Resumen del libro:
En este libro titulado Los Pirineos dejó escritas y dibujadas las impresiones recogidas acerca de nuestro país y sus gentes durante el viaje que realizó por Euskal Herria durante el verano de 1843. Iniciada en su niñez, la relación de Víctor Hugo con Euskal Herria dejó en él tan profunda huella que, además de volver a recorrer hacia la mitad de su vida aquellos parajes de su infancia para dejar constancia de la favorable opinión que le merecían nuestro país y sus gentes, también hizo patente la fascinación que le producía su lengua ancestral mediante la inclusión en varias de sus obras de palabras y frases en euskara, toda una tradición en la literatura francesa desde los tiempos de Rabelais.
EL LOIRA. BURDEOS
Burdeos, 20 de julio
Vos que jamás viajáis de otro modo más que con el espíritu, yendo de libro en libro, de pensamiento en pensamiento, y nunca de país en país, vos, que pasáis todos los veranos a la sombra de los mismos árboles y todos los inviernos al amor de la misma lumbre, queréis, enseguida que abandono París, que os diga, yo, vagabundo, a vos, solitario, todo cuanto he hecho y todo cuanto he visto. Sea. Obedezco.
¿Lo que he hecho desde anteayer, 18 de julio? Ciento cincuenta leguas en treinta y seis horas. ¿Lo que he visto? He visto Etampes, Orléans, Blois, Tours, Poitiers y Angouléme.
¿Queréis más? ¿Os hacen falta descripciones? ¿Queréis saber lo que son estas ciudades, en qué aspectos se me presentaron, qué cosecha de historia, de arte y poesía he recogido en el camino, todo lo que he visto, en una palabra? Sea. Obedezco de nuevo.
Etampes es una maciza torre vislumbrada a la derecha, al crepúsculo, sobre los tejados de una larga calle; oigo a los postillones que dicen; «¿Otra desgracia del ferrocarril? Dos diligencias arrolladas, sus viajeros muertos. La máquina ha arrollado al convoy entre Etampes y Etrechy. Al menos, nosotros no arrollamos».
Orléans es una vela en una mesa redonda en una estancia baja de techo en la que una chica pálida os sirve un caldo magro.
Blois es un puente a la derecha con un obelisco estilo Pompadour. El viajero sospecha que puede haber casas a la derecha, quizás una ciudad.
Tours es también un puente, una larga calle ancha y un reloj que marca las nueve de la mañana.
Poitiers es una sopa de puchero, un pato con nabos, una caldereta de anguilas, un pollo asado, un lenguado frito, judías verdes, una ensalada y fresas.
Angouléme es un farol de gas con un muro que lleva esta inscripción: «Café de la Marine» y a la izquierda otro muro adornado con un cartel azul en el que se lee: «La rue de la Lune», vodevil.
He aquí lo que es Francia cuando se ve en coche correo. ¿Qué será cuando se ve en ferrocarril?
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