así, H. Hubert sitúa en la Edad del Bronce una hipotética disolución de la comunidad italocéltica en goidélicos y britónicos, a la que sucedió una primera migración de los goidelos a las islas Británicas y su instalación en Irlanda. Según una fuente del siglo XI, Leabhar na Gabhala («El libro de las conquistas»), Irlanda había sido invadida por cinco pueblos distintos procedentes en su mayor parte de España, correspondiendo la cuarta invasión a las tribus de la diosa Danu (Tuatha dé Danann) y la quinta a los goidelos. Entre los pueblos más importantes sometidos por los goidelos se encontraban los arainn o iverni, de los que posiblemente derivaría el nombre de Iwerdon (Irlanda). Al final de la Edad de Bronce, los pictos, posiblemente también celtas, emigraron a las islas y sin abandonar la isla de Bretaña pasaron a Irlanda. Estos pueblos, denominados picti o cruithnig por su fundador Cruidne, habrían de dar el nombre por el que se conoce a la isla de Bretaña en las fuentes celtas: cruithnig, qurteni o qretani, que transformó la qu en la p britónica, dando lugar a Pretanis o Prydain (Ynys Pridain). A goidelos y pictos se debió la construcción de túmulos circulares, que heredaron los pueblos que los sucedieron en las posteriores colonizaciones de las islas.
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