Site icon ISLIADA: Portal de Literatura Contemporánea

Los muertos no resucitan

Los muertos no resucitan - Ray Bradbury

Los muertos no resucitan - Ray Bradbury

Resumen del libro:

Viajeros en el tiempo, siniestros circos de seres peculiares, autómatas vivos… ¿y detectives? Para celebrar el centenario del nacimiento de Ray Bradbury, el celebérrimo autor de Fahrenheit 451, se publica esta nueva antología definitiva de su lado menos conocido como escritor de literatura negra, y que incluye tanto cuentos clásicos como joyas desconocidas, algunos de los cuales se convirtieron en episodios de las series de televisión Alfred Hitchcock presenta y The Ray Bradbury Theater, incluido un cuento que el propio Bradbury definió como «uno de los mejores relatos de cualquier género que he escrito jamás».

¿Puede considerarse un asesinato matar a un robot con aspecto humano que habla, piensa y siente como una persona? ¿Puede ser incriminado un ventrílocuo por el testimonio de su muñeco? ¿Puede un viajero en el tiempo evitar que su yo más joven asesine a la mujer que ambos aman? ¿Y puede el hermano superviviente de unos siameses investigar el asesinato de su hermano? Ningún escritor ha podido competir jamás con la imaginación y el talento narrativo de Ray Bradbury, y los veinte relatos inolvidables que componen esta antología constituyen una prueba de la singular capacidad del autor para moverse por diversos registros, de su influencia y de su poder para conmovernos.

La caja parlante: la literatura negra de Ray Bradbury 

Jonathan Robert Eller

«Cogí todas estas hojas y las metí en mi caja parlante. Es una caja que siempre tengo junto a la máquina de escribir, donde voy metiendo mis ideas, que me hablan todas las mañanas… para que yo escriba mis historias.» A principios de la década de 1980, Ray Bradbury recurrió a la caja parlante para escribir La muerte es un asunto solitario, un experimento de carácter autobiográfico que fue el fruto de varias décadas de relatos negros y de suspense plagados de giros inesperados y vívidas metáforas oscuras. Si como lector está interesado en comprender de qué manera Ray Bradbury adquirió la fuerza para escribir esa novela y sus secuelas, debe leer los relatos reunidos en este volumen titulado Los muertos no resucitan.

Si echamos la vista atrás en este año 2020 en el que se celebra el centenario del nacimiento del autor, el significado de estos relatos siniestros es inequívoco. Son tan importantes en sus dos primeras décadas como escritor (las más prolíficas de su carrera como narrador) como las obras de fantasía y de ciencia ficción que aportó a la literatura universal. De hecho, la ficción negra con su marca personal gozó de una gran popularidad en la literatura barata de detectives mientras él perfeccionaba su magistral estilo en el ámbito de la ciencia ficción, que alcanzaría su momento culminante en las revistas del género de la posguerra.

Las patologías criminales de Bradbury también desbordaban las páginas de la revista Weird Tales, en cuyos seis números bimensuales de 1944 apareció nuestro autor. El relato «Los sonrientes», que se publicó en el número de mayo de 1946 de Weird Tales, es un claro ejemplo, pero para entonces Bradbury ya se había ganado un nombre en el género de la literatura barata de detectives que prosperaba en el seno del grupo de comunicación Popular Publications. En algunos de sus relatos negros había suficientes ingredientes horripilantes para participar con cinco cuentos en Dime Mystery, una de las revistas dedicadas al suspense de Popular, que seguía el modelo de la tradición de la visualización del terror del Grand Guignol. Entre ellos estaban «Los muertos no resucitan», «Circo de cadáveres» y las consecuencias de un trauma que encontramos en «El pequeño asesino», todos ellos incluidos en este volumen.

Los redactores de Popular Publications Mike Tilden y Ryerson Johnson enseguida se entusiasmaron con el personal estilo de Bradbury y el fuego emocional de su prosa y aceptaron en total ocho relatos para su publicación en las revistas menos truculentas de Popular Detective Tales y New Detective. Este registro de Bradbury está representado en el presente libro con los relatos «¡Asesino, vuelve conmigo!», «La dama del baúl» y «“¡No soy tan tonto!”». El jefe de redacción de Popular, Alden Norton, estaba cansado de la insistencia de Bradbury en que los personajes de sus obras contaran su historia en primera persona, aun así publicó «¡Ayer vivía!» en Flynn’s Detective Fiction justo antes de que el racionamiento del papel como consecuencia de la guerra terminara con todas aquellas respetables revistas de género. A pesar de que Ray Bradbury nunca se sometió a las convenciones lógicas de la literatura negra, su temprano dominio del género es evidente en dos de sus primeras publicaciones de 1944, «La dama del baúl» y «¡Ayer vivía!», unos relatos fervientemente elogiados por los mentores de Bradbury Leigh Brackett y Henry Kuttner.

