La carne de René
Resumen del libro: "La carne de René" de Virgilio Piñera
“La carne de René,” la intrigante novela de Virgilio Piñera, despliega una trama impactante que gira en torno a la vida de René, un joven a punto de cumplir veinte años. Enviado por su padre a una escuela peculiar, su destino toma un rumbo inusual, donde en lugar de cultivar el espíritu, se sumerge en el castigo de la carne. Este cruento aprendizaje, cercano al suplicio, alcanza su punto culminante con un grotesco rito de iniciación, del cual René logra escapar.
En una sociedad donde la carne se erige como motor tanto del placer como del dolor, la vida de René se convierte en una constante huida. Ya sea del legado paterno y los seguidores del “martirio” o de la sensualidad de la enigmática señora Pérez y sus extraños compañeros, Powlavski y Nieburg. La trama se despliega con giros inesperados, mientras René busca desesperadamente su identidad en un mundo obsesionado por la naturaleza carnal.
La narrativa de Piñera, rica en simbolismos y matices, plantea un paralelo interesante con obras como “Paradiso” de Lezama Lima y “El siglo de las luces” de Alejo Carpentier. “La carne de René” se inscribe en el género de novelas de formación o aprendizaje, donde el protagonista adolescente experimenta un progresivo conocimiento del valor de la vida y del complejo mundo que lo rodea.
A lo largo de la obra, René se enfrenta a dobles de su propio padre y de sí mismo, buscando preservar su anonimato mediante cambios de trabajo, incluso llegando a emplearse en un cementerio. No obstante, se ve acorralado repetidamente por aquellos que ansían conducirlo a la enigmática “Sede de la Carne Acosada”. La lucha de René por aceptar la naturaleza “cárnea” de su propio cuerpo se convierte en el hilo conductor de una trama fascinante y perturbadora.
En conclusión, “La carne de René” no solo ofrece una experiencia literaria única, sino que también destaca por su capacidad para explorar la complejidad de la identidad, la carne y la búsqueda de significado en un mundo sumido en lo carnal. La pluma de Virgilio Piñera logra tejer una historia cautivadora que invita a la reflexión sobre la naturaleza humana y sus oscuros recovecos.
A punto de cumplir veinte años, René es enviado por su padre a una escuela algo peculiar para que, en vez de cultivar el espíritu, se adiestre en el castigo de la carne. El cruento aprendizaje que allí se le imparte, cercano al suplicio, culminará con un grotesco rito de iniciación del que René escapa. A partir de entonces, en una sociedad cuyo motor es la carne, tanto como fuente de placer como de dolor, la vida de René se convierte en una constante huida ya sea del legado de su padre y los adeptos al «martirio», ya sea de la sensualidad de la señora Pérez y sus extraños amigos, Powlavski y Nieburg. Pero hasta que acepte la naturaleza «cárnea» de su cuerpo, René se las verá con dobles de su padre y de sí mismo, intentará guardar su anonimato cambiando de trabajo y empleándose en un cementerio, y se verá acorralado una y otra vez por quienes se empeñan en conducirlo a la Sede de la Carne Acosada. Como Paradiso, de Lezama Lima, y El siglo de las luces, de Alejo Carpentier, La carne de René puede englobarse en las denominadas novelas de formación o aprendizaje, que narran la historia de un joven adolescente y su progresivo conocimiento del valor de la vida y del mundo en el que le ha tocado desarrollarse.
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Virgilio Piñera. Nacido en Cárdenas el 4 de agosto de 1912 y fallecido en La Habana el 18 de octubre de 1979, es una de las voces más perturbadoras y originales de la literatura cubana. Su obra, profundamente marcada por el absurdo, el humor negro y la crítica mordaz, disecciona la condición humana con una precisión implacable. Piñera se mueve entre la poesía, el cuento, la novela y el teatro, siendo autor de piezas fundamentales como el poema La isla en peso (1943), la novela La carne de René (1952), el libro de relatos Cuentos fríos (1956) y la obra teatral Electra Garrigó (1941).
Para Piñera, la vida es un escenario de lo irracional, y su estilo revela una paradoja constante entre la risa y el terror, el sentido y la insensatez. Esta mirada inusualmente crítica hacia el absurdo humano le valió tanto seguidores fieles como detractores intensos en una Cuba que transitaba entre la modernidad y las tensiones ideológicas. La influencia del escritor polaco Witold Gombrowicz, a quien Piñera conoció en Buenos Aires, consolidó esta vocación por explorar los límites de la realidad. Según Gombrowicz, Piñera “construye un mundo donde reina lo absurdo”, una afirmación que resume la esencia misma de su obra.
Desde joven, Piñera formó parte de la elite literaria cubana, aunque siempre mantuvo una relación ambivalente con el grupo Orígenes, liderado por José Lezama Lima, con quien compartía más conflictos que afinidades estéticas. Fundador de revistas efímeras como Poeta y colaborador constante en publicaciones literarias de Argentina y Francia, Piñera expandió su influencia más allá de las fronteras cubanas, formando alianzas con intelectuales de la talla de Jorge Luis Borges y Victoria Ocampo.
A partir de 1958, Piñera se radicó en Cuba definitivamente. Sin embargo, el triunfo de la Revolución y el progresivo clima de censura y persecución en la isla lo empujaron a una vida de ostracismo. Fue arrestado durante la llamada Noche de las Tres P, y aunque fue liberado poco después, su nombre fue relegado y silenciado en la vida cultural oficial cubana, especialmente durante el Quinquenio Gris, cuando su homosexualidad y sus ideas contracorriente lo convirtieron en blanco del régimen.
A pesar de las sombras que cubrieron sus últimos años, la trascendencia de Piñera ha quedado intacta. Su exploración radical de la alienación y el absurdo en un país sometido a la rigidez ideológica le da un lugar único en el panorama literario. Hoy en día, se reconoce su legado a través de la publicación de sus obras completas y el rescate de Electra Garrigó en escenarios de toda Hispanoamérica. Virgilio Piñera sigue siendo la voz inquietante que desafía, con su risa cáustica, la lógica del poder y la banalidad de la existencia.