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La gruta del silencio

Resumen del libro:

«La gruta del silencio» de Vicente Huidobro es un hito poético que irrumpe en el panorama literario de principios del siglo XX, con una fuerza inusitada que transforma la forma de concebir la poesía en español. Este libro, publicado en 1913, presenta un abanico de poemas donde la experimentación formal y la búsqueda de una nueva estética se manifiestan en cada verso. Huidobro, uno de los grandes exponentes del creacionismo, desafía las normas clásicas y propone una ruptura con las formas tradicionales. A través de un lenguaje depurado y, a la vez, profundamente emotivo, el poeta chileno explora lo insondable del silencio y la interioridad humana.

Los poemas de «La gruta del silencio» son ventanas hacia un universo personal y reflexivo, donde las palabras adquieren una dimensión inédita. La naturaleza, el vacío, y la condición humana son temas recurrentes que Huidobro aborda con una sensibilidad única. Su escritura, cargada de imágenes innovadoras, invita al lector a sumergirse en una atmósfera de introspección, donde el silencio se convierte en un espacio de revelación. Este silencio, sin embargo, no es solo ausencia de sonido, sino una metáfora del proceso creativo y de la contemplación del ser.

Vicente Huidobro, nacido en 1893 en Santiago de Chile, es una de las figuras más influyentes del vanguardismo latinoamericano. Poeta, ensayista y teórico, Huidobro fue el fundador del creacionismo, una corriente que reivindica la autonomía del poema como un ente creado por el poeta, sin necesidad de imitar la realidad. A lo largo de su obra, que incluye títulos como «Altazor» y «Poemas árticos», Huidobro demuestra una capacidad inigualable para reinventar el lenguaje y forjar un camino propio dentro de la poesía mundial.

En «La gruta del silencio», Huidobro ya da muestras de su genio innovador. Su uso de imágenes abstractas y su manejo preciso del ritmo crean una poética fresca y subversiva. Este libro es un preludio de lo que sería su aporte trascendental al desarrollo de la poesía moderna, y a la vez un testimonio de su profunda conexión con la naturaleza y el universo interior. Así, «La gruta del silencio» se consolida como un texto imprescindible dentro de la obra de Huidobro, y un punto de partida para entender la evolución de la poesía en lengua española durante el siglo XX.

La influencia de este libro va más allá de lo literario, pues marca un antes y un después en la manera de concebir el acto poético. El lector que se adentra en estas páginas encontrará un viaje hacia lo desconocido, donde el silencio y la palabra se entrelazan en un diálogo constante. Vicente Huidobro, con esta obra temprana, sitúa a Chile en el centro de la poesía vanguardista mundial y abre nuevas posibilidades para la expresión poética en español.

DEDICATORIA

A la que tiene los ojos verdes como ideas santas, el pelo castaño, acariciador i perfumado, la frente pálida i meditativa i las manos liliales;

I al hijo que tiene cuatro meses: que lleva su mismo nombre, i es una prolongación de su dulzura;

Dedica este libro silencioso, risueño i melancólico.

Vicente García H. Fernández,
Dei gratia Vates.

Prólogo

ESTE POETA…

Este joven poeta publicó hace dos años un libro de versos que honrosamente repudia en el presente. Hijo de una juventud inquieta i acaso demasiado soñadora, aquel primer vastago de su injenio talvez desconoce hoi al padre que entonces le dio vida. ¡Tan lejos está ahora de lo que alumbrara ayer! El tiempo, eterno Proteo, ha sido su mejor consejero. Tuvo el valor de saberse renovar a tiempo i ya lo dijo el fuerte lírico italiano que es preciso a rinnovarsi ó morire. Lo que este joven poeta adoraba ogaño lo ha sacrificado hoi en la busca de su nueva senda: ha sido un revolucionario dentro de su manera de pensar i de sentir de otrora. Este libro que ahora publica es fruto de lo que su espíritu ha elaborado en los instantes de las primeras inquietudes, mientras espera la revelación de su camino de Damasco en el cruce de muchos derroteros, acorazado de santos entusiasmos. Así, pues, sus versos tienen todas las cualidades i todos los defectos de las primeras cosechas líricas: espantarán a muchos sus raras locuras verbales, pero habrá también quienes vean en el fondo de todo ese bullir atormentado de la forma una personalidad curiosa, fuerte i orijinal. Las mas estrañas bizarrías del libro encuentran su justificación en la ardorosa juventud del poeta: sus veinte años, líricos i ricos en audaces arrestos, son el mejor escudo de toda la desdeñosa altivez que el joven porta lira erije en culto artístico. I una primavera que se inicia con loca exuberancia deja esperar un estío fecundo i propicio en opimos frutos.

