Los raros
Resumen del libro: "Los raros" de Rubén Darío
Los raros es un libro de Rubén Darío publicado en 1896 que recopila una serie de semblanzas de autores admirados por el poeta nicaragüense.
El arte en silencio
O se ha hecho mucho comentario sobre L’Art en silence, de Camilo Mauclair, como era natural. ¡El «Arte en silencio», en el país del ruido! así debía ser. Y pocos libros más llenos de bien, más hermosos y más nobles que éste, fruto de joven, impregnado de un perfume de cordura y de un sabor de siglos. Al leerle, he aquí el espectáculo que se ha presentado a mi imaginación: un campo inmenso y preparado para la labor; un día en su más bello instante, y un labrador matinal que empuja fuertemente su arado, orgulloso de que su virtud triptolémica trae consigo la seguridad de la hora de paz y de fecundidad de mañana. En la confusión de tentativas, en la lucha de tendencias, entre los juglarismos de mal convencidos apóstoles y la imitación de titubeantes sectarios, la voz de este digno trabajador, de este sincero intelectual, en el absoluto sentido del vocablo, es de una transcendental vibración. No puede haber profesión de fe más transparente, más noble y más generosa.
«Creo en la vanidad de las prerrogativas sociales de mi profesión y del talento por sí mismo. Creo en la misión difícil, agotadora y casi siempre ingrata del hombre de letras, del artista, del circulador de ideas; creo que, el hombre que en nombre del talento que Dios le ha prestado, descuida su carácter y se juzga exonerado de los deberes urgentes de la existencia humana, desobedece a la humanidad y es castigado. Creo en la aceptación de todos los deberes por la ayuda de la caridad y del orgullo; creo en el individualismo artístico y social. Creo que el arte, ese silencioso apostolado, esa bella penitencia escogida por algunos seres cuyos cuerpos les fatigan e impiden más que a otros encontrar lo infinito, es una obligación de honor que es necesario llenar, con la más seria, la más circunspecta probidad; que hay buenos o malos artistas, pero que no tenemos que juzgar sino a los mentirosos, y los sinceros serán premiados en el altísimo cielo de la paz, en tanto que los brillantes, los satisfechos, los mentirosos, serán castigados. Creo todo eso, porque ya he visto pruebas alrededor mío, y porque he sentido la verdad en mí mismo, después de haber escrito varios libros, no sin sinceridad ni trabajo, pero con la confianza precipitada de la juventud».
En efecto, ¿quiénes habrían podido prever, en el autor de tantas páginas de ensueños —«corona de claridad» o «sonatitas de otoño»—, este rumbo hacia un ideal de moral absoluta, en las regiones verdaderamente intelectuales donde no hay ninguna necesidad de hacer ruido para ser escuchado? Él ha agrupado en este sano volumen a varios artistas aislados, cuya existencia y cuya obra pueden servir de estimulantes ejemplos en la lucha de las ideas y de las aspiraciones mentales. Mallarmé, Edgar Poe, Flaubert, Rodenbach, Puvis de Chavannes y Rops, entre los muertos, y señaladas y activas energías jóvenes. Antes, conocidos son sus ensayos magistrales, de tan sagaz ideología, sobre Jules Laforgue y Auguste Rodin.
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Rubén Darío. Nacido como Félix Rubén García Sarmiento el 18 de enero de 1867 en Metapa, Nicaragua, y fallecido el 6 de febrero de 1916 en León, Nicaragua, es considerado el máximo exponente del modernismo literario en lengua española. Conocido como el "príncipe de las letras castellanas", Darío revolucionó la poesía con su estilo innovador, lleno de musicalidad, simbolismo y una riqueza métrica sin precedentes.
Desde joven, Rubén Darío mostró un talento innato para la poesía. Su precocidad literaria lo llevó a ser conocido como el "niño poeta" y, a los catorce años, ya había publicado sus primeros poemas. A lo largo de su vida, viajó extensamente por América Latina y Europa, desarrollando una carrera periodística y diplomática que le permitió interactuar con importantes figuras literarias de su tiempo.
En 1888 publicó su obra más emblemática, Azul..., que marcó el inicio del modernismo literario hispanoamericano. Su poesía, caracterizada por la búsqueda de la perfección formal, la incorporación de elementos exóticos y el uso de temas universales, reflejaba una profunda sensibilidad y un deseo constante de renovar la expresión poética. Obras como Prosas profanas (1896) y Cantos de vida y esperanza (1905) consolidaron su fama y su influencia.
La vida de Darío no estuvo exenta de dificultades. Sus luchas personales con el alcoholismo, la inestabilidad económica y los conflictos amorosos marcaron su existencia y se reflejaron en su obra, impregnada de melancolía y un anhelo de trascendencia. A pesar de estos desafíos, su legado literario es incuestionable, y su influencia se extiende a generaciones de poetas y escritores.
Rubén Darío murió en 1916, dejando un legado que redefinió la poesía en lengua española y un estandarte de modernidad y renovación literaria. Su voz poética, con su inconfundible cadencia y riqueza simbólica, sigue resonando como una de las más grandes de la literatura universal.