La preparación del actor
Resumen del libro: "La preparación del actor" de Konstantín Stanislavski
Temperamento y vocación, cultura y experiencia son algunos de los elementos que, conjugados, permiten al actor «expresarse» esto es, ser el personaje con todas las sutilezas requeridas por el papel representado, pero sin por ello dejar de ser él mismo. Esta extraña paradoja, que ya fue destacada por Diderot en obra memorable, ilustra la dificultad esencial del análisis del problema y por consiguiente los obstáculos que impiden su exposición. Stanislavsky, que por cierto no necesita presentación, ofrece en Preparación del Actor un ejemplo magnífico, singular e insustituible, de un equilibrio admirablemente logrado entre intuición y razonamiento, que es en el fondo la transferencia a otro plano de la oposición entre la naturaleza y arte.
La Primera Prueba
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Estábamos inquietos mientras esperábamos el comienzo de la primera lección con el director Tortsov, pero éste entró en la clase sorprendiéndonos con el inesperado anuncio de que, para familiarizarse con nosotros, debíamos interpretar algún papel de nuestra elección en una representación que se efectuaría. Su propósito era vernos en el escenario, con los correspondientes telones como fondo, caracterizados, tras las candilejas, en una palabra, con todos los accesorios. Sólo así, dijo, le sería posible juzgar nuestras condiciones dramáticas.
Al principio sólo unos pocos se manifestaron de acuerdo con la prueba propuesta. Entre ellos, un muchachón fuerte y rudo, Grisha Govorkov, que ya había actuado en teatros pequeños; una rubia alta y hermosa llamada Sonia Veliaminova, y un alegre y ruidoso compañero, Vanya Vyuntsov.
Gradualmente, nos acostumbramos todos a la idea. Las brillantes candilejas se hicieron más y más atractivas, y la representación nos pareció interesante, útil y hasta necesaria.
Al hacer nuestra elección, yo y dos de mis amigos. Paul Shustov y Leo Pushchin, nos inclinamos por la modestia; pensamos en el vaudeville o en la comedia ligera. Pero a nuestro alrededor sólo oíamos mencionar grandes nombres —Gogol, Ostrovsky, Chejov y otros. Imperceptiblemente nos encontramos discutiendo temas románticos, con trajes de época y en verso.
A mí me tentó la figura de Mozart, Leo eligió a Salieri y Paul pensó en Don Carlos. Luego nuestra conversación giró alrededor de Shakespeare y mi elección recayó en Otelo, pero la decisión final se produjo al aceptar Paul el papel de Yago. Al salir del teatro se nos informó que el primer ensayo se efectuaría al día siguiente.
En cuanto llegué a casa, bastante tarde, tomé la parte de Otelo, me senté cómodamente en un sofá y abriendo el libro inicié la lectura. Apenas había leído dos páginas se apoderó de mí un incontenible deseo de representar. Involuntariamente mis manos, brazos, piernas, músculos faciales y algo en mi interior empezó a moverse. Declamé el texto. De pronto, descubrí un cortapapel de marfil y lo sujeté a mi cinturón como una daga. Hice un turbante con una toalla y con sábanas y mantas de la cama improvisé una túnica. Un paraguas se convirtió en cimitarra, mas no encontré en el primer momento el imprescindible escudo. Pero mi fantasía pronto remedió la falta, al recordar que en el comedor contiguo a mi dormitorio había una gran bandeja. Ya con el escudo en el brazo, me sentí convertido en un guerrero. A pesar de mi aspecto general aún me sentía demasiado moderno y civilizado, mientras que el personaje que pretendía representar. Otelo, era de origen africano, lo que exigía algún pormenor que sugiriera la vida salvaje, algo así como un tigre interior. Para recordar, o más bien imitar el paso del animal comencé una serie de ejercicios de movimiento.
En muchos instantes me pareció haber alcanzado un grado de perfección aceptable. Trabajé casi cinco horas sin tener sensación del tiempo transcurrido. Para mi manera de ver esto demostraba la autenticidad de mi inspiración.
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Konstantín Stanislavski. Actor y dramaturgo ruso, fue conocido tanto por su larga carrera como director teatral, con gran éxito por parte de la crítica y del público durante décadas, así como por su método pedagógico aplicado a la enseñanza de la interpretación, que logró un gran seguimiento en todo el mundo. Stanislavski fue director del Teatro del Arte y del Estudio de Ópera del Bolshoi.