Como todo buen poeta que no debe contentarse con producir sus versos por pura razón divina, este joven lírico es un curioso lector i un inquieto adorador de la belleza en todas sus formas. Si sus lecturas se adivinan fácilmente todavía en sus versos, día llegará para él en que ande solo en su pegaso por las praderas de sus ensueños. Lo que a él le ha sucedido con fuertes poetas como Baudelaire, Rodembach, Darío, entre nosotros, Max Jara, Mondaca i Prado, es condición de una juventud abierta a todos los vientos, que, en fuerza de comenzar a reconocerse en los otros, acabará por dar con los propios aledaños de su personalidad. Pero, en la obra de este cateo de la propia mina, la inesperiencia de los veinte años suele ser peligrosa. Así este poeta, como otros muchos de la joven jeneracion lírica chilena, ha comenzado en su estudio por donde otros hubieran terminado su jornada. Lector poco esperto de equívocas sutilezas, suele acojer con fácil confianza ciertas bizarrías de la lírica moderna, sobre todo del simbolismo, que han contribuido a desorientar un tanto el lento proceso de sus gustos. Poetas como Mallarmé i Baudelaire deben ser leídos con reflexivo temor, pues las turbadoras embriagueces que comienzan a penetrarnos con el encanto de las bellas formas suelen llegar a las ideas cuales torbellinos deshechos. Esto esplica en parte la evolución ideolójica del autor de este libro que comenzó por entonar un himno de gracias a la amada, saturado de fuerte optimismo, para terminar la odisea lírica de su primavera sonora con modulaciones de desesperanza i de pesimismo aflictivo. Tanto sobre este joven lírico como sobre otros muchos de los nuevos poetas chilenos actuales tiene un fuerte ascendiente la poesía francesa de la última mitad del siglo diecinueve. Sobre las obras de muchos de ellos pesa aún la influencia simbolista recibida a través de los poemas de Lugones, Darío, Jiménez, Nervo, González Blanco i directamente de Baudelaire i de Verlaine, quienes les han orientado en sus nuevos credos líricos.

Es de suponer los peligros que entraña para los jóvenes pretender seguir el proceso ideolójico de una poesía que, como la del lírico de «Sagesse», responde a una razón profunda de sinceridad i de dolor vivido. Que se estudien sus versos i se imiten sus bellezas de forma es justo, pues es él quien mas alto ha llegado en la espresion musical i emotiva de la lírica contemporánea. Pero las lecciones de su pesimismo huraño son peligrosas para escritores jóvenes que, como el autor de este libro debiera confiar en las fuerzas vivas de su juventud, en las enerjías de la acción, en los encantos de la naturaleza i de la vida. Ya Clarín dijo que la filosofía prematura es peligrosa i difícil. Antes que analizar es preciso ensayar las alas bajo el cielo, vivir la buena vida de la actividad primero que la desconsoladora existencia de los sentimientos. Es preciso acorazarse de enerjía, ser fuerte i ser un eterno vencedor para poder esclamar con el lírico latino: «Con qué furor te amo, oh Vida!».

Es este talvez el mayor peligro del intelectualismo para los escritores jóvenes. La autosujestion pesimista tomada como razón espiritual es peligrosa como disciplina i aun como fuente de belleza, sobre todo si se estreman sus recursos i se hace de ella una necesidad psicofísica. Quien así viva encerrado en su castillo interior será un ciego cargado de prejuicios ante la vida que bulle en su rededor. La personalidad se forma por esperiencia directa jamas por imitación.

«La Gruta del Silencio» me ha sujerido tales reflexiones pues en dicho libro veo todas las excelencias i todos los defectos de una marcada tendencia lírica que en la América latina comienza a dar verdaderas flores de pesadillas entre los jóvenes. El propio dolor de aquel fuerte Evaristo Cariego, que se fué en hora prematura; las notas amargas de Andres Chabrillon o de Raul de Mendilaharsu, me confirman en tal creencia que, desgraciadamente, va siendo una realidad dolorosa. No parece sino que para todos los poetas nuevos indolatinos el simbolismo fuera solamente una cosa de ayer. Tal es el entusiasmo con que le han acojido demasiado tarde. I el libro de este joven poeta demuestra que su autor avanza por las mismas peligrosas derrotas que las seguidas por estos ya admirables porta liras. Acaso la esperiencia de los años, que suele ser una buena consejera, le llevará luego por nuevos caminos i el que comenzó siendo un adolescente amargado por todas las inquietudes sea, en hora propicia, un entusiasta pastor de estrellas en las divinas praderas del ensueño i de la vida.

Pero, entre las notas amargas que se retuercen en los versos de este poeta, es preciso consignar un mui noble noble afán por hacer poesía reflexiva, meditada, de emociones intensas i de fuerte espiritualidad. Se advierte en los pequeños poemas de «La gruta del silencio» un mui jeneroso afán por vaciar en el molde la estrofa inquietudes vivas, deseos obsesores, pensamientos estraños; todo ese bullir subconsciente de una vida espiritual intensa en fuerza de aparecer atormentada. ¿No impreca el poeta a su alma, en una de sus poesías, diciéndola que ame sus obsesiones i aumente sus martirios, talvez por el solo placer de sentirse mas torturada dentro de las rejiones del arte? Negaciones son todas estas que provienen de un intelectualismo frío, meditado i peligroso.

Como ya advertía antes, la influencia del simbolismo ha encontrado en este poeta un eco profundo, torturadamente doloroso. Los poemas alucinados, que componen la parte mas granada del libro, dan una medida del alcance de dicha influencia: se habla en ellos de obsesiones que recuerdan las pesadillas de alcohólico de Rimbaud, los negros hastíos de Baudelaire i los terrores sensuales, hijos de la neurosis, de Rollinat. Algunos de estos poemas, Cuando yo me haya muerto, hablan de un poeta capaz de hacer sentir hermosos e intensos estremecimientos líricos. Valga el siguiente ejemplo de dos estrofas cojidas al azar:

«La gruta del silencio» de Vicente Huidobro

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