Resumen del libro:
Guillaume Apollinaire, figura destacada de las vanguardias literarias del siglo XX, conocido por sus innovadores caligramas surgidos durante la Primera Guerra Mundial, no limitó su genialidad a la poesía. Con su característico espíritu experimental, incursionó en el teatro, dejando como legado una obra surrealista que se erige como pionera en la introducción de este género. Una de las gemas de su producción teatral es “Las tetas de Tiresias”, estrenada en 1917, tan solo un año antes de su fallecimiento y en medio del conflicto bélico.
Esta obra se sumerge en el mundo de la fantasía y el absurdo, utilizando como punto de partida la figura del mítico adivino tebano, Tiresias. La trama despliega una historia desenfrenada, repleta de equívocos y doble sentido, que, lejos de seguir convenciones narrativas, se sumerge en la exploración de lo surreal. A pesar de su contexto histórico tumultuoso, “Las tetas de Tiresias” se revela como un alegato pacifista y proclama a favor de los derechos de las mujeres, destacando la visión progresista de Apollinaire en un periodo convulso.
La fuerza de la obra radica, en gran medida, en la habilidad del autor para tejer una trama tan cómica como profunda, desafiando las expectativas del público. El absurdo y el humor se entrelazan de manera magistral, convirtiendo la experiencia teatral en un viaje surrealista que despierta la reflexión sobre la guerra y la igualdad de género. En este sentido, Apollinaire se distancia de las convenciones de su época, aportando una obra única que sigue resonando en la escena literaria como una joya del teatro surrealista.
PALABRAS PRELIMINARES
El prefacio de Apollinaire que acompaña a la primera edición indica que se trata de una obra de juventud, «ya que salvo el Prólogo y la última escena del segundo acto, que son de 1916, esta obra fue hecha en 1903, vale decir catorce años antes de que se la representara». Igualmente Apollinaire aclara que llamó a su texto «drama —que significa acción—» para establecer lo que lo separa de las comedias de costumbres, de las comedias dramáticas y de las ligeras, por entonces populares en el teatro francés. Asimismo, el autor da a entender que el adjetivo surrealista —en ese momento previo al surgimiento del movimiento impulsado por Breton, un neologismo— es intencionado porque rechaza limitarse a imitar la realidad a la manera de los fotógrafos, en una posible reacción contra el teatro realista. Apollinaire refiere que prefirió dar libre curso a su fantasía en lugar de escribir un drama de ideas «y halagar el gusto del público actual al que le agrada tener la ilusión de pensar». Por último, establece una serie de cuestiones: 1) el tema de la obra es la necesidad de repoblar Francia que, por el auge de «medios higiénicos», decrece en su tasa de natalidad, 2) no hay símbolos en su obra, «pero cada cual es libre de ver en ella todos los símbolos que se quiera y de desentrañar mil sentidos como en los oráculos sibilinos», 3) el Prólogo de la obra contiene los rasgos fundamentales del teatro que Apollinaire propone, 4) el verso que le conviene al teatro debe ser flexible, basado en el ritmo, en el tema y en la respiración; asimismo, el dramaturgo no desdeñará la rima, que puede agregar cierta belleza a lo patético y a lo cómico, sirviendo además para cerrar un acto, 5) la fantasía y la imaginación abren la puerta a infinitos recursos que permiten volver a la tradición y, si es necesario, trascenderla.
Atendiendo al ideario que Apollinaire propone a su prefacio, la presente traducción es en verso. Se intenta un verso libre que se corresponda rítmicamente con el del original. Asimismo, el verso libre intenta suplir los problemas planteados por la rima, presente en muchos de los fragmentos del original francés. En el mismo, se utiliza la rima para las canciones y para el cierre de actos y escenas. Sólo en unos pocos casos ha sido posible trasladar con cierta fidelidad la rima del francés al castellano. No obstante, en unas pocas oportunidades —Acto I, Escena octava y Acto II, Escena séptima— se ha intentado una recreación de los fragmentos rimados por entender que en ellos el sentido está dado por la rima y no por las palabras que los componen. Se han realizado, por lo tanto, ligeras modificaciones —nunca muy violentas— que quieren reflejar algo del espíritu que anima a Apollinaire en el original. En este punto, cabe agradecer a Mirta Rosenberg y a Daniel Samoilovich su valiosa colaboración.
Dado que el texto original carece de puntuación y sólo incluye mayúsculas al principio del verso, se ha seguido esa pauta en la traducción. Sin embargo se han incluido signos de interrogación y algunas mayúsculas en mitad de verso en aquellos casos en los que la carencia de inversión para las frases interrogativas en castellano podía prestarse a ambigüedad o a contrasentido.
Para terminar, se ha preferido acompañar el texto que aquí se presenta con unas pocas notas que permitan aclarar algunas referencias que escapan a la comprensión del lector de nuestros días, así como los juegos de palabras y las bromas privadas.
Jorge Fondebrider