Las leyes de la frontera
Resumen del libro: "Las leyes de la frontera" de Javier Cercas
En el verano de 1978, cuando España no ha salido aún del franquismo y no termina de entrar en la democracia y las fronteras sociales y morales parecen más porosas que nunca, un adolescente llamado Ignacio Cañas conoce por casualidad al Zarco y a Tere, dos delincuentes de su edad, y ese encuentro cambiará para siempre su vida. Treinta años más tarde, un escritor recibe el encargo de escribir un libro sobre el Zarco, convertido para entonces en un mito de la delincuencia juvenil de la Transición, pero lo que el escritor acaba encontrando no es la verdad concreta del Zarco, sino una verdad imprevista y universal, que nos atañe a todos.
Así, a través de un relato que no concede un instante de tregua, escondiendo su extraordinaria complejidad bajo una superficie transparente, la novela se convierte en una apasionada pesquisa sobre los límites de nuestra libertad, sobre las motivaciones inescrutables de nuestros actos y sobre la naturaleza inasible de la verdad. También confirma a Javier Cercas como una de las figuras indispensables de la narrativa europea contemporánea.
PRIMERA PARTE
MÁS ALLÁ
1
–¿Empezamos?
–Empezamos. Pero antes déjeme hacerle otra pregunta. Es la última.
–Adelante.
–¿Por qué ha aceptado escribir este libro?
–¿No se lo he dicho ya? Por dinero. Me gano la vida escribiendo.
–Sí, ya lo sé, pero ¿solo ha aceptado por eso?
–Bueno, también es verdad que no siempre se le presenta a uno la oportunidad de escribir sobre un personaje como el Zarco, si es a eso a lo que se refiere.
–¿Quiere decir que el Zarco le interesaba antes de que le ofrecieran escribir sobre él?
–Claro, igual que a todo el mundo.
–Ya. De todos modos la historia que voy a contarle no es la del Zarco sino la de mi relación con el Zarco; con el Zarco y con…
–Ya lo sé, también hemos hablado de eso. ¿Podemos empezar?
–Podemos empezar.
–Cuénteme cuándo conoció al Zarco.
–A principios de verano del 78. Aquella era una época extraña. O yo la recuerdo así. Hacía tres años que Franco había muerto, pero el país continuaba gobernándose por leyes franquistas y oliendo exactamente a lo mismo que olía el franquismo: a mierda. Por entonces yo tenía dieciséis años, y el Zarco también. Por entonces los dos vivíamos muy cerca y muy lejos.
–¿Qué quiere decir?
–¿Conoce usted la ciudad?
–Por encima.
–Casi es mejor: la de aquella época se parece poco a la de ahora. A su modo, la Gerona de entonces era todavía una ciudad de posguerra, un poblachón oscuro y clerical, acosado por el campo y cubierto de niebla en invierno; no digo que la Gerona de ahora sea mejor –en cierto sentido es peor–: solo digo que es distinta. En aquella época, por ejemplo, la ciudad estaba rodeada por un cinturón de barrios donde vivían los charnegos. La palabra ha caído en desuso, pero entonces servía para referirse a los emigrantes llegados del resto de España a Cataluña, gente que en general no tenía donde caerse muerta y que había venido aquí a buscarse la vida… Aunque todo esto ya lo sabe usted. Lo que quizá no sabe es que, como le decía, a finales de los setenta la ciudad estaba rodeada por barrios de charnegos: Salt, Pont Major, Germans Sàbat, Vilarroja. Allí se aglomeraba la escoria.
–¿Allí vivía el Zarco?