En los primeros años de la década de 1950, las novedosas ideas de Bradbury para el género negro y el suspense impregnaron las narraciones de ciencia ficción que el autor describía como sus relatos sobre «marionetas». Dos de estos, «Marionetas S. A.» y «Castigo sin crimen», aparecen en la segunda mitad de este volumen. A esas alturas, Ray Bradbury ya era un reputado escritor que publicaba sus relatos en las revistas con mayor tirada del país, donde sacaba a sus asesinos de los típicos escenarios de la literatura negra para colocarlos en pequeñas ciudades del Medio Oeste, cuya vida recordaba de su propia infancia. «Toda la ciudad duerme», quizá el relato de suspense más famoso de Bradbury, animó al jefe de redacción de Ellery Queen Frederic Dannay a solicitarle la secuela, «A medianoche, en el mes de junio». Ambas narraciones forman parte de esta antología, acompañadas por otros relatos del género negro escritos durante la década de 1950 y principios de los años sesenta, pero que no se publicaron con frecuencia hasta algunos años después.

Lo cierto es que no tiene importancia cuándo se publicaron estos relatos; en la cabeza de Bradbury ya formaban parte de los cimientos que lo habían erigido como uno de los narradores más conocidos de nuestro tiempo; un magistral explorador de los rincones más oscuros del género fantástico; un reconocido guardián de la libertad de la imaginación; una presencia habitual en Hollywood; y un visionario de la era espacial. Pero Bradbury era, por encima de todo, un explorador de todo aquello que nos hace humanos, y su penetrante creatividad alcanzaba las regiones más recónditas de la mente humana. Tal vez en mayor grado que todos los demás aspectos de su obra, la ficción negra de Bradbury revela lo que Damon Knight definió como el principal campo de interés de Bradbury: «los miedos prerracionales fundamentales, los anhelos y las aspiraciones: la rabia por haber nacido, el deseo de ser amado, el ansia de comunicarse; el odio de padres y hermanos, el miedo a todo lo que no es uno mismo».

La labor de selección de los relatos que conforman esta antología resultó ser un desafío que afronté con entusiasmo. Una antología anterior, apropiadamente titulada Memoria de crímenes, reunía bastantes de los relatos publicados por las revistas de Popular Publications a mediados de los años cuarenta. El editor de Hard Case Crime Charles Ardai, el agente de toda la vida de Bradbury Michael Congdon y yo finalmente decidimos ampliar el período abarcado para reunir las mejores obras de género negro escritas por el autor en los años cincuenta y principios de los sesenta. Durante ese proceso seleccionamos tres relatos que no habían formado parte de la recopilación anterior: «La fruta en el fondo del tazón», «¡Asesino, vuelve conmigo!» y «Donde todo acaba», la narración, inédita durante mucho tiempo, que fue el germen del hito dentro de la novela de detectives que es La muerte es un asunto solitario.

La imaginaria caja parlante de esa novela, que representa el pozo del que brotan lo misterioso y lo impredecible de lo más hondo del subconsciente del autor, es lo más cerca que llegaremos jamás al enigmático origen de las ideas de Ray Bradbury. El autor veía la vida como una larga cuerda «que tenía un extremo en el momento en el que nacíamos y se extendía hasta la hora de nuestra muerte». Los instantes que había en medio se convertían en historias que exploraban el pasado o quizá nos ofrecían un atisbo del futuro. Los muertos no resucitan empieza con «Una nota de petulancia», el relato de un posible futuro oscuro; la segunda narración, «La mujer que gritaba», gira alrededor de un recuerdo crucial del pasado. Esta nueva antología de los relatos negros de Ray Bradbury nos invita a visitar el pasado, el presente y el futuro. El lector puede aceptar el ofrecimiento si lo desea.

Jonathan Robert Eller es profesor honorario de Lengua y Literatura Inglesas y director del Centro de Estudios de Ray Bradbury de la facultad de Humanidades de la Universidad de Indiana. Sus libros sobre la vida y la obra de Bradbury incluyen la trilogía Becoming Ray Bradbury,Ray Bradbury Unbound y Bradbury Beyond Apollo

Los muertos no resucitan – Ray Bradbury 

Sobre el autor:

Otros libros

Exit mobile version