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La caza del carualo

La caza del carualo - Lewis Carroll

La caza del carualo - Lewis Carroll

Resumen del libro:

Este fascinante poema nos sumerge de nuevo en el fantástico mundo de Lewis Carroll, vislumbrado en el poema «Jabberwocky» de Alicia a través del espejo. Narra «con humor infinito» el viaje imposible de una tripulación improbable para hallar a una criatura inconcebible. Fue publicado por primera vez en 1876, y ahora, por fin, presentamos en castellano la edición con las ingeniosas ilustraciones, casi oníricas, de la reconocida artista finlandesa Tove Jansson, conocida por ser la creadora de los Moomins, una divertida familia de troles escandinavos.

Prefacio del autor

Si alguna vez —y es algo extrañamente posible— se acusara al autor de este poema breve pero edificante de cultivar el sinsentido, la inculpación se basaría —de ello estoy seguro— en el verso (del Pronto segundo) «O el timón se atoraba en el bauprés».

En vista de esta dolorosa posibilidad, no apelaré indignado (como podría) a mis otros escritos como prueba de mi incapacidad a tal efecto; no señalaré (como podría) el intenso propósito moral que mueve al poema mismo, ni los principios aritméticos inculcados en él con gran prudencia, ni sus nobles lecciones de Historia Natural… Tomaré el curso más prosaico de explicar simple y llanamente cómo surgió.

El Heraldo, que se preocupaba casi enfermizamente de las apariencias, solía desmontar el bauprés una o dos veces por semana para añadirle una capa de barniz, y fue a suceder en más de una ocasión que, llegada la hora de volverlo a montar, nadie a bordo era capaz de recordar en qué extremo del barco iba. Sabían que era inútil pedir ayuda al Heraldo —quien los remitiría al Código Marítimo y leería con patetismo las instrucciones del Almirantazgo, que ninguno de ellos había logrado comprender jamás—, así que solía acabar atravesado de cualquier manera sobre el timón. El timonel observaba la operación con lágrimas en los ojos: él era consciente del error, pero ¡ay!… El artículo 42 del Código, «Nadie hablará con el hombre del timón», había sido completado por el propio Heraldo con estas palabras: «y el hombre del timón no hablará con nadie». Así que discutir era imposible, como era imposible gobernar la nave hasta la fecha en que tocaba volver a barnizarla. Durante estos confusos intervalos la embarcación avanzaba generalmente hacia atrás.

Como este poema se halla en cierta medida conectado con la trova del Fablistanón (Alicia a través del espejo), quiero aprovechar esta oportunidad para responder a una pregunta que se me hace a menudo, y es cómo se pronuncia «slithy toves» (viscoleantes toves). La i en «slithy» es larga, como en «writhe» (retorcerse); y «toves» debe pronunciarse para que rime con «groves» (bosquecillos). De nuevo, la primera o en «borogoves» (borgoves) se pronuncia como la o en «borrow» (prestar). Tal es la Perversidad Humana.

Sobre el autor:

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