Resumen del libro:
En La letra escarlata aparecen muchos de los temas tratados en sus relatos, pero esta obra se manifiesta como la mejor construcción narrativa de su autor, y muchos la destacan como la mejor novela norteamericana del siglo pasado.
Prólogo
Hawthorne descendía de uno de los peregrinos que desembarcaron en el siglo, XVII en la bahía de Massachusetts y fundaron Boston y Salem, donde implantaron un gobierno teocrático. William, el primer colono de la saga, persiguió con decisión a los cuáqueros bajo la acusación de corrupción y condenó a tres miembros de la secta de los Amigos a ser apaleados, mientras iban atados, medio desnudos y bajo la nieve, en la parte posterior de una carreta, desde Boston hasta Salem. El hijo de William, John, también se destacó por su celo religioso y participó de manera sobresaliente en las persecuciones religiosas que tuvieron lugar durante el siglo XVII en Nueva Inglaterra. Durante la célebre caza de brujas de Salem, tomó parte activa en la acusación de posesión diabólica que recayó sobre más de doscientas personas. Además, fue el presidente de las ejecuciones de veinte mujeres condenadas por brujería, y objeto, junto con su descendencia, de una terrible maldición por parte de una de las víctimas. Los Hawthorne del XVIII consagraron sus energías al comercio floreciente de Nueva Inglaterra y aplacaron el celo religioso que tanta crueldad había provocado.
El padre de nuestro escritor fue un capitán de navío que se casó con una mujer nacida en el seno de una familia de comerciantes y puritanos de Salem. El matrimonio tuvo dos hijas y, en 1804, un varón: Nathaniel. Cuatro años más tarde, a causa de unas fiebres, moría el padre en Surinam. La madre y los tres hijos llevaban una vida apartada, comunicándose poco entre ellos y recibiendo raras visitas. Debido a una luxación en un pie, Nathaniel tuvo que dejar la escuela, su única puerta abierta al mundo exterior, y permanecer inmóvil durante dos años. Hasta los catorce años, movido por su inclinación por la literatura, lee algunos libros de la biblioteca paterna, como El progreso del Peregrino, viaje alegórico del alma hasta la redención; El paraíso perdido de Milton, novelas de Walter Scott…, obras que comenzaron a alimentar su poderosa imaginación, al tiempo que iban formando su gusto por las cosas bien escritas y el estilo clásico, a pesar de que sus temas preferidos fueran netamente románticos. Sobre su forma de escribir dice Borges en Otras inquisiciones: «La imaginación de Hawthorne es romántica; su estilo, a pesar de algunos excesos, corresponde al siglo XVIII, al débil fin del admirable siglo XVIII».
En 1818 su familia se traslada a la propiedad de su tío Manning, situada en el estado de Maine. Aquí, en medio de una naturaleza virgen, se recupera de su enfermedad, dando largos paseos a través de bosques frondosos y junto a grandes ríos y lagos, y desarrollando su sensibilidad por la naturaleza, que posteriormente transmutará literariamente en sus obras. Vuelve a las clases y a leer a autores románticos, por los que su naturaleza visionaria sentía una especial predilección. Así, leyó toda la obra de Walter Scott y algunas novelas y ensayos de Rousseau. La psicología anormal de los caracteres góticos de Godwin ejerció una singular fascinación sobre su espíritu. A los diecisiete años, una vez que sus tíos decidieron hacerse cargo de sus estudios universitarios, ingresó en Bowdoin College, en el estado de Maine, donde siguió sin sentir ninguna atracción por la vida social y prefirió continuar con las lecturas marcadas por su gusto a las impuestas por sus profesores. En ningún momento se vio implicado en las luchas y ambiciones académicas y, siguiendo su inclinación por la vida interior, ocupó su tiempo libre con largos paseos por los bosques, observando y admirando la naturaleza, que le proporcionaba la intensidad de los sueños. Sin embargo, durante su estancia hizo un par de amistades: Longfellow, futuro poeta, y Franklin Pierce, que acabaría siendo presidente de los Estados Unidos y cuya amistad cultivó hasta el final de su vida. En el último curso, a causa de sus buenos trabajos en Inglés, fue propuesto por sus profesores para escribir el discurso solemne; antes que componerlo y pronunciarlo, prefirió, dando una muestra de sensatez, pagar la multa prevista en caso de no hacerlo. Por esta época empezó a escribir una especie de diario en el que anotaba lo que iba observando a su alrededor, lo que le sugerían sus lecturas, meditaciones sobre la existencia, así como situaciones dramáticas y caracteres ficticios que luego le servirían de materiales para sus obras literarias.
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