Los perezosos
Charles Dickens, Wilkie Collins
Resumen del libro: "Los perezosos" de Charles Dickens, Wilkie Collins
En 1857, Charles Dickens y Wilkie Collins se pusieron a escribir una historia a cuatro manos. El resultado fue esta divertida novela protagonizada por dos profesionales del ocio, dos amigos cuya holgazanería constituye un paradójico acto de rebeldía en una Inglaterra victoriana que ensalzaba la diligencia y la productividad como virtudes rectoras. Como el Bartleby de Herman Melville, el dúo cómico formado por Thomas Idle y Francis Goodchild preferiría no hacer nada, o al menos nada que comporte un esfuerzo demasiado oneroso. Aun así, hilarantes aunque modestas aventuras les salen al paso en sus viajes por los pueblos de Inglaterra. La ascensión de una montaña, un día en las carreras de caballos, un partido de críquet, un trayecto en ferrocarril o la visita a un balneario; hasta la actividad más anodina puede propiciar el encuentro con personajes pintorescos y situaciones disparatadas que acabarán por reafirmar a Thomas Idle en su resolución de «no volver a ser activo nunca más, bajo ningún pretexto y por todo el tiempo que le quedara de vida». Esta deliciosa novela de espíritu cervantino da rienda suelta, a través de digresiones e historias intercaladas, a lo mejor de cada autor: el realismo lírico y la sátira social de Dickens, el misterio y el suspense que con tanto éxito cultivó Collins.
Capítulo 1
En el ya otoñal mes de septiembre de 1857, época en que se inician estos acontecimientos, dos aprendices holgazanes, exhaustos por el largo y caluroso verano y por el largo y caluroso trabajo que el verano les había deparado, desertaron de sus obligaciones. Ambos estaban al servicio de una dama de altos méritos (llamada Literatura), cuyo amplio crédito y sólida reputación, sin embargo, y ello debe reconocerse, no gozan en la City londinense de la elevada estima que en justicia les correspondería. El hecho es más notable todavía si se tiene en cuenta que en aquel distrito nada hay en contra de la citada dama, sino más bien lo contrario, pues su familia ha prestado eminentes servicios a muchos vecinos de Londres hoy famosos. Bastaría con mencionar a sir William Walworth, lord mayor durante el reinado de Ricardo II, en la época de la insurrección de Wat Tyler, y a sir Richard Whittington, distinguido caballero y magistrado que contrajo una deuda indudable con la familia de la dama por el regalo de su célebre gato. Existen incluso poderosas razones para suponer que el personal de Highgate hizo sonar con sus propias manos las campanas por él.
Los descarriados jóvenes que de aquel modo eludieron sus deberes hacia la señora cuyos múltiples favores habían recibido, actuaban movidos por la vil idea de emprender un viaje realmente ocioso a cualquier parte. No tenían intención de dirigirse a ningún sitio en particular; no querían ver nada, no querían conocer nada, no querían aprender nada, no querían hacer nada. Lo único que querían era permanecer ociosos.
Tomaron los nombres de Thomas Idle y Francis Goodchild inspirados en las viñetas de Hogarth; pero no existía entre ellos ni un ápice de diferencia moral, y ambos eran holgazanes en grado sumo.
Lo que, sin embargo, sí había entre Francis y Thomas era la siguiente diferencia de carácter: Goodchild era laboriosamente perezoso, y habría afrontado toda clase de penas y fatigas para demostrarse a sí mismo su propia holgazanería; en definitiva, no tenía otra idea mejor de la ociosidad sino la de que era una laboriosidad inútil. Thomas Idle, por su parte, era un holgazán al más puro estilo irlandés o napolitano; un holgazán pasivo, un holgazán innato, un holgazán consecuente, que practicaba lo que habría predicado de no haber sido demasiado holgazán para predicar; un completo y perfecto crisólito de holgazanería.
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Charles Dickens. Nacido el 7 de febrero de 1812 en Portsmouth, Inglaterra, se erige como uno de los más influyentes y aclamados novelistas de la literatura victoriana. Su vida y obra resplandecen con una complejidad que captura los matices de su época y trasciende las barreras temporales, dejando un impacto perdurable en la literatura y la sociedad.
Dickens experimentó una infancia turbulenta marcada por la pobreza y las dificultades. Su padre fue encarcelado por deudas, lo que llevó al joven Charles a trabajar en una fábrica de betún y a vivir momentos de penuria que dejaron una huella profunda en su sensibilidad hacia los desfavorecidos. Estas experiencias se reflejaron de manera tangible en sus obras, impregnando sus historias con una empatía sincera hacia los marginados y una denuncia de las injusticias sociales.
A pesar de las adversidades, Dickens demostró una mente aguda y un amor por la literatura desde una edad temprana. Sus experiencias juveniles en la fábrica y su posterior educación informaron su perspectiva única sobre la vida y la humanidad. A medida que maduraba, su carrera literaria despegó con la publicación de su primera obra serializada, "Los papeles póstumos del Club Pickwick", en 1836. Este trabajo, caracterizado por su humor y su aguda observación de la sociedad, le otorgó una notoriedad repentina y lo catapultó al estrellato literario.
La pluma de Dickens destiló una maestría en la creación de personajes memorables y vibrantes, como Oliver Twist, Ebenezer Scrooge y David Copperfield. Sus tramas cautivantes a menudo revelaban las profundidades de la condición humana y criticaban las desigualdades sociales y las instituciones opresivas. Además, su estilo narrativo meticuloso, su habilidad para tejer múltiples tramas y su capacidad para alternar entre comedia y tragedia confirman su estatus como un maestro de la narración.
El autor también fue un pionero en la publicación serializada, lo que permitía a un público más amplio acceder a sus historias. Sus novelas fueron consumidas con avidez por las masas, tanto en Inglaterra como en el extranjero, y su influencia se expandió más allá de la literatura, impactando en la conciencia social y política de la época.
Dickens no solo fue un autor prolífico, sino también un activista y filántropo comprometido. Sus lecturas públicas atrajeron multitudes y recaudaron fondos para obras de caridad, y abogó por reformas sociales, educativas y laborales. Su incansable dedicación al bienestar de los menos privilegiados se manifestó en su ficción y en sus acciones en la vida real.
La vida de Charles Dickens llegó a su fin el 9 de junio de 1870, pero su legado se mantiene vibrante. Sus obras siguen siendo estudiadas, adaptadas y amadas en todo el mundo, y su capacidad para conmover, entretener y estimular la reflexión perdura en las páginas de sus novelas. A través de su escritura y su compromiso social, Dickens se inmortalizó como un titán literario que trasciende el tiempo y las fronteras, dejando una marca indeleble en la literatura y en la conciencia colectiva.
Wilkie Collins. Escritor y dramaturgo británico, es uno de los autores cuya obra es todo un precedente para el género policiaco, dotada además de atributos rayanos en lo fantástico.
Criado en Italia, Collins se dedicó a la literatura en Londres a partir de 1848, aunque también dedicó gran parte de su tiempo a labrarse una carrera como pintor. Su primera novela publicada fue Antonina o la caída de Roma en 1850.
Colaborador de escritores como Charles Dickens, una de las peculiaridades de la obra de Collins es la producida por el láudano que consumía para tratar el dolor de su artritis reumatoide. Esta droga, un opiáceo, le producía tanto paranoia como alucinaciones, algo que queda reflejado en gran parte de sus cuentos y novelas.
De entre su extensa obra habría que destacar obras como La dama de blanco (1860) y La piedra lunar (1868), fundamentales para el desarrollo posterior del género policiaco, que fueron publicadas por entregas.