La filosofía en la época trágica de los griegos

Resumen del libro: "La filosofía en la época trágica de los griegos" de

Friedrich Nietzsche, uno de los pensadores más influyentes y provocadores del siglo XIX, aborda en “La filosofía en la época trágica de los griegos” su fascinación por los filósofos presocráticos. En este ensayo, que combina rigor filosófico con un estilo vibrante, Nietzsche examina el pensamiento de figuras como Tales, Anaximandro y Heráclito, explorando la relación entre sus ideas y la sensibilidad trágica de la antigua Grecia. Con su característico tono desafiante, el filósofo alemán presenta a estos primeros pensadores como espíritus audaces que, lejos de las abstracciones estériles de la metafísica posterior, dialogaban con la realidad de un mundo en constante devenir.

Para Nietzsche, la filosofía presocrática es un punto de inflexión en la historia del pensamiento occidental. No se trata de simples especulaciones sobre la naturaleza, sino de un intento por captar la esencia de la existencia en un mundo donde la tragedia y el destino juegan un papel fundamental. En este sentido, destaca cómo la cosmovisión de Heráclito, con su doctrina del devenir y la lucha de contrarios, resuena con la idea de que la vida es un proceso dinámico y conflictivo, alejado de cualquier armonía definitiva. Anaximandro, por su parte, es retratado como un pensador sombrío, cuya concepción del ápeiron sugiere una realidad primigenia en la que la existencia misma es una forma de injusticia.

Nietzsche no se limita a una exposición histórica, sino que dota a estos pensadores de una dimensión existencial y casi heroica. Ve en ellos una actitud filosófica que no busca refugio en ilusiones consoladoras, sino que enfrenta sin temor la naturaleza trágica de la realidad. Así, la filosofía aparece como un ejercicio profundamente vital, una interrogación arraigada en la experiencia humana y no solo un conjunto de teorías abstractas. Su interpretación sugiere que en la Grecia presocrática se dio una simbiosis entre pensamiento y cultura que luego se perdería con la racionalización excesiva impuesta por Sócrates y Platón.

Este enfoque pone en evidencia una de las grandes tensiones en el pensamiento de Nietzsche. Mientras reivindica la importancia de estos primeros filósofos, también se enfrenta a la paradoja de su propia postura antimetafísica. Heidegger señalaría más tarde esta contradicción, subrayando que la exaltación nietzscheana de la filosofía trágica choca con su rechazo a cualquier tipo de metafísica. Sin embargo, esta tensión no debilita el ensayo, sino que lo enriquece, mostrando la complejidad y profundidad del pensamiento de Nietzsche.

“La filosofía en la época trágica de los griegos” es una obra breve pero intensa, en la que Nietzsche no solo rinde homenaje a los presocráticos, sino que también redefine el papel de la filosofía como una aventura arriesgada, más cercana al arte y la vida que a la mera especulación intelectual. En sus páginas, resuena la voz de un pensador que desafía al lector a mirar la existencia sin velos, a asumir la tragedia como una condición fundamental del ser.

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Prólogo

Friedrich Nietzsche escribió su ensayo La filosofía en la época trágica de los griegos en la primavera del año 1873. Esa misma primavera, el 6 de abril, viajó a Bayreuth en compañía de su amigo Erwin Rohde; allí se llevó el manuscrito con la intención de leerlo y comentarlo, a lo largo de tres sesiones, en el círculo de los Wagner. Un día antes de partir hacia Bayreuth, Nietzsche escribe a su amigo Gersdorff: «Bayreuth llevo un manuscrito, “La filosofía en la época trágica de los griegos”, para leérselo allí a los amigos. No tiene todavía, en absoluto, la forma de un libro; me vuelvo cada día más exigente conmigo mismo y tengo que dejar pasar todavía mucho tiempo antes de lanzarme a una nueva redacción (la cuarta sobre el mismo tema). Además, me he visto obligado a emprender los más diversos estudios con este fin; incluso las matemáticas han asomado en el horizonte, y sin infundir temor ninguno, también la mecánica, la teoría atómica, química, etc. Me reafirmo en la importancia de lo que son y fueron los griegos. El camino que va de Tales a Sócrates tiene algo de prodigioso».

La primera sesión de lectura tuvo lugar el día 7 de abril. El «nuevo e interesante trabajo del profesor Nietzsche» —según el diario de Cósima Wagner— no suscitó, sin embargo, gran interés en el matrimonio; Richard y Cósima se hallaban por esas fechas preocupados por acontecimientos más circunstanciales y mundanos. La anotación del diario de Cósima del 9 de abril en referencia a la lectura del ensayo acontecida aquel mismo día es explícita: «Esta tarde hubiéramos querido tratar de “los hijos de Tales”, como los denomina Richard bromeando, esto es, de Anaximandro, Heráclito, Parménides, en el trabajo del profesor Nietzsche; solo que la conversación nos había adentrado tan intensamente en las experiencias sufridas con ocasión de nuestra empresa de Bayreuth, que nos fue imposible superar el sombrío estado de ánimo. Richard interpretó al piano el final de “El crepúsculo de los dioses”, lo que, por lo demás no era muy buen presagio». Y dos días después, tras la última sesión de lectura, Cósima anota: «Por la tarde, el profesor Nietzsche concluyó la lectura de su ensayo. Escasa conversación». No obstante, Nietzsche pidió permiso a Cósima para dedicarle el manuscrito, algo que esta le concedió de inmediato, sin más comentarios.

