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Las moscas

Resumen del libro:

Jean-Paul Sartre, una figura destacada del existencialismo, nos sumerge en su obra “Las moscas” escrita en 1943, donde reinterpreta el mito de Electra y Orestes con una perspectiva que refleja la Francia de la Ocupación Nazi. En este escenario, Argos se convierte en una metáfora de la resistencia, y Electra emerge como un símbolo de integridad moral, encarnando los principios del existencialismo sartreano.

En esta obra, Sartre utiliza la figura de Electra para explorar la idea de una existencia auténtica. Electra, como muchos de los personajes sartreanos, elige enfrentarse al absurdo de la vida y se niega a transigir con la corrupción que la rodea. Su firmeza en la búsqueda de justicia, libertad y felicidad la posiciona como un paradigma de aquellos que, al igual que el propio Sartre, se proyectan en la construcción de un humanismo ateo. La narrativa se desarrolla como un reflejo de los dilemas éticos y morales que marcaron la época, convirtiéndose así en un testimonio de la lucha contra la opresión.

Sartre, desde una perspectiva existencialista, explora temas universales como el arrepentimiento, la angustia y la libertad a lo largo de la trama. Electra se convierte en un personaje que encarna la libertad individual frente a las imposiciones sociales, enfrentándose a las consecuencias de sus elecciones con valentía y determinación. La obra invita a reflexionar sobre la autenticidad de la existencia humana y la resistencia ante las fuerzas que buscan coartar la libertad individual.

En conclusión, “Las moscas” no solo es una relectura del mito clásico, sino también una obra que trasciende su contexto histórico para abordar cuestiones fundamentales de la condición humana desde la perspectiva existencialista de Jean-Paul Sartre. Electra se erige como un símbolo perdurable de la lucha por la autenticidad en medio de la adversidad.

A CHARLES DULLIN
en prueba de agradecimiento y amistad

PERSONAJES

JÚPITER

ORESTES

EGISTO

EL PEDAGOGO

PRIMER GUARDIA

SEGUNDO GUARDIA

EL GRAN SACERDOTE

ELECTRA

CLITEMNESTRA

UNA ERINIA

UNA JOVEN

UNA VIEJA

HOMBRES Y MUJERES DEL PUEBLO

ERINIAS

SERVIDORES

GUARDIAS DEL PALACIO

Esta obra fue estrenada en el Teatro de la Cité (Dirección Charles Dullin) por los señores Charles Dullin, Joffre, Paul Cetly, Jean Lannier, Norbert, Luden Arnaud, Marcel d’Orval, Bender y las señoras Perret, Olga, Dominique, Cassan.

ACTO I

Una plaza de Argos. Una estatua de Júpiter, dios de las moscas y de la muerte. Ojos blancos, rostro embadurnado de sangre.

ESCENA I

Entran en procesión VIEJAS vestidas de negro, y hacen libaciones delante de la estatua. Al fondo, un IDIOTA sentado en el suelo. Entran ORESTES y el PEDAGOGO, luego JÚPITER.

ORESTES.— ¡Eh, buenas mujeres!

Todas las VIEJAS se vuelven lanzando un grito.

EL PEDAGOGO.— ¿Podéis decirnos?…

Las VIEJAS escupen al suelo dando un paso atrás.

EL PEDAGOGO.— Escuchad, somos viajeros extraviados. Sólo os pido una indicación.

Las VIEJAS huyen dejando caer las urnas.

EL PEDAGOGO.— ¡Viejas piltrafas! ¿No se diría que me derrito por sus encantos? ¡Ah, mi amo, qué viaje agradable! Y qué buena inspiración la vuestra de venir aquí cuando hay más de quinientas capitales, tanto en Grecia como en Italia, con buen vino, posadas acogedoras y calles populosas. Parece que estos montañeses nunca han visto turistas: cien veces he preguntado por el camino en este maldito caserío que se achicharra al sol. Por todas partes los mismos gritos de espanto y las mismas desbandadas, las pesadas carreras negras por las calles enceguecedoras. ¡Puf! Estas calles desiertas, el aire que tiembla, y este sol… ¿Hay algo más siniestro que el sol?

ORESTES.— He nacido aquí…

EL PEDAGOGO.— Así parece. Pero en vuestro lugar, yo no me jactaría de ello.

ORESTES.— He nacido aquí y debo preguntar por mi camino como un viajero. ¡Llama a esa puerta!

EL PEDAGOGO.— ¿Qué esperas? ¿Que os respondan? Mirad un poco esas casas y decidme qué parecen. ¿Dónde están las ventanas?, Las abren a patios bien cerrados y bien sombríos, me lo imagino, y vuelven el trasero a la calle… (Gesto de ORESTES) Está bien. Llamo, pero sin esperanza.

Llama. Silencio. Llama de muevo; la puerta se entreabre.

“Las moscas” de Sartre

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