Las lágrimas de Eros
Resumen del libro: "Las lágrimas de Eros" de Georges Bataille
En el erotismo, esa zona oscura en la que se entremezclan la búsqueda del orgasmo y el deseo de aniquilación, Bataille detecta un rasgo profundamente humano y lo ilustra con un riquísimo material iconográfico que incluye sorprendentes imágenes del Neolítico, algunas de las más turbadoras pinturas del siglo XX y una serie de sensuales imágenes de maestros como Cranach o Durero. El resultado es una reflexión lúcida, atípica y a todas luces irrepetible sobre los misterios del sexo humano y sobre el erotismo, con sus modulaciones fundamentales: el refinamiento y la perversión.
Georges Bataille, en la distancia…
1. ¿Quién habla? ¿El testigo, el crítico, el historiador, el amigo? No le sería suficiente un año a cada uno de ellos para esbozar un discurso serio o, si obrara como discípulo, para imponerse silencio. Incluso en los límites extremos de la intuición, yo tan sólo podría echar una ojeada, en pleno día, a la noche de esa nueva caverna de Platón en la que Georges Bataille se internó para racionalizar las tinieblas de lo indecible.
No obstante, el testigo presta una ayuda inesperada. Existía un hombre en Bataille —un hombre bueno y venerable— y el hecho de haberlo visto vivir debe desprender alguna luz sobre la noche de su obra. El mismo Paul Valéry no habría desdeñado seguir, línea por linea, imagen por imagen, texto por texto, la completa realización de un libro de un autor infinitamente tranquilo y obsesionado por su destino. De este modo veo avanzar al afable bibliotecario por el muy encerado entarimado de la Biblioteca de Orléans, o bajo el artesonado pintado en azul y oro del antiguo arzobispado de la ciudad. O mejor, abro el cajón en donde cincuenta y siete de sus cartas (algunas de seis páginas) aún se refieren a la lentitud de la escritura, a las preocupaciones que acarrea la ilustración de una tesis sobre el erotismo, convertida en testamentaria por la fuerza del tiempo. Lo reconozco: estoy orgulloso de haberme encontrado en aquel momento en el centro de la historia de Georges Bataille.
Estas cartas proceden de Orléans y por supuesto, también de Fontenay-le-Comte, Sables-d’Olonne, Scillans y Vézelay. También copié de su propia mano, sobre dos fragmentos de papel naranja, el texto de Georges Dumas sobre el «Placer y el Dolor» que tanto le impresionó; sus notas, el prefacio (nueve folios), y las primeras pruebas, minuciosamente corregidas; así como la carta de Henri Parisot, que le llenó de júbilo, acompañada de la fotografía en color de «La lección de guitarra» de Balthus (era la época de «Método de meditación»).
El 24 de julio de 1959 Bataille determinó el título de este libro: Las lágrimas de Eros («le gustará a Pauvert», añadía con malicia). En la misma fecha me pidió, a propósito del Nuevo Diccionario de Sexología, que vigilara la aparición de artículos sobre Gilles de Rais, Erzsébet Bàthory, lo Sagrado, la Transgresión, la Moda, la Desnudez, Jean Genet, Pierre Klossowski, en fin… sus temas favoritos.
Nunca abandonó la idea de Las lágrimas de Eros, y concibió la obra hasta el más ínfimo detalle, desde la distribución y organización de los capítulos hasta el corte de los clichés (incluso me hizo el croquis de un tapiz de Rosso en el que yo debía buscar un detalle que a él le interesaba), pasando por una elaborada selección de imágenes procedentes de la prehistoria, de la Escuela de Fontainebleau y de los surrealistas, fueran reconocidos o clandestinos.
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Georges Bataille. Nacido el 10 de septiembre de 1897 en Billom, Francia, y fallecido el 9 de julio de 1962 en París, fue un escritor, antropólogo y pensador cuya obra trascendió los límites de la literatura convencional. Aunque él mismo rechazaba ser etiquetado como filósofo, su legado como pensador y escritor influyó profundamente en la filosofía, la literatura y el arte del siglo XX.
La infancia de Bataille estuvo marcada por un deseo inicial de convertirse en sacerdote, lo que lo llevó a asistir a un seminario católico. Sin embargo, en 1922, abandonó la fe cristiana y se adentró en un mundo de ideas provocadoras y controvertidas. Para Bataille, los burdeles de París se convirtieron en sus "iglesias" auténticas, un indicio de su inclinación por la transgresión y lo tabú en su obra.
A lo largo de su vida, Bataille desempeñó roles diversos, desde trabajar como bibliotecario hasta fundar publicaciones y grupos de escritores. Su obra abarcó una amplia gama de géneros, incluyendo lecturas, poemas y ensayos que exploraron temas tan variados como el misticismo de la economía, la poesía, la filosofía, las artes y el erotismo. Algunas de sus publicaciones se realizaron bajo seudónimos, y varias fueron censuradas debido a su naturaleza provocativa.
A pesar de que fue relativamente ignorado en su época y despreciado por contemporáneos como Jean-Paul Sartre, Bataille dejó una huella indeleble en la filosofía y la literatura posteriores. Su influencia se hizo evidente en filósofos postestructuralistas como Michel Foucault y Jacques Derrida, así como en escritores como Philippe Sollers. También influyó en el trabajo de filósofos anglosajones notables, como Crispin Sartwell.
Uno de los conceptos centrales en la obra de Bataille es la noción de la transgresión, la exploración de lo tabú y lo prohibido. Fascinado por el sacrificio humano, fundó una sociedad secreta llamada Acéphale (sin cabeza) con el propósito de crear una nueva religión, aunque este intento nunca se materializó completamente.
En resumen, Georges Bataille fue un pensador y escritor provocativo que desafió las convenciones y exploró los límites de la literatura y la filosofía. Su obra, que abarcó temas como el erotismo, el sacrificio y lo sagrado, sigue siendo objeto de estudio y debate en la actualidad, dejando una huella perdurable en la cultura intelectual del siglo XX.