Richard Wagner y su mujer, Cósima (antes von Bülow), habían saludado con admiración extraordinaria El nacimiento de la tragedia en el espíritu de la música, libro que Nietzsche publicó en 1872, y que, como se sabe, tanto debía a la admiración que el joven catedrático de filología clásica sentía por el megalómano y omnipotente compositor, en cuya persona Nietzsche había creído ver tanto la encarnación del verdadero «genio», tal y como lo describiera Schopenhauer en El mundo como voluntad y representación, como al renovador del arte dramático-musical alemán de la época. Si en el polémico libro, Wagner comprobó con qué ímpetu ardía en su apasionado admirador la llama que él mismo había contribuido a encender y, a raíz de la obra, lo consideró uno de sus más fieles acólitos, depositando en él grandes esperanzas como defensor de su causa, un año después, sin embargo, al compositor parecía disgustarle que Nietzsche siguiera enfrascado «en el tema de los griegos» y que no se dedicara en cuerpo y alma a defender «la causa wagneriana» y a luchar más enconadamente por salvaguardar «la cultura de Bayreuth»; en definitiva, le molestaba no ver en él una entrega absoluta, dedicando su pluma únicamente a la defensa de su persona y de sus intereses. A Wagner, como a todo tirano, los gestos de independencia y de singularidad de quienes le rodeaban le causaban un profundo malestar, y Nietzsche, si bien por una parte era un admirador y casi un verdadero acólito, por otra, era el más díscolo e independiente de todos los «wagnerianos». El catedrático de Filología pensaba por sí mismo, y sus intereses, aunque parejos en apariencia a los de Wagner, se extendían mucho más allá que los de este. Si en un principio Nietzsche se dejó seducir por las ideas del compositor, desarrollándolas y ampliándolas con tanto éxito en El nacimiento de la tragedia, muy pronto habría de darse cuenta de la incapacidad de este para entablar cualquier tipo de diálogo filosófico; Wagner era maestro en el arte de la polémica, en el ataque y la defensa de asuntos circunstanciales, pero no se desenvolvía bien en las cuestiones trascendentales que iban más allá de un presente grotesco en el que constantemente se hallaba sumergido, y tampoco atraían su interés otros asuntos que abarcasen ámbitos distintos de los que meramente tenían que ver con su arte y su universo particular. En Nietzsche, en cambio, se gestaban y nacían cada vez con más vigor ideas propias y singulares, mientras que sus intereses sobrepasaban con mucho el ámbito de la música y el drama musical y se centraban cada vez más en el conjunto de la cultura y, de modo muy especial, en el análisis de la relación entre arte, filosofía y ciencia. «La ciencia, el arte y la filosofía crecen en mí tan íntimamente unidos que no hay duda de que un día he de parir centauros», escribe a Rohde en 1870.

La seducción que Nietzsche sintió en un principio por la personalidad de Richard Wagner —a quien conoció en 1869— y luego por la de Cósima, gracias a la existencia de un universo común entre el catedrático de filología clásica y el músico y la hija de Franz Liszt, a cuyo afianzamiento habría contribuido una peculiar lectura de la obra de Schopenhauer, fue solo un chispazo, un relámpago cuyo fulgor perduró a lo largo de unos pocos años; durante ese tiempo se desarrolló entre el catedrático y el matrimonio Wagner una relación llena de altibajos, en la que junto a la más pura exaltación, por parte de Nietzsche, típica de un sentimiento amoroso, cupo también poco a poco el rechazo más profundo hacia el compositor y su mundo. Nietzsche quedó muy desilusionado de la visita a Bayreuth en la primavera de 1873; desilusionado, sobre todo, porque el compositor hubiera concedido tan poca atención a su trabajo sobre los filósofos presocráticos y sorprendido además al observar cuán enorme era el interés de este por asegurar económicamente la pervivencia futura de su obra. Es en esta época cuando comienza a gestarse ya la ruptura de Nietzsche con el músico. Solo unas semanas antes de la mencionada visita a Bayreuth, en una carta a Gersdorff, Nietzsche había escrito refiriéndose a Wagner: «… aunque sigo siéndole fiel en lo que se refiere a sus ideas generales, disiento sobremanera de él en numerosas cuestiones secundarías». Y las cuestiones secundarias acabarían por cobrar tal dimensión que llegarían a transformarse en lo principal.

“La filosofía en la época trágica de los griegos” de Friedrich Nietzsche

Friedrich Nietzsche. (1844-1900) Fue un filósofo, poeta, crítico cultural y filólogo alemán, conocido por su obra crítica y polémica sobre la moralidad, la religión y la cultura occidental en general. Nacido en Röcken, Alemania, en una familia de pastores luteranos, Nietzsche estudió filología clásica en la Universidad de Bonn y luego en la Universidad de Leipzig, donde se convirtió en profesor a los 24 años.

En 1872, Nietzsche publicó su primera obra importante, "El nacimiento de la tragedia", en la que analizó la cultura griega y la relación entre el arte y la filosofía. Luego de un viaje a Italia, donde se interesó en la cultura romana, Nietzsche se convirtió en profesor de filología clásica en la Universidad de Basilea en Suiza. Durante este tiempo, publicó muchas de sus obras más influyentes, incluyendo "Así habló Zaratustra", "Más allá del bien y del mal" y "Genealogía de la moral".

A lo largo de su vida, Nietzsche sufrió de graves problemas de salud, incluyendo dolores de cabeza crónicos, problemas de visión y una enfermedad mental que lo llevó a vivir los últimos años de su vida en un estado de demencia. Durante este tiempo, su hermana, que había tomado el control de su patrimonio y su legado, manipuló sus escritos para promover una ideología nacionalista y antisemita.

A pesar de esta apropiación, la obra de Nietzsche tuvo una gran influencia en el desarrollo de la filosofía moderna, el existencialismo y la crítica cultural. Su estilo de escritura poético y provocativo, su desafío a los valores y convenciones establecidas y su exploración de la condición humana continúan siendo relevantes en la actualidad.