Resumen del libro:
Esta historia trata de tomar parte activa en el propio destino persiguiendo aquello que se anhela, aunque haya que sacrificar muchas cosas. Puede incluso llegarse a sacrificar tanto que uno acabe por impedirse a sí mismo conseguir lo anhelado. A la Sirenita le empuja la dulzura del enamoramiento, y su amor es tan fuerte que supera el miedo y el egoísmo. El cuento contiene momentos alegres, pero también oscuras sombras. La sirenita tiene 15 años cuando por primera vez se le permite nadar hasta la superficie. Allí desea conquistar el corazón de un príncipe y disfrutar una vida mejor, pero acaba por no pertenecer a ninguno de los dos mundos, así como Andersen nunca sintió que pertenecía a un lugar determinado.
En alta mar el agua es azul como los pétalos de la más hermosa centaura, y clara como el cristal más puro; pero es tan profunda, que sería inútil echar el ancla, pues jamás podría ésta alcanzar el fondo. Habría que poner muchos campanarios, unos encima de otros, para que, desde las honduras, llegasen a la superficie.
Pero no creáis que el fondo sea todo de arena blanca y helada; en él crecen también árboles y plantas maravillosas, de tallo y hojas tan flexibles, que al menor movimiento del agua se mueven y agitan como dotadas de vida. Toda clase de peces, grandes y chicos, se deslizan por entre las ramas, exactamente como hacen las aves en el aire. En el punto de mayor profundidad se alza el palacio del rey del mar; las paredes son de coral, y las largas ventanas puntiagudas, del ámbar más transparente; y el tejado está hecho de conchas, que se abren y cierran según la corriente del agua. Cada una de estas conchas encierra perlas brillantísimas, la menor de las cuales honraría la corona de una reina.
Hacía muchos años que el rey del mar era viudo; su anciana madre cuidaba del gobierno de la casa. Era una mujer muy inteligente, pero muy pagada de su nobleza; por eso llevaba doce ostras en la cola, mientras que los demás nobles sólo estaban autorizados a llevar seis. Por lo demás, era digna de todos los elogios, principalmente por lo bien que cuidaba de sus nietecitas, las princesas del mar. Éstas eran seis, y todas bellísimas, aunque la más bella era la menor; tenía la piel clara y delicada como un pétalo de rosa, y los ojos azules como el lago más profundo; como todas sus hermanas, no tenía pies; su cuerpo terminaba en cola de pez.
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