La Fanfarlo
Resumen del libro: "La Fanfarlo" de Charles Baudelaire
La Fanfarlo es un relato corto, una nouvelle de inspiración autobiográfica que el poeta Baudelaire vio publicada en 1847, cuando sólo tenía veinticinco años. El joven poeta Samuel Cramer intenta ayudar a su antiguo amor Madame de Cosmelly: debe deshacer el romance entre el esposo de ésta y la célebre bailarina Fanfarlo. Se hace pasar por un enamorado de la actriz, pero se toma tan en serio el papel que cae en su propia trampa.
Prólogo
La nouvelle de un poeta: La Fanfarlo, de Charles Baudelaire
En el siglo XIX, época dorada de la nouvelle francesa, el gran poeta de la modernidad, el poeta por excelencia, Charles Baudelaire, decide poner su genio y su pluma al servicio del género. Otros grandes de su tiempo, Honoré de Balzac, Victor Hugo, Alfred de Vigny, Alfred de Musset… tampoco habían escapado a la tentación de unir sus nombres a los de Charles Nodier, Théophile Gautier, Prosper Mérimée y Guy de Maupassant, maestros indiscutibles, como se sabe, de la narrativa breve.
Baudelaire, por su parte, se une de pleno derecho a esta lista con la publicación de su Fanfarlo, relato que abre, en enero de 1847, el primer fascículo del Bulletin de la Société des Gens de Lettres. El que entonces firma con el nombre de Charles Defayis, tiene sólo veinticinco años, pero la escritura de su texto no es la de un principiante, sino más bien la de un joven, sí, pero con una inteligencia y lucidez tales que, como muy acertadamente señalara Jean-Paul Sarte en su Baudelaire (1963), ya lo había descubierto y lo había comprendido todo. Dos de entre estos descubrimientos merecen especial atención en relación con el tema que aquí nos ocupa: el del poeta y cuentista americano Edgar Allan Poe y el del también poeta y defensor del Arte, Théophile Gautier. Su amor y admiración por el primero permanecerán intactos toda su vida, mientras que al segundo el Baudelaire crítico no dudará un instante en dedicar sus más sinceras páginas de reconocimiento y alabanzas.
En efecto, desde que en 1847 Baudelaire leyó en La démocratie pacifique la traducción francesa del Black Cat, su conmoción fue inmensa, al descubrir en el autor americano a un gran escritor con el que, más tarde, confesará sentirse profundamente identificado. Así lo demuestra la carta dirigida a Armand Fraisse en febrero de 1860, en la que, refiriéndose a los textos de Poe, que afanosamente él mismo se había procurado, Baudelaire afirma haber encontrado en ellos «des poèmes et des nouvelles dont j’avais eu la pensée, mais vague et confuse, mal ordonnée, et que Poe avait su combiner et mener à la perfection. Telle fut l’origine de mon enthousiasme et de ma longue patience» (Baudelaire, 1976:1201). Ciertamente fue mucho el tiempo que Baudelaire dedicó a Poe, si tenemos en cuenta los cinco volúmenes de textos traducidos y publicados entre 1856 y 1865 y, si bien es verdad, como señala Claude Pichois (en Baudelaire, 1976: 1204), que la estética baudelairiana debe más a Delacroix que a Poe, no es menos cierto que el Americano lo ayudó a confirmar su búsqueda consciente del efecto y el valor de la concisión. Es precisamente sobre estos aspectos sobre los que insiste Baudelaire en sus Notes nouvelles sur Edgar Poe, proponiendo, a partir de la confrontación roman/nouvelle, una interesante y precisa reflexión, que gustosamente aceptará y recordará la crítica posterior:
Elle (la nouvelle) a sur le roman à vastes proportions cet immense avantage que sa brièveté ajoute à l’intensité de l’effet. Cette lecture qui peut être accomplie tout d’une haleine, laisse dans l’esprit un souvenir bien plus puissant qu’une lecture brisée, interrompue souvent par le tracas des affaires et le soin des intérêts mondains. L’unité d’impression, la totalité d’effet est un avantage immense qui peut donner à ce genre de composition une supériorité tout à fait particulière, à ce point qu’une nouvelle trop courte (c’est sans doute un défaut) vaut encore mieux qu’une nouvelle trop longue. L’artiste, s’il est habile, n’accommodera pas ses pensées aux incidents, mais, ayant conçu délibérément, à loisir, un effet à produire, inventera les incidents, combinera les événements les plus propres à amener l’effet voulu. Si la première phrase n’est pas écrite en vue de préparer cette impression finale, l’oeuvre est manquée dès le début. Dans la composition tout entière il ne doit pas se glisser un seul mot qui ne soit une intention, qui ne tende, directement ou indirectement, à parfaire le dessein prémédité. (Baudelaire, 1976: 329)
