Los amores amarillos

Resumen del libro: "Los amores amarillos" de

Los amores amarillos es una colección de poemas del poeta francés Tristan Corbière, publicada en 1873. Se trata de una obra singular y original, que rompe con los cánones de la poesía romántica y anticipa el surrealismo y el simbolismo. Los poemas de Corbière son irónicos, sarcásticos, humorísticos y a veces grotescos. Reflejan su visión pesimista y desencantada de la vida, el amor, la sociedad y la literatura. El autor se burla de sí mismo, de sus fracasos sentimentales y de su condición de poeta maldito. Al mismo tiempo, expresa una profunda sensibilidad y una gran capacidad de observación de la naturaleza y de los seres humanos.

Los amores amarillos se divide en cuatro partes: “Poemas parisienses”, “Romances sin música”, “Arietas olvidadas” y “Versos para ser cantados”. Cada una de ellas tiene un tono y un estilo diferentes, que van desde la sátira social hasta el lirismo intimista. El título de la obra hace referencia al color amarillo, que simboliza la enfermedad, la decadencia, la melancolía y la muerte. Corbière padecía de tuberculosis y murió a los 29 años, poco después de publicar su único libro.

Los amores amarillos es una obra maestra de la poesía francesa, que ha influido en autores como Paul Verlaine, Arthur Rimbaud, Charles Baudelaire y Pablo Neruda. Su lectura es un desafío y un placer para los amantes de la literatura, que pueden descubrir en sus versos una voz única, original y provocadora.

Libro Impreso

¿Eso?

What…?
SHAKESPEARE

¿ENSAYOS? ¡Ca! Yo nunca he llegado a ensayar.
¿Un estudio? Por ser holgazán yo no plagio.
¿Un volumen? Chapuza que no va a encuadernarse…
¿Un trabajo de encargo? ¡Ay, no, nunca me pagan!

¿Un poema? No, gracias, he empeñado mi lira.
¿O es un libro? ¡Cuidado, que eso es para leer!
¿Son papeles? ¡No, no, a Dios gracias cosidos!
¿Un álbum? No está en blanco, y no tiene ilación.

¿Pie forzado? ¿A la fuerza? Y eso no queda bien.
¿Es una obra? Le falta corrección y primores.
¿Son canciones? ¡Oh, musa tan modesta, ojalá!
¿Pasatiempos? ¿Creéis que eso a mí me divierte?

¿Versos? ¿Quizá armoniosos? Suenan a mil demonios.
¿Has perseguido, pues, la Originalidad?
No, que es una mujer de la calle muy rara,
puesto que echa a correr si ve que alguien la sigue.

¿Invención nada más? ¿Quién me enseña el oficio?
¿Mal sagrado, altos vuelos? Ni estertores ni alas.
¿Algo para tirar? ¿O para ir a parar
a una casa de citas? ¿A una cárcel? ¡Oh, no!

Pues de clásico, ¿nada? ¡Si es apenas francés!
¿Diletante? ¿Parezco alguien muy seductor?
¿Viejo acaso? Aún no lleva cuarenta años sirviendo…
¿Tal vez joven? Se cura con la edad este vicio.

… Eso sí es una pose descarada e ingenua:
es eso o no lo es: o no es nada o es algo.
¿Es una obra maestra? Yo jamás las he hecho.
¿Pero es algo estrambótico? ¿Es de Gagne o Musset?

—Es de… Su humilde nombre aquí ha escrito el autor,
y este hijo no miente declarando su título.
Esto es pura chiripa. El azar, lo que salga.
No me conoce el Arte. Ni yo al Arte conozco.

Prefectura de Policía. 20 de mayo de 1873

Los amores amarillos: Tristan Corbière

Tristán Corbière. (Ploujean, Bretaña, 1845-Morlaix, 1875). El suyo fue uno de los primeros nombres que sonó en la moda simbolista, ya que los «Poetas malditos» completa un tríptico del que también forman parte Rimbaud y Mallarmé. Sólo que esto sucedía en 1883, ocho años después de su muerte, y todo el mundo se preguntó quién era aquel desconocido que figuraba entre dos poetas no famosos, pero que sin duda representaban algo para los conocedores de la nueva poesía.

Del «asombroso Corbière», como le llama Verlaine, no se acordaba nadie. Su único libro, «Los amores amarillos» («Les amours jaunes»), que se publicó en 1873 a cuenta del autor, quinientos ejemplares, no iba a reeditarse hasta 1891, y la primera monografía sobre él, la de René Martineau, data de 1904. Un maldito, como se ve, que hace honor a su leyenda, que muere antes de cumplir los treinta años y que no deja tras de sí más que indiferencia y silencio. Hay malditos ya oficiales, valga la paradoja, consagrados, como Rimbaud. Corbière todavía se resiste a salir de la penumbra. Sin embargo, su posteridad poética no es nada desdeñable, sin dejar por ello de ser discreta y minoritaria.