–No: el Zarco vivía con la escoria de la escoria, en los albergues provisionales, en la frontera noreste de la ciudad. Y yo vivía a apenas doscientos metros de él: la diferencia es que él vivía del lado de allá de la frontera, justo al cruzar el parteaguas del parque de La Devesa y el río Ter, y yo del lado de acá, justo antes de cruzarlo. Mi casa estaba en la calle Caterina Albert, en lo que hoy es el barrio de La Devesa y entonces no era nada o casi nada, un montón de huertos y descampados en los que moría la ciudad; allí, diez años antes, a finales de los años sesenta, habían levantado un par de bloques aislados donde mis padres habían alquilado un piso. A su modo aquello también era un barrio de charnegos, aunque los que vivíamos allí no éramos tan pobres como solían ser los charnegos: la mayoría de las familias eran familias de funcionarios de clase media, como la mía –mi padre tenía un puesto subalterno en la Diputación–, familias que no eran de la ciudad pero que no se consideraban familias de charnegos y que en todo caso no querían saber nada de los charnegos auténticos o por lo menos de los charnegos pobres, los de Salt, Pont Major, Germans Sàbat y Vilarroja. Ni por supuesto de la gente que vivía en los albergues. De hecho, estoy seguro de que la mayoría de la gente de Caterina Albert jamás pisó los albergues (no digamos la gente de la ciudad). Algunos quizá ni siquiera sabían que existían, o fingían no saberlo. Yo sí lo sabía. No sabía muy bien lo que eran, y nunca había estado allí, pero sabía que estaban allí o que se decía que estaban allí, como una leyenda que nadie había confirmado ni desmentido: en realidad, yo creo que para nosotros, los chavales del barrio, el mismo nombre de los albergues evocaba la imagen épica de un refugio en tiempos inhóspitos, y estoy seguro de que tenía un aliento prestigioso de novela de aventuras. Por todo esto le decía que en aquella época vivía muy cerca y muy lejos del Zarco: porque nos separaba una frontera.
–¿Y cómo la cruzó? Quiero decir: ¿cómo un chaval de clase media se hace amigo de un chaval como el Zarco?
–Porque a los dieciséis años todas las fronteras son porosas, o al menos lo eran entonces. Y también por casualidad. Pero antes de contarle esa historia debería contarle otra.
–Adelante.
…
Javier Cercas. Destacado escritor español, se distingue por su versatilidad tanto en el ámbito de la novela como en el periodismo y el ensayo. Nacido en 1962, Cercas estudió Filología Hispánica en Barcelona, ciudad que ha marcado profundamente su obra literaria. Actualmente, ejerce la docencia en la Universidad de Girona, donde comparte su pasión por la Literatura Española con sus estudiantes.
El debut literario de Cercas llegó en 1987 con "El móvil", una antología de cuentos que le abrió las puertas al mundo de la narrativa. Sin embargo, fue con sus novelas "El inquilino" (1989) y "El vientre de la ballena" (1997) donde comenzó a forjar su camino en el panorama literario español, obteniendo reconocimiento pero aún sin alcanzar la cúspide del éxito.
Fue con la publicación de "Soldados de Salamina" en 2001 cuando Cercas logró un impacto abrumador tanto en crítica como en ventas, catapultándose a la fama internacional. Esta obra, que relata la historia de un periodista que investiga la Guerra Civil Española, fue adaptada al cine en 2003, consolidando aún más la reputación de Cercas como escritor de renombre.
A lo largo de su carrera, Cercas ha sido galardonado con prestigiosos premios literarios, incluyendo el Premio Nacional de Narrativa en 2010 por su obra "Anatomía de un instante", una novela periodística y casi ensayística sobre el golpe de estado español del 23F. Además, en 2019 recibió el codiciado Premio Planeta por su novela "Terra Alta", reafirmando su posición como uno de los escritores más destacados de la literatura contemporánea española.
Además de su éxito como novelista, Cercas ha destacado como traductor, acercando al público hispanohablante la literatura catalana contemporánea. Su interés por la historia española se refleja en obras como "Las leyes de la frontera" (2012), "El impostor" (2014) y "El monarca de las sombras" (2017), que exploran la Guerra Civil Española y la Transición posterior al Franquismo con perspicacia y sensibilidad.
Con más de 20 traducciones a distintos idiomas y una sólida reputación internacional, Javier Cercas se consolida como uno de los escritores españoles más importantes de su generación, admirado tanto por la crítica como por el público lector en Francia, Inglaterra, Estados Unidos y más allá. Su capacidad para entrelazar la ficción con la historia y su aguda mirada sobre la sociedad española lo convierten en una voz imprescindible en el panorama literario contemporáneo.