Sobre los beneficios de la nouvelle, Baudelaire volverá a escribir el 13 de marzo de 1859 en el artículo dedicado a su admirado Gautier:
Le roman, qui tient une place si importante à côté du poème et de l’histoire, est un genre bâtard dont le domaine est vraiment sans limites: il ne subit d’autres inconvénients et ne connaît d’autres dangers que son infinie liberté. La nouvelle, plus resserrée, plus condensée, jouit des bénéfices éternels de la contrainte: son effet est plus intense; et comme le temps consacré à la lecture d’une nouvelle est bien moindre que celui nécessaire à la digestion d’un roman, rien ne se perd de la totalité de l’effet. (Baudelaire, 1976: 119)
En relación con el texto dedicado a Poe, que se había publicado en 1857 como Prólogo a la edición de las Nouvelles Histories extraordinaires, éste, de 1859, toma, como puede comprobarse, el mismo punto de partida, es decir la comparación de la novela (roman) con el relato (nouvelle), privilegiando a este último que, más próximo al poema, se ve en efecto más limitado, menos libre y más sujeto a las restricciones de la poética de la brevedad. Tal defensa de la nouvelle no sorprende en absoluto, viniendo de la pluma del que hoy conocemos y reconocemos todos como el Poeta por excelencia que, en su papel de crítico, busca y halla analogías entre él mismo y los autores que lee y valora. La elección de Poe y de Gautier no resulta por tanto gratuita y la admiración que por ellos siente bien podría ser entendida como la identificación del mismo Baudelaire con una escritura meditada y premeditada que, teniendo siempre presente el efecto de recepción, busca la intensidad y totalidad del mismo en el tiempo de una lectura que, en la nouvelle como en el poema, exige un lector atento e interactivo. La digestión de una novela, por emplear la imagen de Baudelaire, necesita, sin duda alguna, una mayor duración del tiempo de lectura, duración que viene dada por la extensión textual y que permite, a su vez, el ofrecimiento al lector de una información más amplia y detallada, facilitando pues la operación lectora. El lector de nouvelle, sin embargo, y siguiendo en el campo semántico de la gastronomía, esta vez en palabras de Paul Morand (1972:5-6), no puede pedir al autor que le sirva de restaurante; la nouvelle es un hueso:
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Charles Baudelaire. Poeta francés, uno de los más grandes autores franceses del siglo XIX y está considerado como una de las figuras claves del simbolismo, así como ejemplo del malditismo y la bohemia. Tras la muerte de su padre, su madre contrajo nuevas nupcias con un militar y la educación de Baudelaire se hizo rígida y puritana, algo a lo que el joven autor siempre se resistió. Tras estudiar en varios centros con numerosos problemas de disciplina, Baudelaire comienza estudios de derecho en París, donde se une a tertulias y grupos literarios.
Es en esta época en la que Baudelaire se inicia en el mundo de las drogas, el alcohol y el sexo, provocando numerosos altercados con su familia hasta que accede a entrar en el cuerpo diplomático, algo que, finalmente, decide no hacer continuando con sus costumbres licenciosas.
Baudelaire trabaja cercano al mundo del arte como crítico, siendo muy bien considerado, al mismo tiempo que se gana la vida como traductor de autores como E.T.A. Hoffmann y Edgar Allan Poe, una de sus mayores influencias.
Es la publicación de su obra más conocida, Las flores del mal (1857) el momento en que es acusado en diversos foros de inmoralidad y su fama comienza a extenderse. Pese a las críticas y censuras, Baudelaire ampliaría Las flores del mal y verían la luz otras de sus grandes obras, como Los paraísos artificiales.
En 1864 abandona París cansado de la presión ejercida desde los sectores más rígidos de la sociedad y se establece en Bruselas, donde apenas gana suficiente como para vivir. Su salud empeora, afectado de sífilis sufre varios ataques que minan su capacidad para el habla. Muerto en 1867, Baudelaire sería aclamado por generaciones posteriores como uno de los más grandes autores de poesía de todos los tiempos, autor en el que se conjuga el romanticismo con el simbolismo de una manera única, incomprendida en su época, algo que le hizo ganarse, junto con su actitud frente a la vida, el sobrenombre de poeta maldito.
De entre su obra, además de los grandes títulos ya mencionados, habría que destacar algunas como Spleen de París o Los despojos. La obra crítica de Baudelaire, como Curiosidades estéticas o El arte romántico, también es de gran importancia para los estudiosos del siglo XIX.